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miércoles, 8 de diciembre de 2021

EARTH'S BLACK BOX , LO UNICO QUE SOBREVIVIRÁ AL CAMBIO CLIMÁTICO

 


Earth's Black Box

La caja llamada Earth’s Black Box documenta en tiempo real datos que van desde la temperatura hasta interacciones en redes sociales relacionados con el Cambio Climático

El Cambio Climático ya está aquí y es indudable el impacto que este tendrá en la vida de las personas así como en los ecosistemas y en todo el planeta, con esto en mente es como surge Earth’s Black Box, una caja que documenta los pasos que se han dado sobre este tema.

Localizada en Tasmania, esta es una caja de acero con almacenamiento de baterías y paneles solares, la cual registra cientos de conjuntos de datos; mediciones e interacciones relacionadas con el Cambio Climático. Esta información se recopilará de manera continua y se almacenará para las futuras generación, señalan los creadores en la página oficial.

“El propósito del dispositivo es proporcionar un relato imparcial de los eventos que llevaron a la desaparición del planeta; responsabilizar a las generación futuras; e inspirar acciones urgentes”, resaltan. 

Asimismo, en la página de Earth’s Blackbox se puede observar la grabación en vivo de los tweets relacionado con Cambio Climático, contaminación, Calentamiento Global y todos los temas que tienen que ver con esto.


Del mismo modo, de acuerdo con CNN, algunos actores involucrados en el proyecto son el colectivo artístico Glue Society; investigadores de la Universidad de Tasmania; y la empresa de comunicaciones de marketing, Clemenger BBDO.

Además, según Gizmodo, la estructura que está conectada a internet también guardara medidas de océanos, temperatura, datos de dióxido de carbono atmosférico; cambios en el uso de tierra, consumo de energía y crecimiento poblacional junto con más datos. También guardará posts de redes sociales que se relacionen al tema.

FUENTE: Energía Hoy, 07-dic-2021


ISLAS DEL PACIFICO AZOTADAS POR INUNDACIONES DEBIDO AL CAMBIO CLIMÁTICO

 



Varios archipiélagos del Pacífico reparaban el miércoles algunos de los destrozos provocados por las inundaciones tras fuertes mareas y tormentas, que los científicos relacionan con el aumento del nivel del mar por el cambio climático.

Tanto las Islas Marshall, Islas Salomón, los Estados Federados de Micronesia, como partes de las islas Vanuatu, se vieron afectadas por estas tormentas.


"El gobierno de los Estados Federados de Micronesia ha recibido informaciones de importantes inundaciones en varias islas del país, provocadas por tormentas y mareas", declaró en un comunicado el presidente del país, David Panuelo.


En Majuro, capital de las Islas Marshall, el mar pasó por encima de los espigones e inundó varias secciones de la carretera que lleva al aeropuerto.

La policía de las Islas Salomón pidió a los habitantes que se mantuvieran lejos de los ríos, que bajaban crecidos.


Para Murray Ford, especialista del clima en la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda), las inundaciones se explican por la combinación de malas condiciones meteorológicas, de mareas particularmente importantes, de un fenómeno climático parecido a "La Niña" y a la elevación a largo plazo del nivel del mar por el calentamiento global.


"Un evento como este habría sido relativamente benigno en los años 90, pero el nivel del mar es ahora mucho más alto que entonces", dijo Ford a la AFP. "El aumento del nivel del mar incrementa la frecuencia y la magnitud de este tipo de eventos", añadió.

Ford explica que las medidas tomadas desde principios de los años 1990 muestran que el nivel del mar en Majuro subió de media 4,8 milímetro al año.


"Por desgracia, con este aumento continuado, las inundaciones serán más frecuentes, más grandes y más graves. Tenemos que planificar y prepararnos para ello", declaró por su parte Ben Graham, un antiguo dirigente de las Islas Marshall que vive en Majuro.


Los archipiélagos del Pacífico están entre los países más expuestos al calentamiento global, algunos incluso podrían desaparecer por el aumento del nivel del mar, un fenómeno al que se añaden los ciclones cada vez más violentos.


FUENTE: Infobae, 08-12-2021

CAMBIO CLIMÁTICO REQUIERE ADAPTARSE AL FUTURO NO AL PASADO

 




SÍDNEY / KUALA LUMPUR – La financiación para que los países en desarrollo hagan frente al calentamiento global es muy insuficiente. Hay muy poca financiación para la adaptación al cambio climático, la necesidad urgente de los países más afectados. Además, la adaptación debe tener una visión de futuro en lugar de limitarse a abordar los problemas acumulados.

