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sábado, 22 de mayo de 2021

CAMBIO CLIMÁTICO - COVID 19 - CRIPTO MONEDAS

 



En estos tiempos, en los cuales transitamos  la primera etapa  del siglo XXI,  hay algunos fenómenos socio-tecno-culturales que están revolucionando la forma de vida del planeta de manera única y global.

Estos eventos son el cambio climático, la pandemia covid-19, y las cripto-monedas.

Que emerjan y  sean de dominio público, en estos momentos, no significa que se deban a situaciones de generación espontánea, sino por el contrario son el resultado de largos procesos de incubación social.

En primera instancia podría deslizarse que cada uno de estos eventos revolucionarios son completamente diferentes, y por lo tanto sus causas y efectos no tiene entre sí ninguna relación. Vamos a ver que no es así.

Está  científicamente comprobado y aceptado que el cambio climático tiene un origen antropogénico,  es decir que se debe a acciones del ser humano en su interacción con el medio-ambiente. El crecimiento exponencial de la población mundial, el consumo irracional de bienes y servicios, la utilización desmedida de los recursos naturales, la impresionante generación de residuos ,  la deforestación sin control, la necesidad de disponer de cada vez mayores tasas de energía fósiles, han llevado a un aumento de la temperatura media del planeta, lo que se conoce como “calentamiento global”, y que está  generando  graves perjuicios como sequías irreversibles, inundaciones devastadoras, pérdida de la biodiversidad, y algunos otros eventos todavía no claramente evaluados como la modificación fitogenética , y la aparición de  nuevas cepas de virus y bacterias.

La pandemia covid-19 está reconocida como una de las mayores epidemias sanitarias globales sucedidas a lo largo de la historia de la humanidad. Todavía no está muy claro cuál ha sido su origen concreto. Se viene observando que estás nuevas variantes de virus podrían tener su origen en animales como  murciélagos, gallinas, porcinos, etc., los cuales viven en espacios confinados, fuera de su hábitat histórico, con alimentación artificial, y con un deterioro muy grande de su calidad de vida tradicional. Dada no lo disponibilidad de una vacuna, en el inicio de la pandemia,  las principales acciones para hacer frente a los contagios fueron entre otras el aislamiento social con la proliferación de los trabajos “virtuales”,  el cierre de todos los movimientos turísticos, y  la restringida  circulación vehicular en las propias ciudades.  Al haber disminuido la circulación de todo tipo, bajó notablemente el consumo de energías fósiles, lo cual contribuyó a atenuar el calentamiento global.

El último de los tres fenómenos  de impacto revolucionario  que antes mencioné, es la generación de las cripto-monedas.  Las cuales comenzaron con el bitcoin, y actualmente  continúan con  una variada gama de nuevas cripto-monedas.  Las cripto se reconocen así mismo como monedas virtuales, con una concepción descentralizada, y por fuera del dominio de cualquier banco central o institución de carácter gubernamental. Otro aspecto que distingue a las cripto monedas  es la difícil posibilidad que tienen de  ser  hackeadas. Esta barrera  a que se cometan fraudes  está en la generación de un sustento  informático denominado  “blockchains” (cadena de bloques). El mecanismo que permite que las cripto tenga este alto grado de seguridad se llama “minado”. Cabe destacar que este proceso de minado consume altísimas cantidades de energía, especialmente fósiles, las cuales contribuyen a aumentar el calentamiento global del planeta.

En los tres fenómenos revolucionarios y globales, que acompañan este siglo XXI, se observan aspectos  interrelacionados que derivan de políticas no sustentables.

En el caso del “calentamiento global”, la necesidad de tener una disponibilidad de producción de bienes y servicios  cada vez más abundante hace que el consumo de energías fósiles se incremente día a día, y por lo tanto genera un aumento de  la temperatura  promedio del planeta.

