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martes, 29 de diciembre de 2020

LONDRES SALE DE LA ACCIÓN CONJUNTA DE LA UE CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO

 




EFE.- Los acuerdos energéticos alcanzados por el Reino Unido y la Unión Europea (UE) dejan a Londres fuera de la acción conjunta comunitaria contra el cambio climático, pero ponen sus objetivos ambientales al nivel del respeto a la democracia, los derechos humanos y la no proliferación de armas de destrucción masiva.

El acuerdo comercial alcanzado entre las dos partes, cuyos detalles se han hecho públicos este sábado, muestra que el Reino Unido saldrá a partir del 1 de enero de 2021 de la acción conjunta de los países europeos contra el cambio climático, aunque las dos partes seguirán respetando los principios ambientales clave, como la precaución, integración y el pago de daños por parte

Londres ya no podrá acceder al sistema de comercio de emisiones en la zona comunitaria, una herramienta primordial en la lucha contra las emisiones de efecto invernadero, puesto que permite el reparto del esfuerzo entre los países europeos y de la carga de cumplir con los objetivos de descarbonización.

A pesar de ello, el Reino Unido y la Unión Europea reconocen ser parte de una “biosfera compartida”, lo que supone una cobertura conjunta de los objetivos actuales acordados en Bruselas y recogidos en leyes que seguirán vigentes después de enero también en los reglamentos británicos, como los objetivos de reciclaje de residuos para 2030, del agua para 2027 y los techos de contaminación del aire para 2030.

La UE y el Reino Unido también reafirman su ambición de lograr la neutralidad climática en toda la economía para 2050, y sitúan la lucha contra el cambio climático al mismo nivel que otros elementos esenciales como la democracia, los derechos humanos y el estado de derecho, y la no proliferación de armas de destrucción masiva.

Es la primera vez que la UE incluye la lucha contra el cambio climático como “elemento esencial” en un acuerdo bilateral con un tercer país.

Esto significa, por ejemplo, que si la UE o el Reino Unido se retiraran del Acuerdo de París, o tomaran medidas que frustraran su propósito, la otra parte tendría el derecho de suspender o incluso rescindir parte o la totalidad del Acuerdo UE-Reino Unido.        Fuente: Latinus, 26-12-2020


 



CIENTÍFICOS UTILIZARÁN INTELIGENCIA ARTIFICIAL PARA ANALIZAR EL CAMBIO CLIMÁTICO DESDE EL OCÉANO

 

El Instituto Francés de Investigación en Ciencias y Tecnologías DigitalesInria Chile, anunció el proyecto “OcéanIA”, desafío que busca a través de herramientas de inteligencia artificial, machine learning y modelamiento matemático, contribuir a la comprensión y encontrar nuevas respuestas al calentamiento global, a través de la comprensión del océano, la biodiversidad, sus cambios y efectos.

La iniciativa será alimentada con datos históricos de más de 10 años del océano, complementados con las muestras marinas obtenidas por la Misión Microbiome de la Fondation Tara Océan, que el 12 de diciembre zarpó desde Lorient en Francia, rumbo a aguas chilenas.

“OcéanIA es un ejemplo de cooperación franco-chilena donde se movilizan y ponen a disposición recursos, tanto humanos como económicos. Equipos de los distintos centros de Inria, y también colaboradores externos de universidades y otras organizaciones, trabajaremos en conjunto durante cuatro años con el objetivo resolver un desafío mundial, como es el caso de la lucha contra el cambio climático a través de la inteligencia artificial”, dice la directora del centro de Inria en Chile, Nayat Sánchez-Pi.

En este trabajo conjunto, Inria Chile convocó al Centro de Modelamiento Matemático (CMM) de la Universidad de Chile y al Departamento de Ecología y Centro de Cambio Global de la Pontificia Universidad Católica a vincularse y ser parte de esta iniciativa.

“Hoy, el océano es la última incógnita y comprenderlo representa una oportunidad de gran impacto en la lucha contra el cambio climático y un desafío para la inteligencia artificial moderna y el machine learning aplicado”, agrega Nayat Sánchez-Pi.