¿Pacto suicida?

El cambio climático supone una amenaza existencial, especialmente para los países pobres con pocos medios para la adaptación. El hecho de que los países ricos no hayan prestado la ayuda financiera prometida no ha hecho más que empeorar las cosas. La pandemia de covid-19 ha supuesto otro golpe de efecto, agravado por el «apartheid sanitario» de los países ricos.

El acuerdo de la COP26 (26 Conferencia de las Partes de la Convención sobre el Cambio Climático) fue, sin duda, un «abandono del deber históricamente vergonzoso» y «no es suficiente para evitar el desastre climático».

El fracaso de la conferencia climática, realizada los 13 primeros días de noviembre en la ciudad escocesa, pone de manifiesto la falta de avances reales y las respuestas políticas inadecuadas. Y lo que es peor, el «Pacto de Suicidio de Glasgow» no aportó nuevos recursos significativos.

El Informe sobre el Comercio y el Desarrollo de 2021, de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad), lamenta la falta de voluntad de los países ricos para abordar los graves retos a los que se enfrentan los países en desarrollo. Después de todo, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible estaba en problemas incluso antes de estallar la covid.

Las respuestas de la política climática implican tanto la mitigación como la adaptación. La mitigación busca reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) mediante un uso más eficiente de la energía y el uso de energías renovables en lugar de combustibles fósiles. La adaptación implica el fortalecimiento de la resiliencia y la protección para minimizar los efectos adversos en las vidas humanas.

Las necesidades nacionales de adaptación reciben mucha menos financiación internacional que la mitigación. Por ello, los países pobres luchan solos contra el calentamiento global causado principalmente por otros. Los retos de la adaptación son también muy variados, debido a las distintas vulnerabilidades de las naciones del Sur en desarrollo.

Enfoque arriesgado del riesgo

Se ha aconsejado a los gobiernos que reduzcan la vulnerabilidad a las crisis mejorando los datos y la evaluación de riesgos. La mayoría de las medidas para reforzar la resiliencia utilizan métodos convencionales de gestión de riesgos financieros. Con ellos se pretende proteger mejor los activos existentes y proporcionar un apoyo financiero temporal cuando se producen las perturbaciones.

Anis Chowdhury

La adaptación al clima se aborda, pues, mediante la evaluación del riesgo de catástrofes, los sistemas de alerta temprana, la mejora de la gestión de los ecosistemas y la mejora de las redes de seguridad social. Pero este enfoque apenas distingue el cambio climático de otros riesgos.

Al basarse en la experiencia pasada, el enfoque convencional apenas tiene visión de futuro para abordar los nuevos retos. Las medidas recomendadas tienden a desplegar los escasos recursos para hacer frente a los efectos pasados y actuales del cambio climático..

Centrarse en las vulnerabilidades actuales permite adaptarse a las amenazas climáticas existentes. Esto puede proporcionar cierta resistencia y alivio temporal. Pero no prepara para las nuevas amenazas. Por lo tanto, el enfoque ignora los problemas futuros, no proporcionando mucha protección ni reduciendo la vulnerabilidad a las amenazas emergentes.

Contar con la fijación de precios y otras técnicas de mercado para la evaluación del riesgo de adaptación al clima también es limitante. El enfoque tiende a centrarse en lo que es predecible e incremental, en lugar de en lo que es más incierto y sistémico.

Con sus raíces en la gestión de riesgos financieros, el enfoque favorece el retorno a unas normas de normalidad y estabilidad ya asumidas. Por lo tanto, rechaza la consideración de nuevas posibilidades, incluyendo un enfoque más dinámico para la transformación sostenible.

Además, la vuelta a la «normalidad» para muchas comunidades implica explotación y precariedad. Este enfoque también favorece la preservación y el afrontamiento. Por lo general, estas medidas no son suficientes para abordar los complejos retos que se plantean. Y lo que es peor, pueden provocar inadecuadamente una mala adaptación.

Evitar la mala adaptación

En su lugar, es necesario un enfoque transformador del riesgo climático. La única solución duradera puede ser reducir la dependencia de los países en desarrollo de actividades sensibles al clima, como la ganadería, mediante cambios de gran alcance para crear economías más resistentes.