En el caso de la “pandemia covid-19”, las mismas causas que a contribuyen al calentamiento global, más el hacinamiento de las grandes urbes,  hacen que aún cuando pueda superarse la crisis del covid-19, la posibilidad de nuevas mutaciones, o inclusive de nuevos virus diferentes  continua estando presente.

Y por último, en el caso de las “cripto monedas”, el alto y pernicioso consumo de energías no renovables, más la estructura anárquica de la propia definición de la base conceptual de estas monedas, hacen un futuro no sustentable de las mismas.

Podemos concluir diciendo que estos tres fenómenos que están cambiando de manera real, no virtual, el mundo han llegado para instalarse definitivamente.

La posibilidad que tengamos una contribución positiva de los mismos hacia un desarrollo sustentable depende  estrictamente de  nosotros. 


FUENTE:  Juan José Olivieri , 22-05-2021





jueves, 13 de mayo de 2021

CRIPTO-MONEDAS Y CAMBIO CLIMÁTICO

 


En nuestro país, el calentamiento global no es uno de los temas de mayor preocupación entre sus habitantes, a pesar de los incendios en Córdoba y la Patagonia, o las sequías e inundaciones que se vienen sucediendo en distintos puntos de Argentina.


Sin embargo, una inversión de moda como la de las criptomonedas, que podría transformar el universo financiero en profundidad si se sostiene la tendencia de usarlas como reserva de valor (en lugar de las alternativas tradicionales), está íntimamente ligada al cambio climático.

Y eso también afecta a la Argentina, como sostiene la teoría del caos, en la que el aleteo de una mariposa (léase bitcoin) puede generar grandes cambios en otras partes del mundo, incluida nuestra periférica nación, que va recuperando aquel lugar de "última estación" que tenía en la época del imperio español en América.

El bitcoin, que es la divisa virtual más famosa de este universo de criptomonedas y que, en el último año, vio su precio multiplicarse por diez (pasó de valer u$s 5800 a u$s 58.000, en parte gracias al boom que provocó la inversión de Elon Musk de u$s 1500 millones), es un gran consumidor de energía, al igual que las demás monedas que funcionan bajo la tecnología blockchain.




Pero su impacto en el calentamiento global también crece a través de los "Non fungible tokens" (NFT), que son como los viejos fichines, pero en versión digital, y que representan un activo, como por ejemplo un cuadro, un video, etcétera. Estos tokens son muy valorados por los coleccionistas, son negociados y su valor varía en el tiempo.

¿Cuánta energía eléctrica demanda en un año la red de bitcoin para funcionar, sin considerar a las demás criptomonedas? Alrededor de 129 TWh (terawatts-hora), un nivel similar a lo que consume la economía argentina en el mismo lapso de tiempo, de acuerdo con el Centro de la Universidad de Cambridge para las Finanzas Alternativas (CCAF). Si el bitcoin fuera un país, sería el 30° mayor consumidor de electricidad en el mundo.

El tema es que, a mayor demanda de las divisas virtuales (porque sus precios no paran de crecer), mayor es el consumo eléctrico para funcionar. Y esto tiene un impacto indudable en el cambio climático. Como afirmó Bill Gates, "el bitcoin no es algo bueno para el medio ambiente".

Es que este consumo depende directamente de la estructura en que se basan estas monedas. En todo el mundo, miles de computadoras se dedican a "minar" las criptomonedas y verifican las transacciones en la red. Porque por más que estas divisas sean virtuales, el sistema que las alimenta es real y requiere de muchísima energía para que todas estas computadoras funcionen en el mundo.



Justamente, el 61% de esta energía que alimenta el sistema proviene de fuentes no renovables (petróleo, gas, carbón y energía nuclear), según el CCAF. Además, un artículo del New York Times indicó que un 66% de esta actividad se desarrolla en regiones de China con alta producción de carbón.

