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miércoles, 15 de julio de 2015

ADAPTARSE AL CAMBIO CLIMÁTICO ES LA CLAVE




La situación para algunos especialistas no cambiará según el ritmo de consumo actual, lo que podría llevar a un incremento de la temperatura de aproximadamente 1º, y eso traerá consigo una reducción del área de cosecha.

Por Sebastián Muzi

"Este cambio climático es 10 veces más rápido que cualquier otro ocurrido en 65 millones de años" alertó el meteorólogo Mauricio Zaldívar en el inicio del Foro Internacional "El clima está cambiando", organizado la semana pasada por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación junto con el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), en el teatro Gran Rex. 

Este espacio de debate sobre las consecuencias del recalentamiento global reunió a importantes funcionarios del Gobierno nacional e investigadores del Conicet, el INTA, docentes y científicos de todo el mundo, en un auditorio colmado por unas 3.000 personas.
Y allí también estaba el ministro de Agricultura, Carlos Casamiquela, quien fue el responsable de abrir el Foro haciendo hincapié en los esfuerzos argentinos por adaptarse a estos cambios y exigir a las potencias un mayor compromiso por su responsabilidad en la emisión de gases de efecto invernadero (GEI).

"Este es un tema que convoca a representantes de múltiples disciplinas y responde a la necesidad de involucrarnos cada vez más en el cambio climático y los impactos que va sufrir en diversos aspectos la producción agrícola en nuestro país y en el mundo", afirmó el titular de la cartera agropecuaria, sin olvidar que "desde el punto de vista político, nosotros vamos a trabajar en mitigar la emisión de GEI, pero fundamentalmente en adaptar la producción de nuestro país a los nuevos cambios que se vienen. Argentina hoy sólo emite el 0,9% de gases a nivel mundial y tenemos que tener cuidado para que toda la producción sea sustentable".

Coincidía su apreciación con la postura de Carolina Vera, investigadora principal del Conicet, quien advirtió que "la Argentina debe tener en cuenta en su crecimiento económico la variable del riesgo climático", porque según los últimos estudios, la expansión de la frontera agrícola hacia el oeste del país se debió al incremento de las olas de calor y la falta de lluvias, ya que "antes eran esperables cada 75 años, y ahora es 1 cada 15". De hecho, afirmó que el corrimiento fue producto gracias a "la precipitación en esa zona, no por la tecnología".

Sin embargo, Edith S. de Obschatko, especialista en Políticas del Instituto Iberoamericano de Cooperación para la Agricultura, consideró este fenómeno como algo positivo para esa región del país, ya que en los Andes y la Patagonia, por ejemplo, el calentamiento global sólo producirá sequías en gran parte del territorio y un retroceso de los glaciares.
Empero, 2015 se presenta particularmente peligroso para toda la Argentina en cuanto a la preparación y anticipación ante las amenazas, ya que es un año en el que viene el fenómeno El Niño, "y esto significa que en algunas partes del país hay riesgo de más cantidad de lluvias, que por supuesto le traen muchos problemas a la agricultura. Las plantas que usamos son muy sensibles a la temperatura, la lluvia, la humedad del suelo y la cantidad de días de sol, el viento o el granizo, y todos estos parámetros de la atmósfera, todos ellos, están cambiando", advirtió Pablo Suárez, del Centro del Clima de la Cruz Roja Internacional.

En ese sentido, el secretario de Agricultura Gabriel Delgado lo resumió: "la producción agropecuaria está subordinada al clima, por eso este encuentro sirve para repensar y diseñar, de manera inteligente, planes de adaptación al cambio climático para reducir su vulnerabilidad".
Ahora bien. ¿Cuáles son las consecuencias de no adaptarse? La situación para algunos especialistas no cambiará según el ritmo de consumo actual, lo que podría llevar a un incremento de la temperatura de aproximadamente 1º, y eso traerá consigo una reducción del área de cosecha. Se habla de un 10 o 20% menos en los niveles de rendimiento para dentro de 20 o 30 años, justamente en coincidencia con estimaciones de las Naciones Unidas que hablan de una población cercana a los 9.000 millones de personas.

"Ya 9.000 millones de habitantes en el año 2050 obligan a redoblar los esfuerzos para aumentar la capacidad de alimentos, y nuestro país tiene un rol preponderante por sus habilidades y los recursos naturales que tenemos para poder ofrecerle al mundo", resaltó Casamiquela, quien firmó un convenio de cooperación con el director general del CIAT, Rubén Echeverría, que incluye la investigación aplicada en cambio climático y adaptación de la agricultura; la innovación en introducción de nuevas variedades de especies forrajeras y combinación con otras producciones (como legumbres y ganadería silvopastoril) y el estudio de las emisiones de gases de efecto invernadero sobre distintos suelos y cultivos, entre otros aspectos.

Hoy en día, los 10 mayores responsables de emitir un 72% del total de gases (China, Estados Unidos, Rusia, India y la UE) tienen el 60% de la población y el 74% de los recursos. En cambio, la Argentina, con una población que representa el 0,6% del mundo y con un producto bruto de 1,9 aporta un 0,9% del total de las emisiones.
De estos datos se desprende que sólo un 0,27% corresponde a la agricultura, una cifra de baja incidencia y que no afecta globalmente. "Por lo tanto, el impacto y la responsabilidad a la hora de reducir emisiones es de quienes más emiten", acusó el titular del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca.

Según el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), la adaptación es definida como las iniciativas y medidas encaminadas a reducir la vulnerabilidad de la sociedad y la susceptibilidad de los sistemas naturales. Entre ellas se cuentan la capacidad de respuesta (construcción de diques para evitar la suba del mar), la diversificación de cultivos con sustitución de plantas resistentes, la migración a nichos ecológicos más favorables y los cambios en los sistemas de irrigación, ya que el riego por goteo sería probablemente la única alternativa ante la sequía.

Recientemente, el papa Francisco en su encíclica Laudato Si subrayó la necesidad de una conversión ecológica para evitar que el mundo llegue a los niveles alarmantes de amenazas que la ciencia anuncia de antemano: "Sabemos que la tecnología basada en combustibles fósiles muy contaminantes -sobre todo el carbón, pero aun el petróleo y, en menor medida, el gas- necesita ser reemplazada progresivamente y sin demora. Mientras no haya un amplio desarrollo de energías renovables, que debería estar ya en marcha, es legítimo optar por la alternativa menos perjudicial o acudir a soluciones transitorias. Sin embargo, en la comunidad internacional no se logran acuerdos suficientes sobre la responsabilidad de quienes deben soportar los costos de la transición energética", señaló el pontífice, quizás apuntando a diciembre, mes en que se realizará la XXI Conferencia de Cambio Climático de las Naciones Unidas (COP21), esta vez con sede en París.

En esta nueva cumbre los Estados parte debatirán el acuerdo final y vinculante para reducir los gases de efecto invernadero, algo que debe desembocar en un convenio internacional sobre el clima que permita limitar el calentamiento global a un nivel por debajo de los 2ºC.

FUENTE:  La Prensa, Argentina, 15 / 07 / 2015

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