Jomo Kwame Sundaram
Jomo Kwame Sundaram

Para ello, es necesario dejar de lado la reducción de riesgos y adoptar un enfoque más integrado y sistémico para diversificar las economías y aumentar su capacidad de recuperación. Las economías más diversificadas apoyan más el desarrollo sostenible y son mucho menos vulnerables o susceptibles de sufrir perturbaciones externas.

En los últimos años, esto se ha visto claramente en la mayor vulnerabilidad de las economías dependientes de las exportaciones primarias a los choques económicos originados en otros lugares.

Pero también es cierto en el caso de las crisis climáticas. Por ello, la adaptación al clima requiere una nueva visión de los objetivos comunes, en lugar de limitarse a evitar los riesgos y los peores escenarios.

La diversificación es crucial

Así pues, la adaptación al clima en el Sur global debe abordarse a través del desarrollo. Pasar del riesgo a la diversificación requiere un Estado desarrollista comprometido con una política industrial «verde» que implique inversión y tecnología.

La diversificación implica dos procesos acumulativos que trabajan en conjunto. En primer lugar, pasar de la producción primaria a la manufactura y a los servicios de mayor valor. En segundo lugar, desplazar los recursos de las actividades menos intensivas en capital a las más intensivas en capital.

Los países en desarrollo tienen que perseguir un desarrollo sostenible, manteniendo las emisiones y el consumo de recursos dentro de los límites ecológicos. Para ello es necesario diversificar la economía, aumentar la productividad y mejorar las condiciones sociales.

Estas nuevas estrategias de transformación deben reconocer las limitaciones ecológicas y climáticas. Los responsables políticos de los países en desarrollo disponen de medios limitados para afrontar estos retos. Con una globalización “neo-liberal” desigual, también se ven perjudicados por las debilidades institucionales, por ejemplo, incluso para movilizar recursos nacionales.

La clave del multilateralismo

Algunos países ricos, como Reino Unido y Australia, han recortado sus presupuestos de ayuda y no han utilizado sus derechos especiales de giro (DEG, la moneda de reserva del FMI) para ayudar a los países en desarrollo. Han hecho poco para animar a los acreedores privados a que permitan a los países en desarrollo invertir para salir de las múltiples crisis a las que se enfrentan.

Hasta ahora, las medidas para el alivio de la deuda son muy modestas y muy inadecuadas, «tirando la toalla». Aplazar la deuda significa simplemente que los préstamos se pagarán más tarde, a medida que se acumulan los intereses compuestos. Mientras tanto, la carga de la deuda sigue creciendo.

El informe de la Unctad advierte de que la escasa financiación para el clima está acelerando el calentamiento global, socavando las perspectivas de descarbonización del mundo. Destaca la necesidad de un multilateralismo proactivo y de apoyo a los países en desarrollo para hacer frente a las crisis climáticas y a las pandemias.

Los desafíos globales requieren claramente respuestas multilaterales. Pero hasta ahora, solo el FMI ha proporcionado algún alivio real al cancelar las obligaciones del servicio de la deuda de 28 países,  por valor de 727 millones de dólares, entre abril de 2020 y octubre de 2021..

El final de la primera Guerra Fría socavó la necesidad sentida del multilateralismo dirigido por la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Si el presidente estadounidense Joe Biden realmente pretende emular al presidente Franklin Delano Roosevelt (1933-1945), puede empezar por revivir el multilateralismo motorizado por la ONU que previó su predecesor, en lugar de perseguir imprudentemente una nueva Guerra Fría favorecida por los neoconservadores de su equipo.

FUENTE:  IPS, 07-12-2021

domingo, 5 de diciembre de 2021

LAS SOLUCIONES DE ESCANDINAVIA PARA LUCHAR CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO

 



Si no puedes ver el video haz clic aquí.

Desde las heladas islas de Svalbard hacia Suecia y Dinamarca, la BBC explora en este documental las soluciones que se están desarrollando en los países escandinavos para luchar contra el cambio climático.

Con las temperaturas cada vez más altas en el invierno polar, el presentador y jugador de baloncesto Ade Adepitan se traslada hasta el Ártico para descubrir las consecuencias del cambio climático en esta zona.

Además, Adepitan va hasta Copenhague para ver lo que está haciendo la capital danesa para neutralizar sus emisiones de carbono para 2025.