    En el proyecto participan investigadores de Inria en Chile, de Francia de los equipos: ANGE de Inria París, TAU de Inria Saclay y BIOCORE de Inria Sophia-Antipolis. Asimismo, se involucran la Federación GO-SEE del Centre national de la recherche scientifique (CNRS), el equipo ComBi de Laboratoire des Sciences du Numérique de Nantes (LS2N) de la Universidad de Nantes y Fondation Tara Océan.

    “Este proyecto de naturaleza transdisciplinaria viene a completar uno de los eslabones que faltaban en el estudio de la relación entre biodiversidad marina y clima, y la comprensión desde muchas dimensiones de las bombas biológicas. Esto es sumar y desarrollar con fuerza herramientas matemáticas y de ciencia de datos”, indicó Alejandro Maass, director del Centro de Modelamiento Matemático de la Universidad de Chile.

    “Desde nuestra perspectiva esperamos aportar nuestra experiencia –de muchos años de colaboración con Tara– tratando grandes volúmenes de muestras genómicas, y las redes de interacción que ellas generan, hasta su integración en modelos que las relacionen de manera cuantitativa con variables ambientales y, por ende, el clima. Esperamos ser un puente entre la biología del océano y los modelos matemáticos subyacentes; un tema donde hay mucho que descubrir”, agregó.

    Pedro Bouchon, vicerrector de Investigación Pontificia Universidad Católica de Chile, sostiene que: “como universidad, valoramos fuertemente el proyecto OcéanIA en un desafío mundial como es la lucha contra el cambio climático. Esta mirada es sinérgica con el enfoque que desarrollamos en la universidad, a través de la red de centros y estaciones regionales UC. En esta cooperación, la formación de personas es un aspecto crucial. A través de la investigación, académicos, postdoctorandos y estudiantes, en distintas etapas de formación, adquirirán una visión amplia del desafío, cuestionando paradigmas, reflexionando y dialogando, poniendo en perspectiva el conocimiento adquirido y desarrollando soluciones”.

    Con Fondation Tara Océan, Inria Chile tiene una alianza de cooperación que le permitirá estudiar los datos de la expedición “Misión Microbiome” que está recorriendo por dos años el Pacífico y el Atlántico recogiendo muestras de plancton, el primer eslabón de la cadena alimentaria de la humanidad, formado por microalgas y bacterias fotosintéticas que capturan dióxido de carbono atmosférico y, a cambio, entregan la mitad del oxígeno que respiramos todos los días. Se espera que el barco recorra las costas chilenas, desde la Antártica hasta Iquique entre febrero y mayo de 2021.

    FUENTE: La Tercera, 26-12-2020

    LOS GRANDES ESTRAGOS CLIMÁTICOS COSTARON 120.000 MILLONES DE EUROS EN 2020

     


    Los diez 10 desastres climáticos más costosos del mundo en 2020 provocaron pérdidas valoradas en 145.500 millones de dólares (120.000 millones de euros), con lo que se superaron las cifras del 2019. Son datos de un informe de Christian Aid(Contando el costo 2020: un año de crisis climática) que identifica los desastres climáticos más destructivos del año.

    En total 13,4 millones de personas tuvieron que  desplazarse y hubo casi 3.500 muertos en estos sucesos.

    Los huracanes de EE.UU., América Central y Caribe registrados entre mayo y noviembre tuvieron un coste de 33.500 millones de euros

    Cada uno de los diez sucesos causaron daños valorados en al menos 1.500 millones de dólares y nueve de ellos causaron daños por valor de al menos 5.000 millones. El coste del capítulo más destructivo se situó por encima de los 41.000 millones de dólares (33.500 millones de euros); fueron los huracanes de Estados Unidos, América Central y Caribe, registrados entre mayo y noviembre, y que ocasionaron más de 400 muertes (y más de 200.000 desplazados)

    TOPSHOT - Carlos Vasquez looks at damaged homes after the passage of Hurricanes Eta and Iota in Proteccion, Santa Barbara department, Honduras, on December 11, 2020. (Photo by Edison UMANZOR / AFP)

    Carlos Vasquez señala su casa inunda tras el paso del huracán Eta en Protección, en el departamento de Santa Barbara, en Honduras, el 11 de diciembre

     AFP

    La mayoría de estas estimaciones se basan únicamente en las pérdidas aseguradas, lo que significa que los verdaderos costes es probable que sean más altos.