CRECIENTE PREOCUPACIÓN

"El desafío medioambiental se convirtió en una creciente preocupación en el sector del blockchain en general, sobre todo con la aparición de los NFT", afirmó Joseph Pallant, fundador de la fundación Blockchain for Climate. "Es una gran cosa que se calcule la huella de carbono de estos instrumentos", agregó, recordando que se trata de una tecnología muy contaminante.

En ese sentido, cuando se mide la huella de carbono del bitcoin, ésta es similar a la que produce toda la economía de Irlanda, equivalente a 39 megatoneladas de CO2 lanzadas en la atmósfera. Un estudio de la Universidad de Hawái advierte que, si el uso de las criptomonedas se generaliza, la temperatura de la Tierra podría aumentar más de dos grados en menos de 30 años.

El tema es que todavía nadie sabe a ciencia cierta si las criptomonedas llegaron para quedarse y revolucionar todo el sistema financiero (en ese caso deberían migrar su demanda a energías limpias), o si terminarán estallando en una gigantesca burbuja especulativa y sus requerimientos energéticos se amesetarán en niveles más tolerables para el medio ambiente.

FUENTE:  Finanzas y Mercado,  

MARTÍN BURBRIDGE

QUE SABE LA CIENCIA SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO Y POR QUE AÚN SE LO DISCUTE.

 


La Amazonia, un pulmón del planeta, se ha visto afectada por masivos incencios forestales. Foto: EFE

La Amazonia, un pulmón del planeta, se ha visto afectada por masivos incencios forestales.
Foto: EFE

La ciencia del cambio climático es más sólida y está más consensuada de lo que se cree. Pero el alcance del tema, así como la desinformación rampante, puede hacer difícil separar los hechos de la ficción.

Aquí, seis claves sobre lo que hoy se sabe del tema y también una explicación de cómo se llegó a ese conocimiento.

1.

- ¿Cómo sabemos que el cambio climático (CC) ocurre realmente?

El cambio climático se presenta a menudo como una predicción realizada por complicados modelos informáticos. Pero la base científica del cambio climático es mucho más amplia y los modelos son, en realidad, sólo una parte de ella (y, por lo que se ve, son sorprendentemente precisos).

Desde hace más de un siglo, los científicos comprenden la física básica que explica por qué los gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono, provocan el calentamiento.

Estos gases representan sólo una pequeña fracción de la atmósfera, pero ejercen un enorme control sobre el clima de la Tierra, al atrapar parte del calor del planeta antes de que se escape al espacio.

Este efecto invernadero es importante: ¡es la razón por la que un planeta tan alejado del sol tiene agua líquida y vida!

Sin embargo, durante la Revolución Industrial, la gente empezó a quemar carbón y otros combustibles fósiles para alimentar fábricas, fundiciones y máquinas de vapor, lo que añadió más gases de efecto invernadero a la atmósfera. Desde entonces, las actividades humanas han calentado el planeta.

Sabemos que esto es cierto gracias a un conjunto abrumador de pruebas que comienza con las mediciones de temperatura realizadas en estaciones meteorológicas y en barcos a partir de mediados del siglo XIX.

La temperatura media mundial aumentó 1,2° C desde 1880, pero los mayores cambios se produjeron a finales del siglo XX.

Más tarde, los científicos empezaron a seguir las temperaturas de la superficie con satélites y a buscar pistas sobre el cambio climático en los registros geológicos. En conjunto, todos estos datos cuentan la misma historia: la Tierra se está calentando.

La temperatura media mundial ha aumentado en 1,2º C desde 1880, y los mayores cambios se produjeron a finales del siglo XX. Las zonas terrestres se han calentado más que la superficie del mar y el Ártico es el que más se ha calentado. Las temperaturas extremas también cambiaron.