FUENTE:  BBC News Mundo, 04-12-2021 


ECOANSIEDAD: "COMO AFECTA EL CAMBIO CLIMÁTICO A NUESTRA SALUD MENTAL"

 

Cada mañana, Bruno Martín, comunicador científico de Scienseed, se levanta angustiado por la crisis ecológica. Acaba el día de la misma manera. Cada pequeño gesto que realiza a lo largo de la jornada resulta “agotador”, confiesa a SINC. 

“Cuando digo esto, la gente se piensa que me agobia comprar cosas envueltas en plástico o en Amazon porque me siento culpable, pero no es exactamente eso (aunque también). Lo que realmente me estresa es ver en las noticias que cada año más gente muera por inundaciones, incendios, olas de calor, o que desaparezca la fauna y los espacios naturales porque los destruimos o que los gobernantes mundiales sean incapaces de pactar el final de los combustibles fósiles”, comenta el comunicador científico.

Este sentimiento de impotencia, incomprensión y agobio que genera la crisis climática se conoce como ecoansiedad. Tradicionalmente, la comunidad científica ha analizado los efectos que tienen las acciones humanas en el medioambiente y cómo las consecuencias repercuten en nuestra salud física a través de la contaminación, la propagación de enfermedades o la escasez de alimentos, entre otros. Ahora, además, se habla cada vez más sobre cómo todos estos efectos afectan a nuestra salud mental.

La ecoansiedad sería por tanto la sensación de aprensión, preocupación e incertidumbre por el alcance potencial de los impactos previstos del cambio climático, según la define a SINC María Ojala, catedrática de Psicología de la Universidad de Örebro (Suecia), que estudia cómo los jóvenes se sienten frente a las amenazas ambientales.

Este sentimiento tiene su origen en los futuros tan catastróficos que se presentan ante nosotros. Por ejemplo, cuando leemos noticias de estudios sobre el calentamiento global o cuando vemos imágenes devastadoras que se producen como consecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos.

“Uno se siente desamparado, triste, enfadado, ansioso porque ve como esos futuros se han materializado y todo parece indicar que van a ser cada vez más frecuentes”, explica a SINC Andreu Escrivà, doctor en Biodiversidad y autor del libro Y ahora yo qué hago: Cómo evitar la culpa climática y pasar a la acción.


Un problema muy presente

Sin embargo, no solo está relacionado con el futuro, sino también con el presente. Todavía se habla del cambio climático como un concepto abstracto al que tendremos que hacer frente en un futuro. Por tanto, no es un problema que involucra a la sociedad actual, sino a las futuras generaciones. Esta narrativa simplista que comparte la mayoría de la sociedad es otra de las razones que más agobian a las personas que padecen ecoansiedad. (Puede leer: Cambio climático y salud mental: nuevas pistas para entender una compleja relación)

“La gente que habla del planeta que vamos a dejar a nuestros nietos o del planeta que tendremos en 50 años… es que me hierve la sangre. Yo estoy hablando de los refugiados ambientales que tenemos hoy, de los muertos que tenemos hoy, de los que han salido en el telediario de esta mañana”, recalca Bruno Martín.

A esto se suma el sentimiento de impotencia y de culpa, ya que, a menudo, los ciudadanos preocupados por el estado del planeta no cuentan con las herramientas suficientes para afrontar este problema.

“Te sientes culpable porque existe una narrativa de que los ciudadanos tenemos que hacerlo todo (cambiar nuestros hábitos: reciclar el plástico, utilizar transporte público, comer menos carne…) y, a la vez, sentimos que los problemas climáticos son de una magnitud enorme. Por tanto, esa impotencia nos genera mucha ansiedad climática”, añade Escrivà.

El comunicador de Scienseed coincide: “Intentas hacer las cosas bien, pero el sistema te lo pone muy difícil. A mucha gente parece que le da igual y a la que no le da igual tampoco sabe muy bien que hacer”.

Dos tipos de ecoansiosos

Según el doctor en Biodiversidad, existen dos tipos de ecoansiosos. “Por un lado están las personas que acaban convencidas de que lo hacen todo mal y de que podrían hacer más [para minimizar su impacto en el medioambiente]. Eso lo tenemos que evitar porque la culpa es un sentimiento que no moviliza y que no lleva a la acción”.

Por otro lado, están los hiperperfeccionistas, es decir, “aquellas personas que, por ejemplo, no usan nada que contenga plástico, no comen carne por motivos climáticos o no se suben a un coche pase lo que pase”, explica el experto.

