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viernes, 6 de febrero de 2015

IMPUESTOS A LA CONTAMINACIÓN


A través de un vídeo, el Banco Mundial y los integrantes de la coalición We Mean Business exponen los riesgos que la contaminación implica tanto para nuestra salud, como para nuestra economía y nuestro futuro.


Mediante la fijación del precio del carbono se contribuye a impulsar la innovación en energías renovables, la fabricación y el transporte, se construyen ciudades inteligentes y habitables y se genera empleo.
«La contaminación atmosférica no es gratuita», arranca el mensaje. «Si no la detenemos ahora, causará daños sin precedentes en el mundo. Muchos países lanzan emisiones de efecto invernadero a la atmósfera sin coste alguno, mientras que la factura por la destrucción provocada por la polución la pagamos todos».

Algunos de estos riesgos están relacionados con la salud pública. Un aire sucio es sinónimo de enfermedades. Además, la contaminación también repercute en el estado de los cultivos y en la disponibilidad de agua, muy sensibles a las condiciones ambientales. Los cambios climáticos bruscos, las tormentas y otros fenómenos naturales también influyen en que exista una mayor incertidumbre en el mercado.

«Esto es insostenible», continúa el vídeo, pero hacer frente al problema ofrece oportunidades. Cuando se establece un precio a la contaminación, se recompensa la eficiencia y la innovación.
Existen distintas maneras de incentivar la descarbonización de la economía, bien mediante impuestos a la contaminación, la participación en los mercados de comercio de emisiones o la regulación de estas. La fijación del precio del carbono resulta muy positivo para las empresas y la población: «ahorramos dinero si maximizamos la eficiencia energética», nos recuerda el narrador.

Además, también se contribuye a impulsar la innovación en energías renovables, la fabricación y el transporte, se construyen ciudades inteligentes y habitables y se genera empleo. Así, «empresas, Estados, ciudades y países ya están desarrollando estas soluciones».
Como ejemplo, el vídeo expone que, al establecer una tasa al carbono (de 30 $ canadienses por tonelada de CO2 emitida), la provincia canadiense de British Columbia redujo las emisiones y los impuestos tanto para los ciudadanos como para las empresas. Otras medidas descarbonizadoras son las aprobadas por Marruecos, que anunció un objetivo de energías renovables para 2020 y redujo los subsidios a los combustibles fósiles. Esto supuso que la inversiones en renovables se multiplicara por seis (hasta los 1800 M$) y que el país norteafricano sea un referente en innovación en materia de energía solar.

Por su parte, California confía en recaudar millones de millones de dólares gracias a los aranceles de permisos que serán invertidos en proyectos de energía limpia y el desarrollo de iniciativas con bajas emisiones de carbono.
Otro de los ejemplos mostrados es el caso de China, en cuyo territorio se están probando siete regímenes de comercios de emisiones a escala local, con el propósito de ampliarlo a toda la nación.
Desde 2005, los mercados de carbono se han expandido en todo el mundo. Lo que se necesita ahora es que tanto empresas como gobiernos lideren esta apuesta conjuntamente «para nuestra salud, nuestra economía y nuestro futuro»

FUENTE: Mercados de Medio Ambiente, 30 / enero / 2015

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