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miércoles, 26 de diciembre de 2018

ITALIA EN EL CAMINO HACIA EL GAS DEL FUTURO



El biometano deviene una alternativa a fuentes no renovables de energía, con una variedad de usos, sobre todo para producir calor y electricidad.

Con probada tecnología es obtenido a partir de la purificación de una gran variedad de sustratos biológicos, como residuos agrícolas, lodos de aguas residuales, desechos orgánicos domésticos e industriales, entre otros.

Su obtención a partir de residuos lo clasifica como biocombustible de segunda generación o de avanzada, ampliamente disponible, producidos a partir de biomasa no alimentaria.

La degradación de la materia orgánica en ausencia de oxígeno y por la acción de determinados microorganismos (digestión anaerobia) hace que la masa biológica se descomponga y de lugar al biogás, compuesto en esencia de metano y dióxido de carbono (CO2).

Un biocombustible sometido a un proceso de depuración para extraerle el CO2 y así elevar la concentración de metano, con el fin de cumplir los niveles de calidad y utilizarlo como gas natural en las redes domésticas ya existentes y como combustible en la movilidad de los vehículos.

De ese proceso se deriva un subproducto conocido como digestato, formado por compuestos inorgánicos ricos en nitrógeno, fósforo y potasio, de alto valor como abono agrícola o en sustitución de fertilizantes orgánicos, lo cual, además de abaratar el costo de producción de fertilizantes minerales, reduce las emisiones de CO2 y mejora la calidad del aire.

Al menos en Europa, según la asociación líder en el campo de la producción de biogás y biometano que cubre las industrias de digestión y gasificación anaeróbica, (Informe 2017) el número de plantas de biogás de 2009 a 2016 aumentó en 11.435 unidades.

El crecimiento mayor ocurrió entre 2010-2012, sobre todo en instalaciones que usan sustratos agrícolas, seguidas de las de biogás que funcionan con lodos de aguas residuales, sucesivamente las que trabajan con residuos de vertederos y varios otros tipos de residuos. La potencia instalada pasó de 4.158 megavatios en 2010 a 
9.985 en 2016, sólo en ese último año tuvo un crecimiento superior al nueve por ciento, alza de la capacidad eléctrica instalada que obedeció, desde 2011, a un aumento mayor al 56 por ciento del número de plantas dedicadas a trabajar con sustratos agrícolas.

Según ese ente regional, que en 2018 contaba con más de 90 miembros de Europa y nexos con asociaciones similares en otras partes del mundo, la producción de biometano pasó entre 2011 y 2016 de 752 gigavatios hora a 17.264 , más del 40 por ciento de ese crecimiento se produjo en ese último año.

Producciones que se realizan sin impacto negativo en la producción de alimentos y piensos, al contrario, 'la rotación de cultivos y el reciclaje de nutrientes y materia orgánica a través de digestatos, mejora incluyendo la productividad global de las granjas'.

Italia en el camino del gas del futuro 

Italia disponía de 1920 plantas operativas de biometano a fines de 2017; unas 1460 en el sector agrícola y 460 en el de los residuos, para una capacidad generadora total de 1400 megavatios, de los cuales algo menos de mil correspondían al sector agrícola, con lo cual se ubicó en el cuarto lugar mundial tras Alemania, China y Estados Unidos.

Su producción, solo en el sector agrícola, podría cubrir en poco más de una década el 12 por ciento del consumo actual de gas en Italia con claras ventajas medioambientales y económicas.

Según datos del Comité Termotécnico Italiano, presentados en la segunda conferencia nacional 'La era del biometano' realizada por la asociación Legambiente, la producción de este biogás es 'capaz de evitar la emisión de al menos el 75 por ciento de los gases de efecto invernadero en comparación con los combustibles fósiles'.

Además de favorecer la fertilidad de los suelos empobrecidos, deviene importante vía para la creación de nuevos empleos, así como permite un mayor uso de residuos para producir energía, a partir de la recolección separada de residuos en los municipios, cerca de dos millones de toneladas acopiados, casi exclusivamente en el norte de la península.

Para Giorgio Zampetti, director general de Legambiente, es un imperativo iniciar la construcción de nuevas plantas de digestión anaeróbica en el sur y centro del país que representan del 30 al 40 por ciento del total de residuos nacional.

Apunto que la fracción orgánica de los residuos sólidos urbanos, según estimaciones de la Agencia nacional para las nuevas tecnologías, energía y el desarrollo económico (Enea) Italia estaría en condiciones de producir de 430 a 840 millones de metros cúbicos de biometano en 2030.

Ahora prácticamente corre sobre rieles el desarrollo del biometano con elevada fuerza competitiva por sus bajas emisiones de carbono, pero poco tiempo atrás otro era el rumbo.

Fuertes barreras no técnicas como la baja aceptación pública, descoordinación entre las partes interesadas y hasta problemas normativos, frenaban su uso.

A tono con ello, hace más de dos años y medio se puso en marcha el proyecto Isaac, dirigido a aumentar la conciencia social y aceptación de su uso, financiado por el programa europeo Horizon2020 y rectorado por el Consejo Nacional de Investigaciones.

