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sábado, 2 de marzo de 2013

LA PROTECCIÓN AMBIENTAL DE LA ANTÁRTIDA. Parte I: PROTOCOLO DE MADRID


Historias argentinas en el continente blanco

Desde finales de los años sesenta y comienzos de los setenta, se generó en el mundo
una creciente preocupación por proteger el medio ambiente de los efectos de las
actividades humanas. Esta realidad no fue ajena a la antártida, por lo que los países
que ya entonces formaban parte del Ta fueron acordando gradualmente regulaciones
para las actividades desarrolladas en el continente blanco.

El protocolo de Madrid

Hoy en día podemos hablar de un proceso normativo que tuvo su momento cumbre
en el año 1991 cuando se firmó el Protocolo del TA sobre Protección del Medio Ambiente,
conocido también como Protocolo de Madrid y vigente desde el año 1998.

El Protocolo de Madrid es la principal herramienta internacional para la protección
del medio ambiente antártico y declara a la Antártida reserva natural dedicada a la
paz y a la investigación científica. Contiene una serie de principios y procedimientos que
deben aplicarse a todas las actividades que se desarrollen en el continente. Asimismo
se creó el Comité para la Protección del Medio Ambiente, encargado de revisar
permanentemente los temas ambientales y asesorar a las reuniones consultivas del
tratado sobre la implementación de medidas ambientales complementarias.

Entre los principales aspectos abarcados por el Protocolo de Madrid, están la protección
de la flora y la fauna, el tratamiento de los residuos, la gestión de las zonas protegidas
y la prevención de los impactos ambientales.


La flora y la fauna antárticas, bien protegidas

Con el objeto de proteger la vida autóctona de la Antártida, está prohibido matar, herir,
manipular y molestar a los animales o dañar la vegetación. Los peces se encuentran en
el ámbito de una regulación particular, la Convención para la Conservación de los
Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA).

Solo los científicos pueden acceder a un sistema de permisos que ha establecido el TA.
Así, por ejemplo, los biólogos autorizados estudian las colonias de pingüinos, en las
que evalúan, entre otras cosas, el éxito reproductivo o la dieta de estos animales.
El hecho de que otras personas no puedan interactuar de manera directa con la fauna
permite a los científicos trabajar en un ambiente casi prístino, poco modificado por
el hombre, situación infrecuente en el resto del mundo.

Otro aspecto importante de la protección de la fauna y la flora locales es la prohibición
para introducir especies no autóctonas.Históricamente, se llevaron al continente
diversos animales e, incluso, plantas. Un caso muy reconocido fue el de los perros,
utilizados durante décadas para tirar de trineos. Con el tiempo, diversos estudios
comenzaron a señalar que la presencia de animales provenientes de otras latitudes
podría tener consecuencias negativas para la flora y la fauna locales.

Entre los problemas detectados se encuentran el posible desplazamiento de las especies
locales debido a la ocupación de sus hábitats por parte de especies invasoras
que no cuenten allí con depredadores y la transmisión de enfermedades no presentes
en la fauna antártica. Asimismo algunas especies foráneas podrían constituirse en
depredadoras de las locales. Fue por eso por lo que, desde la entrada en vigor del Protocolo
de Madrid, quedó prohibida la introducción intencional no controlada de especies no
autóctonas, a la vez que las aún presentes.

FUENTE:  Antartida  Educa , www.dna.gov,


CCEBA Centro Cultural de España en Buenos Aires / AECID
Consejería de Educación de la Embajada de España en Argentina
Dirección Nacional del Antártico-Instituto Antártico Argentino, Argentina
Secretaría General Técnica del Ministerio de Educación, España



Revisión pedagógica
Andrés Ajo Lázaro, Profesor de Biología y Geología, España
Blanca Mingo Zapatero, Profesora de Biología y Geología, España
Marta Stella Trepat, Profesora de Biología y Genética, Colegio Parque de España, Argentina






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