    Solo el 4% de las pérdidas económicas de los eventos extremos afectados por el clima en los países de bajos ingresos estaban aseguradas, en comparación con el 60% en las economías de altos ingresos, según el informe, que cita un estudio del mes pasado en The Lancet.

    Si bien el informe se centra en los costos financieros, que suelen ser más altos en los países más ricos debido a que tienen propiedades más valiosas, algunos sucesos climáticos extremos en 2020 fueron devastadores en los países más pobres, a pesar de que los precios eran más bajos. Sudán del Sur, por ejemplo, experimentó una de sus peores inundaciones registradas, las cuales matar a 138 personas y destruyó las cosechas del año.

    Algunos de los desastres tuvieron efectos inmediatos; es lo que pasó con el ciclón Amphan, que azotó la Bahía de Bengala en mayo, y provocó pérdidas valoradas en 13.000 millones de dólares (10.500 millones de euros) en tan solo unos días (con 128 muertos y 4,9 millones de desplazados). Otros desastres se prolongaron durante meses, como pasó con las inundaciones en China e India entre junio y octubre, que tuvieron un costo estimado de 32.000 y 10.000 millones de dólares respectivamente (26.200 y 8.200 millones de euros). En China hubo que lamentar 278 muertes (con 3,7 millones de desplazados) y en India, 2.067 muertes (con 4 millones de desplazados).

    Cinco de los diez eventos más costosos tuvieron lugar en Asia, y en su mayor parte estuvieron asociados a un monzón inusualmente lluvioso. Y en África, enormes enjambres de langostas devastaron cultivos y vegetación en varios países, hasta causar daños estimados en 8.500 millones de dólares (7.000 millones de euros). Esta plaga fue relacionada condiciones húmedas provocadas por lluvias inusuales impulsadas por el cambio climático.

    En Europa, dos ciclones extratropicales ocasionaron pérdidas por valor de 4.800 millones de euros, con 30 muertes

    El impacto del clima extremo se dejó sentir en todo el mundo. En Europa, dos ciclones extratropicales, por sí solos, tuvieron un costo conjunto de 5.900 millones de dólares (4.800 millones de euros), con 30 muertes (pero ningún desplazado)

    Y Estados Unidos tuvo temporadas récords de huracanes e  incendios. En la costa este, entre junio y noviembre, los incendios ocasionaron daños por valor de 20.000 millones de dólares (16.400 millones de euros), provocaron 42 muertes y obligaron a que más de 500.000 personas estuvieran bajo orden de evacuación.

    Algunos lugares menos poblados también sufrieron las consecuencias del calentamiento del mundo. En Siberia una ola de calor durante la primera mitad del año estableció un récord en la ciudad de Verkhoyansk, con temperaturas que alcanzan los 38 ° C. Unos meses después, en el otro lado del mundo, el calor y la sequía provocaron incendios en Bolivia, Argentina, Paraguay y Brasil. Aunque no hubo víctimas humanas en estos casos, la destrucción de estas áreas tiene un gran impacto sobre la biodiversidad y la capacidad del planeta para responder a un mundo más cálido.

    -- AFP PICTURES OF THE YEAR 2020 -- A kangaroo jumps in a field amidst smoke from a bushfire in Snowy Valley on the outskirts of Cooma on January 4, 2020. - Up to 3,000 military reservists were called up to tackle Australia's relentless bushfire crisis on January 4, as tens of thousands of residents fled their homes amid catastrophic conditions. (Photo by SAEED KHAN / AFP)

    Unos canguros saltan en un campo lleno de humo a causa de los incendios en Snowy Valley, en Australia, el 4 de enero

     AFP

    Si bien el cambio climático puede haber influido en todos estos acontecimientos, muchos de los países que lo padecieron tuvieron poca responsabilidad en las consecuencias del calentamiento global que les afectó, según señala el informe. En este sentido se cita el caso de Nicaragua, que fue golpeada por el huracán Iota, la tormenta más fuerte de la temporada de huracanes del Atlántico, y Filipinas, donde los tifones Goni y Vamco tocaron tierra de manera sucesiva.

    “Estos sucesos extremos resaltan la necesidad de una acción climática urgente”, insisten los autores del estudio. La referencia sigue siendo el Acuerdo de París (2015), que establece el objetivo de detener el aumento de temperaturas "muy por debajo" de 2 ° C en comparación con los niveles preindustriales, e, incluso, proseguir los esfuerzos para que no rebase los 1,5 º C. “Es fundamental que los países se comprometan a tener nuevos y audaces objetivos antes de la próxima conferencia climática, que tendrá lugar en Glasgow, en noviembre de 2021.