Este calentamiento no tiene precedentes en la historia geológica reciente. Una famosa ilustración, publicada por primera vez en 1998, y a menudo denominada el gráfico del palo de hockey, muestra cómo las temperaturas se mantuvieron bastante planas durante siglos (el eje del palo) antes de girar bruscamente hacia arriba (la hoja).e basa en datos de anillos de árboles, núcleos de hielo y otros indicadores naturales. Y la imagen básica, que ha resistido décadas de escrutinio por parte de los científicos del clima y de los contrarios por igual, muestra que la Tierra está más caliente hoy de lo que estuvo en al menos 1.000 años, y probablemente mucho más.

De hecho, las temperaturas de la superficie enmascaran la verdadera magnitud del cambio climático, porque el océano ha absorbido el 90% del calor atrapado por los gases de efecto invernadero.

Las mediciones realizadas en las últimas seis décadas muestran que todas las capas del océano se están calentando. Según un estudio, el océano absorbió entre 1997 y 2015, tanto calor como en los 130 años anteriores.

La Tierra está más caliente hoy de lo que estuvo en al menos 1.000 años, y probablemente mucho más. .

India: devotos caminan en el lecho sequeo de la confluencia de los ríos Ganges, Yamuna y Saraswathi. Foto: AFP

India: devotos caminan en el lecho sequeo de la confluencia de los ríos Ganges, Yamuna y Saraswathi. Foto: AFP

2.

- ¿Hasta qué punto están de acuerdo los científicos con el CC?

No se puede negar que a los científicos les encantan las discusiones a la vieja usanza. Pero cuando se trata del cambio climático, prácticamente no hay debate: numerosos estudios han descubierto que más del 90% de los científicos que estudian el clima de la Tierra están de acuerdo en que el planeta se está calentando y que los humanos son la causa principal.

La mayoría de los principales organismos científicos, desde la NASA hasta la Organización Meteorológica Mundial, respaldan esta opinión. Es un nivel de consenso asombroso dada la naturaleza contraria y competitiva de la actividad científica, en la cual cuestiones como qué mató a los dinosaurios siguen siendo objeto de amarga disputa.

Entonces, ¿de dónde sacamos la idea de que todavía hay debate sobre el cambio climático?

En gran medida, se debe a las campañas coordinadas de mensajes de empresas y políticos que se oponen a la acción climática. Muchos de ellos han insistido en la idea de que los científicos aún no han tomado una decisión sobre el cambio climático, a pesar de que eso es engañoso.

Unos pocos investigadores de renombre siguen oponiéndose al consenso científico. Algunos, como Willie Soon, investigador afiliado al Centro Harvard-Smithsonian de Astrofísica, tienen vínculos con la industria de los combustibles fósiles. Otros no, pero sus afirmaciones no han resistido el peso de las pruebas. Al menos un destacado escéptico, el físico Richard Muller, cambió de opinión tras reevaluar los datos históricos de temperatura como parte del proyecto Berkeley Earth.

La Amazonia, un pulmón del planeta, se ha visto afectada por masivos incencios forestales. Foto: EFE

La Amazonia, un pulmón del planeta, se ha visto afectada por masivos incencios forestales. Foto: EFE

3.

- ¿Cómo sabemos que el CC es causado por el ser humano?

Los científicos han estudiado los cambios climáticos del pasado para comprender los factores que pueden hacer que el planeta se caliente o se enfríe. Los más importantes son los cambios en la energía solar, la circulación oceánica, la actividad volcánica y la cantidad de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Y cada uno de ellos ha desempeñado un papel en ocasiones.

Por ejemplo, hace 300 años, una combinación de reducción de la producción solar y aumento de la actividad volcánica enfrió partes del planeta lo suficiente como para que los londinenses patinaran sobre hielo en el Támesis con regularidad.

Hace unos 12.000 años, importantes cambios en la circulación del Atlántico sumieron al hemisferio norte en un estado gélido. Y hace 56 millones de años, una gigantesca explosión de gases de efecto invernadero procedentes de la actividad volcánica o de vastos depósitos de metano (o de ambas cosas), calentó bruscamente el planeta, alterando el clima, ahogando los océanos y provocando extinciones masivas.