Entre sus objetivos estuvo, además, desarrollar procesos participativos relacionados con la construcción de plantas en Cerdeña y Apulia, dos de las siete regiones participantes en el proyecto, además de Las Marcas, Lacio, Campania, Calabria y Sicilia.

Durante ese tiempo, hubo encuentros con el público, cursos de formación para los administradores y los agricultores locales, charlas educativa con estudiantes de secundaria sobre la transformación de desechos en energía renovable y sus beneficios ambientales y económicos.

La barrera legislativa fue otro gran problema, resuelto con la aprobación, el 2 de marzo último, de un decreto de los ministerios de Desarrollo Económico, Ambiente, y Política Alimentaria y Forestal, para su promoción y uso en el sector del transporte y en instalaciones con un alto consumo de gas natural.

La disposición estableció 4,7 mil millones de euros de incentivos en el presupuesto del Estado hasta 2022 para nuevas plantas de producción de biometano y biocarburos a partir de residuos.

Esa decisión marcó un punto de inflexión en la batalla hacia un modelo de desarrollo y consumo más sostenibles, en particular respecto a un fuerte impulso a la economía circular.

Giorgio Zampetti, gerente general de Legambiente, valoró el hecho como trascendente en la transición energética del país y en oportunidades para el relanzamiento de las empresas.

La producción deberá realizarse bajo estricto respeto a la biodiversidad y la función de almacenamiento de carbono realizada por los bosques y las tierras cultivadas, apuntó.

La planta de Montello, perteneciente al Consorcio Italiano de Compostaje (CIC) y en marcha desde junio de 2017 en la provincia de Bérgamo, fue la primera en producir biometano en Italia, a partir de residuos orgánicos urbano, con la consecuente incorporación del gas a la red nacional.

Instalación que tiene también la primicia en cero emisiones de carbono a la atmosfera, pues el CO2 líquido del biogás generado, aproximadamente el 40 por ciento, tiene uso técnico y alimentario, además una cantidad apreciable de compost que sale de los digestores es de gran utilidad como fertilizante.

Después de la aprobación del decreto interministerial se inauguró una planta para la producción de biometanoen la empresa CalabraMaceri, en Rende (provincia de Cosenza, región sureña de Calabria), con capacidad para transformar 40 mil toneladas de desechos separados anualmente en 4.5 millones de metros cúbicos por año.

Asimismo, a mediados de septiembre se inauguró en Vittorio Veneto, en la norteña provincia de Treviso, un moderno sistema de suministro de biometano, que al decir del gobernador de la región de Véneto, Luca Zaia, 'contamina menos, rechaza el desperdicio y se vuelve económicamente virtuoso, pues ahorra 300 mil euros al año'.

De igual modo, ese gas es la energía que mueve todo el parque de la empresa Servicios Ambientales de la región del Véneto (Savno), la cual acopia el residuo orgánico en 44 municipios de la provincia de Treviso, iniciativa que es más viable porque esa es la primera región italiana en la recogida discriminada de desechos.

Legambiente definió al biometano como químicamente similar al metano fósil (o gas natural), el cual contribuye al 34,6 por ciento del consumo interno bruto, equivalente a unos 70.914 millones de metros cúbicos distribuidos por sectores en el residencial, 40,7 por ciento; industrial, 20, 4; y transporte, 1,5.

En 2030, añade, el 27 por ciento del consumo bruto de energía final tendrá que ser con fuentes renovables, acompañado por una reducción del 40 por ciento en las emisiones de CO2.

De igual modo el sector del transporte para 2020 deberá cubrir el 10 por ciento de las necesidades energéticas a través de fuentes renovables.

Piero Gattoni, presidente del CIC, principal cadena dedicada al ciclo completo de gestión de residuos y a la producción de fertilizante orgánico (compost) y biometano, considera el biogás como 'una elección de responsabilidad para frenar el cambio climático', y sostiene que 'es posible alcanzar el objetivo de una economía de cero emisiones para 2050'.

Para Gattoni, uno de los expertos que intervino en la conferencia, el desafío ambiental es también 'una gran oportunidad, pues permite crear valor y empleo'. Un estudio citado por él y presentado en 'BiogasItaly' estima que la cadena de suministro de biogás/biometano, además de reducir las emisiones y contribuir a los objetivos de energía renovable, permitirá crear 21 mil empleos para 2030 en ese sector, un ingreso fiscal de 16 mil millones de euros y un impacto económico total de casi 86 mil millones.

El reto de reemplazar el gas fósil por derivados de desechos orgánicos para 2050, se incluye en la llamada 'descarbonización de la economía' o 'Carbón Cero', concepto acuñado en la Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático (COP20) en Lima, objetivo al que contribuyen las medidas sobre economía circular aprobada por la Unión Europea.

Esa transformación implica promover la eliminación de emisiones de gases de efecto invernadero y la sustitución de fuentes fósiles de energía, como los hidrocarburos o el carbón, por tecnologías renovables.

Avanzar hacia ese objetivo, sostiene Legambiente, requerirá apoyar el compromiso de las instituciones y empresas, además de comunicar a los consumidores los beneficios ambientales y económicos.

FUENTE: Prensa  Latina,  26 / dic / 2018

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