    En millones de dólares

    Un ranking

    “Lógicamente, la pandemia de Covid-19 ha sido la gran preocupación este año. Para millones de personas en zonas vulnerables del planeta el colapso climático ha agravado todo esto. Sin embargo, al igual que la vacuna para Covid-19, sabemos cómo solucionar la crisis climática. Necesitamos mantener los combustibles fósiles bajo tierra, impulsar la inversión en energía limpia y ayudar a quienes están sufriendo estas consecuencias en primera línea”, señala Kat Kramer, autora del informe y responsable del área de política climática de Christian Aid.

    El cambio climático ha continuado haciendo estragos en 2020. Es vital que 2021 marque el comienzo de una nueva era de actividad que cambie la tendencia

    “Ya sean inundaciones en Asia, langostas en África o tormentas en Europa y América, el cambio climático ha continuado haciendo estragos en 2020. Es vital que 2021 marque el comienzo de una nueva era de actividad que cambie la tendencia”, señala. La presidencia de Biden en la Casa Blanca, los movimientos sociales en todo el mundo que piden una acción urgente, las inversiones en recuperación verde tras la Covid y la cumbre climática organizada por el Reino Unido crean las nuevas condiciones favorables para la acción según este grupo.

    El 2020 fue un excepcionalmente cálido, en lo que respecta al Océano Índico. Se dieron temperaturas de entre 30 y 33 º C en el mar Arábigo y la Bahía de Bengala. Estas altas temperaturas tenían las características de olas de calor marinas que podrían haber conducido la intensificación de los ciclones premonzónicos Amphan y Nisarga. “El de Amphan fue uno de los ciclones más fuertes jamás registrados en la Bahía de Bengala durante la temporada previa al monzón”, señala Roxy Mathew Koll, científica climática del Instituto Indio de Meteorología Tropical en Pune, en India.

    FUENTE:  La Vanguardia, 28-12-2020

    LA MADERA DE PINO AMENZADA POR EL CAMBIO CLIMÁTICO

     




    28/12/2020 07:40:55 La producción forestal española de pino marítimo y especialmente la de pino silvestre se verán afectadas negativamente por culpa del cambio climático. Es una de las conclusiones del estudio realizado por FSC España, con el apoyo científico y técnico de expertos de las universidades de Alcalá de Henares y de Vigo, que acaba de concluir después de año y medio de trabajos.

    El estudio de campo se ha desarrollado en dos pinares productivos certificados FSC, uno en San Martiño de Frades (A Coruña) propiedad y gestionado por Finsa S.A. y otro en San Martín de Oscos (Asturias), propiedad de Roupar de Gestión S.L. y gestionado por Cerna. Para su realización se tuvo en cuenta la experiencia previa de FSC obtenida gracias a dos proyectos anteriores sobre adaptación al cambio climático de los bosques españoles.

    Preocupación con los pinares de pino silvestre

    Además del daño en la producción forestal, el trabajo descubre que la pérdida de idoneidad del hábitat donde se asientan los montes influirá en el futuro de manera diferente según las distintas especies arbóreas implicadas.

    El pino marítimo, resinero o negral (Pinus pinaster) podría verse afectado tanto negativa como positivamente en toda la península Ibérica, siendo finalmente las ganancias de hábitat superiores a las pérdidas.  

    Justo al contrario que el pino silvestre (Pinus sylvestris), cuyo hábitat idóneo podría verse afectado muy negativamente en toda la península ibérica y en concreto en la región noroccidental bajo condiciones de cambio climático, con pérdidas de hábitats que oscilan entre el 46% y el 77% según los escenarios menos y más agresivos.

    El riesgo asociado a la producción forestal e idoneidad del hábitat es igualmente diferente según las diferentes especies arbóreas. Se presenta leve para el pino marítimo, aumentando hasta moderado para el pino silvestre.