Habrá sequías en América central, el Mediterráneo y el sur de África. y las zonas bajas serán comidas por el mar.

Al tratar de determinar la causa de los cambios climáticos actuales, los científicos han analizado todos estos factores.

Los tres primeros han variado un poco en los últimos siglos y es muy probable que hayan tenido efectos modestos en el clima, sobre todo antes de 1950. Pero no pueden explicar el rápido aumento de la temperatura del planeta, especialmente en la segunda mitad del siglo XX, cuando la producción solar disminuyó y las erupciones volcánicas ejercieron un efecto de enfriamiento.

Ese calentamiento se explica mejor por el aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero. Los gases de efecto invernadero tienen un poderoso efecto sobre el clima.

Y desde la Revolución Industrial, los seres humanos han ido añadiendo más de estos gases a la atmósfera, principalmente mediante la extracción y quema de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas, que liberan dióxido de carbono.

Las burbujas de aire antiguo atrapadas en el hielo muestran que, antes de aproximadamente 1750, la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera era de aproximadamente 280 partes por millón.

Comenzó a aumentar lentamente y cruzó el umbral de las 300 ppm alrededor de 1900. Los niveles de CO2 se aceleraron a medida que los automóviles y la electricidad se convirtieron en elementos importantes de la vida moderna, y recientemente superaron las 420 ppm.

La concentración de metano, el segundo gas de efecto invernadero más importante, se ha duplicado con creces. Ahora estamos emitiendo carbono mucho más rápido que hace 56 millones de años.

Científicos buscan evidencias sobre el cambio climático bajo el mar. Foto: REUTERS / Lucas Jackson

Científicos buscan evidencias sobre el cambio climático bajo el mar. Foto: REUTERS / Lucas Jackson

4.

- ¿Por qué debería preocuparnos que el planeta se haya calentado algunas décimas de grado desde el año 1800?

Una fuente común de confusión en lo que respecta al cambio climático es la diferencia entre tiempo y clima. El tiempo es el conjunto de condiciones meteorológicas que cambian constantemente y que experimentamos cuando salimos a la calle, mientras que el clima es la media a largo plazo de esas condiciones, normalmente calculada en un período de 30 años. O, como dicen algunos: el tiempo es tu estado de ánimo y el clima es tu personalidad.

Así que, aunque algunas décimas de grado no representan un gran cambio en el tiempo, sí lo es en el clima. Como ya hemos visto, es suficiente para derretir el hielo y elevar el nivel del mar, para cambiar los patrones de lluvia en todo el mundo y para reorganizar los ecosistemas, enviando a los animales a correr hacia hábitats más fríos y matando árboles por millones.

También es importante recordar que se habla de una media mundial, y en muchas partes del mundo ya se han calentado más que esas décimas de grado.

Los cambios relativamente pequeños a largo plazo en los promedios climáticos también modifican los extremos de manera significativa. Por ejemplo, las olas de calor siempre han existido, pero en los últimos años han batido récords.

En junio de 2020, una ciudad de Siberia registró temperaturas de 37 grados. Y en Australia, los meteorólogos han añadido un nuevo color a sus mapas meteorológicos para mostrar las zonas donde las temperaturas superan los 51 grados.

El aumento del nivel del mar también ha incrementado el riesgo de inundaciones debido a las mareas de tempestad y las mareas altas. Estos son los primeros síntomas del cambio climático.

El calentamiento global agravará las desigualdades actuales y los países más pobres serán los más afectados.

5.

. ¿El CC no forma parte de los ciclos naturales de calentamiento y enfriamiento del planeta?

El clima de la Tierra siempre ha cambiado. Hace cientos de millones de años, todo el planeta se congeló. Hace 50 millones de años, los caimanes vivían en lo que ahora llamamos el Ártico. Y durante los últimos 2,6 millones de años, el planeta ha alternado entre épocas glaciares, en las que las capas de hielo cubrían gran parte de América del Norte y Europa, y periodos interglaciares más suaves, como en el que nos encontramos ahora.

