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martes, 15 de abril de 2014

ORIENTE Y OCCIDENTE TRAS EL AGUA.

Con su gran lago salino reseco, Irán enfrenta una crisis

LAGO URMIA, Irán — Después de conducir durante 15 minutos por el lecho del que hasta hace poco tiempo era el lago más grande de Irán, un funcionario ambiental local se bajó de su camioneta y deambuló por la gran llanura seca como buscando agua, consciente de que no la encontraría. Una hora antes, el funcionario, Hamid Ranaghadr, había recordado que menos de un decenio atrás, cruceros cargados de turistas colmaban las aguas del lago persiguiendo bandadas de flamencos migratorios.
MORTEZA NIKOUBAZI PARA THE NEW YORK TIMESEl cambio climático, el derroche y las represas han secado el Lago Urmia, antes uno de los lagos salinos más grandes.
Ahora, hay barcos oxidándose en el barro y los flamencos pasan volando sobre los restos del lago rumbo a otros destinos. Según la oficina ambiental local, sólo queda un 5% del agua.
Irán se halla frente a una escasez de agua potencialmente tan grave que los funcionarios están elaborando planes de contingencia para racionalizarla en la zona del gran Teherán, donde viven 22 millones de habitantes, y otras grandes ciudades. El presidente Hassan Rouhani identificó el problema del agua como un tema de seguridad nacional y en discursos pronunciados en las zonas más afectadas por la escasez, está prometiendo “volver a traer el agua”.
Entre los factores que inciden en la escasez los expertos citan el cambio climático, prácticas de derroche en materia de riego y la disminución de las reservas de agua subterránea. En el caso del Lago Urmia, agregan la realización de una serie de represas que obstruyeron una provisión importante de agua dulce que llegaba desde las montañas a cada lado del lago. Recorriendo el lecho seco, Ranaghadr dijo que hasta hace pocos años el agua tenía allí nueve metros de profundidad. Las manchas de tierra a lo lejos – que antes eran islas donde los turistas pasaban sus vacaciones en bungalows con vista a las aguas azules- estaban rodeadas de llanuras con barro oscuro y arena. “Sencillamente lo vaciamos”, dijo.
Los problemas que tiene Irán con el agua van más allá del Lago Urmia, que por ser un lago salino, nunca fue apto para beber ni para uso agrícola. Otros lagos y ríos importantes también se han secado, hecho que ha generado disputas por los derechos sobre el agua, manifestaciones y hasta disturbios.
Los ríos grandes cerca de Isfahan, en el centro de Irán, y Ahvaz, cerca del Golfo Pérsico, se secaron, al igual que el Lago Hamoun, en la región fronteriza con Afganistán. El polvo de los lechos secos de los ríos ha aumentado los niveles de contaminación en el país, que tiene cuatro de las 10 ciudades más contaminadas del mundo, según Naciones Unidas.
De todos modos, en ningún lugar la crisis es tan pronunciada como en el Lago Urmia, que era uno de los lagos salinos más grandes del mundo. Los ecologistas advierten que la sal seca podría envenenar las tierras agrícolas valiosas que rodean el lago y deteriorar considerablemente la vida de los tres millones de habitantes que viven en sus cercanías.
Junto a lo que antes era el bulevar costero, los bares y los vestuarios destartalados dan testimonio de las épocas en que venían de todo Irán a hacer esquí acuático al lago o a cubrirse con su barro negro que, dicen, tiene poderes sanadores.
Hace aproximadamente dos décadas, un poblador local, Mokhtar Cheraghi, comenzó a observar que el límite del agua retrocedía. “Primero 100 metros, después 200 metros. Después de un tiempo, dejamos de ver la costa”, dijo, parado donde antes se hallaba su café. “Nos quedamos esperando que el agua volviera, pero nunca ocurrió”.
La mayoría de los habitantes de la región dice que la desaparición del lago se debe a la media docena de grandes represas que el gobierno construyó en la región. Las represas redujeron considerablemente el flujo de agua en los 11 ríos que se alimentan de él.
Subiendo por la montaña, a una hora de la ciudad de Urmia se encuentra la Represa Chahchai, que recoge agua que antes llegaba hasta el lago. La represa tiene ahora un lago enorme, que los productores rurales locales utilizan para regar sus tierras.
“Parte del agua del Urmia está aquí”, dijo Ranaghadr. “Aquí también necesitan agua, es lo que dicen”.
Además de producir electricidad, las represas fueron pensadas para resolver el problema del déficit de agua. Pero en la mayoría de los casos, el agua se derrocha debido a las técnicas de riego ineficientes, dicen los expertos.
En su libro de 2005 sobre los problemas de seguridad nacional de Irán, Rouhani estimó que 92% del agua de Irán se utiliza para la agricultura, en comparación con un 80% en EE.UU. “Abren la canilla, inundan la tierra, sin entender que con nuestro clima así se evapora la mayor parte del agua”, dijo Ali Reza Seyed Ghoreishi, miembro del consejo local de gestión del agua. “Debemos educar a los productores”.
El lago también fue atacado desde abajo. Como parte de la ofensiva del gobierno destinada a promover la agricultura local, se dividieron grandes extensiones de tierra en lotes más pequeños y la mayoría de los nuevos propietarios cavaron nuevos pozos que absorbieron buena parte del agua subterránea. “Hay alrededor de 30.000 pozos excavados legalmente y una cantidad similar de pozos ilegales”, dijo Seyed Ghoreishi. “A medida que el agua disminuye, tienen que cavar cada vez a mayor profundidad”. También incidieron los cambios climáticos, sobre todo las temperaturas más altas. Las estadísticas muestran que las temperaturas medias alrededor del Lago Urmia subieron aproximadamente 1,7 grado Celsius en el último decenio.
Si bien una larga sequía en la región parece haber llegado a su fin hace dos años, el mayor volumen de lluvia no compensó los otros factores que están drenando el lago. “Los culpables somos nosotros”, dijo Ranaghadr. “En la actualidad hay muchos habitantes y todos necesitan usar el agua y la electricidad que generan las represas”.
Nuevamente en su oficina, los funcionarios parecían soldados que volvían de una misión malograda. Dijeron que habían elaborado 19 planes para salvar el lago, desde los razonables (enseñar a los productores rurales las nuevas tecnologías de riego) hasta los fantasiosos (sembrar nubes para incrementar las lluvias).

El gobierno de Rouhani, que cuenta con escasos fondos por el impacto de las sanciones internacionales contra el programa nuclear iraní, no ha asignado dinero a los esfuerzos destinados a recomponer el lago. Aunque lo hiciera, dicen los funcionarios, es probable que ya sea demasiado tarde. “¿Sabe cuál es el verdadero problema?” dijo Ranaghadr. “Todos en el mundo piensan nada más que en el dinero. Nosotros también, y ahora nuestro lago desapareció”.

FUENTE:  New York Times, 8/ 02/ 2014

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