    Por otro lado, el análisis realizado sobre el impacto, vulnerabilidad y adaptación de la industria asociada a la madera pone de manifiesto que el sector no solo es vulnerable a cambios en la producción de las especies, sino a otros muchos factores a escala global como la evolución del mercado, las condiciones socioeconómicas y políticas, las catástrofes naturales o las pandemias. Por ello se recomienda realizar un análisis conjunto de todos los factores para poder identificar los riesgos reales.

    Mejor si está certificado

    El estudio también destaca el papel relevante de la certificación FSC como la herramienta más eficaz de adaptación al cambio climático, al mejorar la gestión de los bosques y dar confianza a los gobiernos, donantes, empresas y consumidores.

    La certificación FSC se confirma así como un modo creíble y comparable de que la cadena de suministro de productos forestales colabora con la acción climática.

    Además, la certificación forestal FSC permite desarrollar nuevas herramientas para evaluar el impacto de la gestión forestal en los servicios de los ecosistemas, incluida la captura y almacenamiento de carbono, conservación de la biodiversidad, servicios de cuencas, protección de suelos y servicios recreativos.

    Por todo ello, y como demuestra este estudio, la certificación FSC es una solución fiable para aclarar las incertidumbres del mercado ante la actual situación de cambio climático, comportándose como una clara vía de oportunidad para la industria forestal.

    Proteger los pinares

    El estudio de FSC destaca la necesidad de proteger este tipo de masas forestales que cada vez van a ser más vulnerables debido a la emergencia climática, especialmente las de pino silvestre. Se propone mantener estructuras forestales heterogéneas, con diversidad genética y estructural, fomentando la biodiversidad y optimizando la densidad arbolada, incluyendo desbroces que ayuden a reducir el riesgo de incendios.

    Respecto a la industria forestal, algunas de las estrategias de adaptación propuestas consisten en incrementar los incentivos económicos, promover el desarrollo equilibrado del potencial de secuestro de carbono en productos de madera, ampliar las cadenas de valor innovadoras basadas en madera e impulsar la certificación forestal FSC.

    Toda la información intermedia y de resultados generada en el proyecto es pública y puede consultarse en este enlace de la página web de FSC.

    El proyecto ‘Técnicas de adaptación al cambio climático en la gestión forestal y la industria de la madera FSC” cuenta con el apoyo del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, a través de la Fundación Biodiversidad, como línea de actuación prioritaria en el Tercer Programa de Trabajo del Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNACC).

    FUENTE: Compromiso RSE , 28-12-2020

    martes, 22 de diciembre de 2020

    CAMBIO CLIMÁTICO PEOR QUE LA PANDEMIA

     A la humanidad no le queda otra alternativa que cambiar el modo de vida del despilfarro y dejar de quemar combustibles fósiles o perecer.  

    El ser humano es, tal vez, el único ser viviente que se suicida de forma colectiva. La aseveración se infiere por la forma como destruye el medio ambiente, fuente de vida. Por el deseo, o más bien la ‘enfermedad’ de aumentar su capital, las empresas -con el apoyo de muchos gobiernos- destruyen bosques, desvían ríos, contaminan, afectan la flora y la fauna, ‘siembran’ plástico en los océanos, contribuyen a elevar la temperatura del planeta, destruyen páramos. 

    En una de sus páginas web y con el título “2020: un año clave para enfrentar las emergencias del clima y la biodiversidad”, la Organización de Naciones Unidas, ONU, expresa: “En los últimos meses, la comunidad científica ha encendido las alarmas sobre el colapso de la biodiversidad y la emergencia climática que atraviesa nuestro planeta. Los científicos y la mayoría de los gobiernos están de acuerdo en que el mundo enfrenta una crisis ambiental sin precedentes, con un gran número de especies al borde de la extinción y temperaturas globales en aumento”.

    Puede ser cierto que muchos gobiernos estén de acuerdo de que hay crisis ambiental, pero en la práctica, en varios países con la aquiescencia de los gobernantes, las empresas deterioran el medio ambiente. Los presidentes tienen doble discurso: en los foros internacionales donde se tratan esos temas, se declaran abanderados de la defensa del planeta, pero en sus naciones se confabulan con empresarios para que hagan explotaciones de los recursos naturales sin importar el daño medio ambiental. 

