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domingo, 8 de julio de 2018

POR EL CAMBIO CLIMÁTICO, EL RITMO DE DESHIELO SE TRIPLICÓ EN 26 AñOS

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La Antártida  con  menos  hielo


Un estudio realizado por un centenar de organizaciones científicas de todo el mundo,  publicado en el último número de la revista Nature, recogió evidencia visual y preocupante sobre el impacto del calentamiento global en la Antártida: alerta que la aceleración del deshielo durante el último cuarto de siglo posiblemente haya alcanzado niveles inéditos. 

En un periodo que abarca tres décadas -desde 1992 hasta 2017- el continente blanco perdió tres billones de toneladas de hielo, dice el informe. Agrega que esto se corresponde, además, con una pronunciada suba del nivel del mar de 8 centímetros en ese mismo lapso de tiempo.          

Desde entonces el ritmo del deshielo se triplicó. Algo que es muy alarmante teniendo en cuenta que el polo almacena suficiente agua congelada como para elevar el nivel del mar hasta 58 metros de altura. En un hipotético escenario de desastre, esto podría dejar bajo el agua buena parte de muchas ciudades costeras, entre ellas Buenos Aires.

 
En la última década, de hecho, este proceso de descongelamiento se agravó. Según el estudio, el continente más frío del planeta, que esta semana alcanzó otro récord en bajas temperaturas llegando a los 100° bajo cero, pasó de perder un promedio de 76.000 millones de toneladas anuales hasta el año 2012 a licuar cerca de 219.000 millones durante los últimos seis años.

"Esto no significa una catástrofe para los próximos años, pero si es importante seguir monitoreando y mejorando los estudios y métodos para obtener resultados con menor incertidumbre. Porque si sigue acelerando, con el tiempo, se va acumulando y en un momento la Antártida va a deshielarse cada vez más y más rápido", recalca  Sebastián Marinsek, Jefe del Departamento de Glaciología Instituto Antártico Argentino.
Una arora en la Antártida
 













Con una superficie de 14 millones de kilómetros cuadrados, la Antártida es el cuarto continente más grande después de Asia, América y África. Y el más frío y seco del planeta. Alrededor del 98 % de la Antártida está cubierta de hielo, que tiene un promedio de 1,9 km de espesor,​ que se extiende a todos los puertos, excepto a los más septentrionales de la península Antártica.

Lo compone una amalgama de accidentes geográficos, como archipiélagos, antiguos volcanes activos, o como las montañas transantárticas, que dividen la Antártida en dos mitades: su parte este y su parte oeste. Esta última culmina con la península antártica, y las tres piezas responden de forma distinta al cambio climático.

"La Antártida Occidental es la que más está perdiendo, y la que tiene un aumento en la pérdida anual. Y es esta la que contribuye al valor total de la Antártida, aunque la parte oriental se encuentre alrededor del equilibrio (pierde lo mismo que gana)", explica Marinsek.

El trabajo remarca que si este tendencia del deshielo continúa, las consecuencias superarán las fronteras del polo sur y afectarán al resto del planeta. Además, la investigación, liderada por el profesor Andrew Shepherd, de la Universidad de Leeds, prevé un fuerte impacto sobre actividades humanas vitales como la minería y la pesca.

Las causas que provocan el descongelamiento no están claras. Por un lado es evidente el impacto del cambio climático causado por el hombre, que afecta a varias zonas de la Antártida. "En algunos sectores lo percibís a simple vista. Por ejemplo, si fuiste en los 90 y vas ahora, el glaciar que está en la base Carlini se retrajo. Era un glaciar que terminaba sobre el agua y hoy te deja un sector de playa, que antes no tenías", aseguraron desde el Instituto Antártico Argentino, que depende de Cancillería.
La Antártida, el último verano
 
Uno de estos estudios, en concreto, analiza cómo estos sistemas fluviales podrían influir en las grandes plataformas de hielo que rodean el continente. Algunos investigadores temen que podrían colapsar, provocando aumentos catastróficos del nivel del mar a escala global.

En estos años de investigación, los exploradores y científicos hallaron, por medio de imágenes satelitales, algunas corrientes de la fusión, es decir ríos, del hielo antártico que hasta ahora eran desconocidas.

Sobre este tema, Marinsek explica: "El problema no son las placas de hielo que están sobre el mar. Estas no aumentan el nivel de océano. El tema es ver qué pasa con el hielo acumulado en las montañas, o que está sobre el nivel del mar, y que al derretirse van al mar, aumentando el nivel del océano".
"Si esto ocurre, todas las ciudad costeras de mundo podrían sumergirse. Se verían afectadas muchas personas. Si sube diez metros, por ejemplo, la Casa Rosada quedaría debajo del agua", agrega el glaciólogo.

Marinsek también enseña que en los deshielos son ciclos y que no puede saber "cuándo y cómo van a pasar". "Todavía no podemos saber cuánto de este deshielo corresponde a un calentamiento propio de la Tierra y cuánto a una acción de la actividad del hombre. La incertidumbre es muy grande", remarca.

En marzo del año pasado, Marinsek junto a grupo de científicos, sobrevoló uno de los fenómenos naturales que movilizan al mundo. Visitó la Barrera de Hielo Larsen C, una gigante masa de hielo de 5.900 kilómetros cuadrados que en los últimos meses aceleró repentinamente su fractura del gélido continente. El desprendimiento del descomunal  Iceberg A68 fue noticia global en esa misma época.

Lo que preocupa a los científicos es que la fractura afecte a los glaciares que están detrás de las barreras de hielo, ya que estas les sirven de sostén a esas formaciones. Por lo tanto, un quiebre de la masa podría desestabilizar el sistema de los glaciares y producir un eventual derretimiento de estos y, en condiciones de deshielo, sí puede subir el nivel de los mares.

FUENTE: Clarín , 6  / julio / 2018 

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