Sin embargo, en diferentes investigaciones se ha observado que estos perfiles tampoco movilizan. “A veces llevan a pensar que si rompemos la perfección, todo lo que hemos hecho ya no vale para nada, y eso es falso”, apunta Escrivà.

“El cambio climático no es una especie de catecismo o de deberes que haya que cumplir al 100 %. A mí como divulgador y activista, no me interesa que solo un 5 % de los españoles lo hagan todo ‘perfecto’, sino que el 80 % de la población de este país reduzca, por ejemplo, a la mitad su consumo de plástico, carne, vuelos en avión, etc.” detalla. (Le puede interesar: Una guía para hablar de cambio climático con niñas y niños)

Además, según el científico, estos perfiles hiperperfeccionistas pueden ser peligrosos si se toman como ejemplo y generan más ecoansiedad, ya que hay gente que no puede renunciar a ciertas cosas por su situación personal.

“Hay personas que pueden renunciar al plástico, pero no otras, como los médicos. Por tanto, hay que ver estos perfiles como gente que, gracias a los privilegios que tienen y a su concienciación y empuje, ha podido realizar ciertos cambios”, asevera el experto.

Más incertidumbre entre niños y jóvenes

Además, un artículo de opinión publicado en la revista BMJ señala que los niveles de ecoansiedad están en aumento, especialmente entre los niños y los jóvenes. Los investigadores del Imperial College London en Reino Unido, Mala Rao y Richard A. Powell, comentaban los resultados de una encuesta realizada en 2020 a psiquiatras infantiles de Inglaterra. Más de la mitad (57 %) de ellos atiende a niños y jóvenes angustiados por la crisis climática y el estado del medioambiente.

“Lo que les preocupa es la incertidumbre sobre el futuro, ya que cada vez hay más conciencia sobre la magnitud del cambio catastrófico que puede producirse y la urgencia de la necesidad de actuar a escala mundial”, subraya a SINC Rao.

Además, lo más frustrante para estos jóvenes es “que los gobiernos y los adultos –especialmente los que tienen influencia y poder– no parecen compartir esta preocupación por el cambio climático y la urgencia de la necesidad de actuar. Por tanto, se sienten traicionados y abandonados”, añade la experta.

Esperanza contra el cambio climático

Pero, a pesar de los ánimos, ¿hay lugar para la esperanza? A nivel político, el pacto de Glasgow alcanzado en la última Cumbre del Clima (COP26) ha sido calificado por los expertos como insuficiente ante la emergencia a la que nos enfrentamos, aunque se han establecido acciones concretas para reducir de manera significativa el uso del carbón y terminar con los subsidios a los combustibles fósiles.

Según María Ojala, la mejor estrategia para afrontar el cambio climático es tener esperanza y ampliar nuestra perspectiva: “Tenemos que ser capaces de ver los aspectos positivos, como que cada vez más gente es consciente de la crisis climática o que, a lo largo de la historia, se han resuelto problemas sociales difíciles”, explica la psicóloga.

“Grupos activistas como Extinction Rebellion consideran que de la rabia que genera la inacción de los líderes, saldrán movimientos transformadores. Yo confío más en inspirar, motivar y ofrecer esperanza. Una esperanza que requiere exigir cambios e implementarlos en nuestro día a día, eso sí.”, detalla a SINC Irene Baños, periodista especializada en temas medioambientales y autora del libro Ecoansias. (Le puede interesar: El cambio climático también es un asunto de niños y niñas)

Además, es fundamental que las personas ecoansiosas hablen de sus preocupaciones ambientales y se relacionen con personas que compartan esas inquietudes. Formar parte de un grupo de voluntariado, donde se realicen acciones beneficiosas para el medioambiente, puede tener el potencial de mejorar el bienestar de la persona y disminuir su ecoansiedad.

“Trabajar con otras personas de una edad similar y que comparten un interés común tiene la ventaja de empezar a desarrollar una resiliencia emocional como grupo, y de creer que tienen voz y que son parte de la solución”, afirma Rao.

Baños coincide: “Es importante unirse a colectivos de cualquier índole que nos hagan sentir que no estamos en soledad frente a semejante reto, que nos inspiren y nos den esperanza”.

“Y, por supuesto, sacudirnos la culpa de encima; hagamos lo que hagamos, no dejemos que la obsesión por la perfección nos aplaste o corremos el peligro de caer en la parálisis”, concluye la periodista.

FUENTE: El Espectador, 04-12-2021