    Dice también la ONU: “Las soluciones basadas en la naturaleza son la mejor opción para alcanzar el bienestar humano, abordar el cambio climático y proteger el planeta. Sin embargo, la naturaleza está en crisis, ya que estamos perdiendo especies a un ritmo 1.000 veces mayor que en cualquier otro momento histórico registrado. Los seres humanos dependen de ecosistemas estables y saludables para su propia supervivencia”.

    Colombia, sin agenda ambiental

    Ni este 2020, ni los años anteriores, en el caso particular de Colombia, los gobiernos no han tenido una agenda comprometida con acciones ambientales que detengan la destrucción de ecosistemas tales como páramos, ciénagas, playas, arrecifes, manglares, lagunas, todas necesarias para el equilibrio medioambiental. Más bien, prefieren cambiar agua por oro, bosques por desiertos; trueque que beneficia a unos pocos y perjudica a la mayoría de la población, sobre todo la nativa que ha vivido de esos ecosistemas. El país no puede seguir cambiando la riqueza por espejismos. 

    Que el cambio climático es peor que una pandemia lo advirtió la ONU con las cifras de muertos por este fenómeno promovido por el hombre. En marzo del 2019 en un informe sobre el estado del planeta, reveló que una de cada cuatro muertes prematuras y de enfermedades se relaciona con la contaminación y otros daños al ambiente. La contaminación atmosférica, los productos químicos que dañan el agua potable y la destrucción acelerada de los ecosistemas vitales para miles de millones de personas están causando una especie de epidemia mundial. 

    Los avisos sobre los daños al planeta no son nuevos. Por ejemplo, el efecto invernadero es un fenómeno en el cual la radiación de calor de la superficie de la Tierra es absorbida por los gases de la atmósfera y es emitida de nuevo en todas direcciones, generando aumento de la temperatura media de 0,2 grados Celsius –oC­–  por decenio y reducción de la superficie de glaciares, lo que conlleva a la elevación del nivel del agua de mares y océanos. El fenómeno se puede contrarrestar dándole prioridad al transporte público, reutilizando todo lo más que se pueda, ahorrando energía y agua, consumiendo menos carne. 

    El efecto invernadero fue formulado en el siglo XIX por Joseph Fourier (1768-1830), gran matemático francés. Dedujo su existencia en la década de1820 cuando se dio cuenta de que la Tierra estaba mucho más caliente de lo esperado, teniendo en cuenta la distancia que la separaba del sol, aproximadamente 150 millones de kilómetros. Si no fuera por tal situación, el planeta sería tan frío como la Luna y Marte. Es más caliente porque la radiación solar pasa más fácilmente hacia adentro de la atmósfera calentando la superficie de nuestro planeta.

    Agricultura y deforestación, otros detonantes

    El fenómeno se agudizó al aumentar los gases emitidos por el hombre. Los conocidos como gases de efecto invernadero –GEI–, calentando más el planeta. ¿Cuáles son esos gases? Metano, dióxido de carbono, óxido nitroso, ozono. Se producen por procesos naturales, como cuando respiran las plantas, los animales y las personas; también, por las actividades humanas, como cuando fabrica plástico, extrae y consume combustibles fósiles, la deforestación, la erosión del suelo, la agricultura y la ganadería. Según la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación la Agricultura, FAO, tanto la deforestación como la agricultura son responsables de un cuarto de los GEI.

    Otro científico, el químico sueco Svante A. Arrhenius, Nobel de Química 1903, sugirió que una concentración doble de gases de CO2 provocaría un aumento de temperatura de 5 oC. Él, junto con Thomas Chamberlin, calculó que las actividades humanas podrían provocar ese incremento mediante la adición de CO2 a la atmósfera. Los cálculos a mano son parecidos a los que se hacen actualmente con los modelos y computadores más actualizados. 

    En realidad, Arrhenius pretendía resolver el problema de las glaciaciones, ya que le interesaba, inicialmente, el enfriamiento global más que el calentamiento. Tuvo la fortuna de que los cálculos funcionaban bien en ambos sentidos. Pero él no les dio mucha importancia a los cómputos porque no se imaginó que los seres humanos llegasen a emitir tanto CO2. Pensaba que necesitarían tres mil años para que duplicasen la cantidad de CO2, pero ya se sabe que fue una idea equivocada, porque hoy, unos 100 años después, los GEI son una de las grandes amenazas de la existencia humanidad.

    Las emisiones de carbono siguen aumentando 

    Según Laurence C. Smith, autor del libro El mundo en el 2050, publicado en 2011, “ya hemos aumentado la concentración de CO2, en la atmósfera casi un 40 %, de unas 280 partes por millón en volumen, ppmv, en los tiempos preindustriales a unas 387 ppmv en 2009. Dos tercios de ese aumento están minuciosamente documentados desde 1958, el año en que Charles Keeling puso en marcha el primer programa continuo de mediciones de muestras de aire en el Observatorio de Mauna Loa, en Hawai, dentro del Año Geofísico Internacional”. 

    Agrega: “Las mediciones atmosféricas de otros dos potentes GEI emitidos también por la actividad humana, el metano y el óxido nitroso, han seguido unas pautas ascendentes parecidas. Según lo que decidamos acerca de las emisiones de carbono, las predicciones de la concentración de CO2 atmosféricos para finales del siglo XXI van desde las 450 ppmv a las 1,350, lo que se corresponde con un aumento de la temperatura media mundial de 0,6 a 4,0 grados, que hay que sumar a los 0,7 grados ya experimentados en el siglo XX”.

    Smith es catedrático y profesor de geografía y ciencias de la Tierra y el espacio en la universidad de California en Los Ángeles. Ha sido asesor del Congreso para estudiar el impacto del cambio climático, y su trabajo tiene un lugar destacado en el cuarto informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, ganadores del Premio Nobel de la Paz en 2007.  Infortunadamente, mientras los científicos investigan y explican lo que pasa con el planeta, políticos y gobernantes venidos a menos, como Donald Trump, niegan el cambio climático. Otros no lo niegan, pero permiten que los empresarios continúen con su degradación. 

    FUENTE: La Crónica del Quindío, 20-12-2020

    CAOS CLIMÁTICO EN MEDIO DE LA PANDEMIA A CINCO AñOS DEL ACUERDO DE PARIS


    Han pasado cinco años desde que se firmó el Acuerdo de París sobre Cambio Climático. Este acuerdo, firmado por la mayoría de los países del mundo, estableció un plan totalmente voluntario e inexigible para evitar el caos climático global. Esta semana, en una cumbre para celebrar el quinto aniversario del acuerdo —que se llevó a cabo en forma virtual debido a la pandemia de coronavirus—, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, dijo: “Aún no estamos yendo en la dirección correcta. El Acuerdo de París prometió limitar el aumento promedio de la temperatura global a 1,5 grados Celsius aproximadamente, pero los compromisos asumidos en el acuerdo estaban lejos de ser suficientes para lograr esa meta y, de hecho, ni siquiera se están cumpliendo. Es por eso que pido a todos los líderes del mundo que declaren el estado de emergencia climática en sus países hasta que se alcance la neutralidad en las emisiones de carbono”.

    Sin embargo, los líderes mundiales tienen su atención enfocada en un estado de emergencia diferente. Con más de 1,6 millones de muertes por COVID-19 en todo el mundo y más de 74 millones de contagios registrados, es incalculable el sufrimiento y la devastación económica que la pandemia ha causado, en forma desproporcionada, a las personas pobres y de color. Con el presidente Donald Trump todavía al mando, ignorando en gran medida la crisis, a Estados Unidos le está yendo peor que a cualquier otro país del mundo: registra hasta el momento más de 300.000 muertes por COVID-19. Las muertes diarias superan actualmente las 3.600, lo que constituye un récord mundial. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades pronostican que 83.000 estadounidenses morirán por COVID-19 solo en las próximas tres semanas.

    Tanto la catástrofe de la pandemia como la del clima deben abordarse de inmediato. Una coalición de más de 380 grupos ambientalistas, unidos bajo el lema “Reconstruir un mundo sin combustibles fósiles”, reclama una acción urgente del presidente electo Joe Biden tan pronto como asuma el cargo. Kassie Siegel, referente del Centro para la Diversidad Biológica, uno de los grupos que integra la coalición, afirmó: “Nuestra casa está en llamas debido al fuego que Donald Trump avivó durante cuatro años. No hay tiempo que perder”. Y agregó: “Joe Biden debe tomar medidas audaces apenas ingrese al Despacho Oval, sin esperar a un Congreso que funciona de manera disfuncional”. El grupo exige una serie de medidas ejecutivas para revocar los retrocesos regulatorios del Gobierno de Donald Trump en materia ambiental, así como otras para impulsar una recuperación que tenga en cuenta los preceptos de la economía ecológica.

    Una recuperación genuinamente ecológica debería apuntar a la construcción de una economía con cero emisiones de carbono y al desarrollo de una infraestructura de energías renovables, así como también a la eficiencia y conservación energéticas. Al mismo tiempo es fundamental abordar el racismo estructural y la desigualdad que hacen que las personas pobres y de color sean las más afectadas por la crisis del cambio climático y soporten la peor parte de nuestra adicción a los combustibles fósiles. Estados Unidos, como el mayor emisor histórico de gases de efecto invernadero, responsable de una cuarta parte del dióxido de carbono emitido a nivel mundial desde 1751, tiene la responsabilidad moral de impulsar una recuperación ecológica enérgica y de ayudar a los países en vías de desarrollo a hacer lo mismo. Con la derrota de Donald Trump y la victoria del presidente electo Joe Biden, los activistas contra el cambio climático han recobrado las esperanzas.

    Biden ha anunciado los nombres de varias de las personas que van a ocupar puestos claves para la implementación de su estrategia climática. El ex secretario de Estado John Kerry ha sido designado como delegado especial del Presidente para asuntos climáticos. Será el encargado de las negociaciones internacionales relativas al cambio climático y tendrá un asiento en el Consejo de Seguridad Nacional. Asimismo, la exdirectora de la Agencia de Protección Ambiental Gina McCarthy será la coordinadora de asuntos sobre cambio climático de la Casa Blanca y quien se encargará de establecer las políticas climáticas en el orden nacional. McCarthy contará con la asistencia del experto en políticas contra el cambio climático y exasesor en asuntos sobre el clima del Gobierno de Barack Obama, Ali Zaidi.

    Días antes de su nombramiento, McCarthy publicó en Twitter: “Todos los organismos del Gobierno de Biden deberían priorizar la acción contra el cambio climático y a favor de las energías limpias en sus políticas e inversiones federales […] para promover los intereses de los trabajadores y la justicia medioambiental en las comunidades de todo el país”.

    Biden también designó a Pete Buttigieg —exalcalde de la ciudad de South Bend, Indiana, y exrival de Biden en las elecciones primarias del Partido Demócrata— como secretario de Transporte, quien será responsable de regular el sector más contaminante de nuestra economía. La exgobernadora del estado de Michigan Jennifer Granholm, considerada una firme defensora de las energías renovables, ha sido nominada para encabezar el Departamento de Energía. Por su parte, la abogada especializada en Derecho ambiental Brenda Mallory dirigirá el Consejo de Calidad Ambiental, que tiene un papel fundamental en la lucha contra el “racismo medioambiental”, término que describe la injusticia medioambiental que subyace en un contexto social de racismo y marginación.

    “Esta es una gran victoria para nuestro movimiento”, dijo en un comunicado Varshini Prakash, directora ejecutiva de Sunrise Movement, un movimiento liderado por jóvenes activistas que luchan por la justicia ambiental. Prakash continuó diciendo: “Sin embargo, la verdadera magnitud del compromiso de Biden para abordar la crisis climática a través de una movilización de todo el gobierno y toda la sociedad se verá en relación con las herramientas, el poder y los recursos que se brinden para que el abordaje pueda ser efectivo y se pueda avanzar con audacia […] hacia una energía 100 % limpia que promueva la justicia ambiental, empleos de calidad, salarios y beneficios para los trabajadores”.

    La alteración del clima causada por los seres humanos está impactando al planeta a una escala sin precedentes, con una catástrofe tras otra: sequías extremas e incendios forestales, sucesiones de huracanes y tifones, deterioros y pérdidas de hábitats. Todo ello dejando una secuela de muerte y destrucción a su paso. El calentamiento global también genera la aparición y propagación de enfermedades contagiosas, lo que prácticamente garantiza la futura aparición de más pandemias como la que estamos enfrentando actualmente. Estas dos crisis simultáneas exigen una respuesta global, colectiva y coordinada para lograr una distribución equitativa y gratuita de vacunas y tratamientos contra el coronavirus, así como también una recuperación económica de matriz ecológica vigorosa y justa.

    FUENTE: PROCESO  DIGITAL, 20-12-2020