De hecho, sabemos que diferentes mecanismos provocaron cambios en el clima en el pasado. Los ciclos glaciares, por ejemplo, fueron desencadenados por variaciones periódicas en la órbita de la Tierra, que tienen lugar a lo largo de decenas de miles de años y cambian la forma en que la energía solar se distribuye por el globo y a lo largo de las estaciones.

Se detectaron aluviones de agua dulce en el Ártico, lo que puede alterar las corrientes y las temperaturas en el norte de Europa.

Se detectaron aluviones de agua dulce en el Ártico, lo que puede alterar las corrientes y las temperaturas en el norte de Europa.

Estas variaciones orbitales no afectan mucho a la temperatura del planeta por sí solas. Pero desencadenan una cascada de otros cambios en el sistema climático; por ejemplo, el crecimiento o la fusión de vastas capas de hielo del hemisferio norte y la alteración de la circulación oceánica.

Estos cambios, a su vez, afectan al clima al alterar la cantidad de nieve y hielo que reflejan la luz solar, y al modificar las concentraciones de gases de efecto invernadero. De hecho, esto es parte de lo que sabemos: que los gases de efecto invernadero tienen la capacidad de afectar significativamente a la temperatura de la Tierra.

Durante al menos los últimos 800.000 años, las concentraciones atmosféricas de CO2 oscilaron entre unas 180 partes por millón durante las épocas glaciales y unas 280 ppm durante los períodos más cálidos, a medida que el carbono se desplazaba entre los océanos, los bosques, los suelos y la atmósfera.

Estos cambios se produjeron a la par que las temperaturas globales, y son una de las principales razones por las que el planeta se calentó y se enfrió durante los ciclos glaciares, y no sólo en los polos congelados.

Hoy, sin embargo, los niveles de CO2 se han disparado hasta las 420 ppm, lo máximo que han alcanzado en al menos 3 millones de años.

La concentración de CO2 también está aumentando unas 100 veces más rápido que al final de la última edad de hielo. Esto sugiere que está ocurriendo algo más, y sabemos qué es: desde la Revolución Industrial, los humanos han quemado combustibles fósiles y liberado gases de efecto invernadero que están calentando el planeta ahora.

Protesta de ambientalistas en Buenos Aires. Foto: EFE/Juan Ignacio Roncoroni

Protesta de ambientalistas en Buenos Aires. Foto: EFE/Juan Ignacio Roncoroni

6.

- ¿Qué nivel de gravedad van a tener los efectos del CC?

Si seguimos como hasta ahora, a fines de siglo hará demasiado calor para salir a la calle durante las olas de calor en Medio Oriente y el sur de Asia.

Las sequías se apoderarán de Centroamérica, el Mediterráneo y el sur de África. Y muchos países insulares y zonas bajas, desde Texas hasta Bangladesh, se verán superados por la subida del mar.

Por el contrario, el cambio climático podría traer un calentamiento y una prolongación de las temporadas de cultivo en Canadá, los países nórdicos y Rusia.

El mensaje subyacente es sencillo: si no se controla el cambio climático, es muy probable que se agraven las desigualdades existentes.

Los países más pobres serán los más afectados, a pesar de que sólo han emitido una fracción de los gases de efecto invernadero que causan el calentamiento.

Esto se debe a que muchos de los países menos desarrollados tienden a estar en regiones tropicales donde el calentamiento hará que el clima sea cada vez más intolerable para los seres humanos y los cultivos.

Estos países también suelen grandes poblaciones costeras y personas que viven en viviendas improvisadas que se dañan fácilmente en las tormentas. Y tienen menos recursos para adaptarse, lo que requerirá de medidas costosas como el rediseño de las ciudades, la ingeniería de las costas y el cambio en la forma de cultivar los alimentos.

FUENTE:  Clarín,  11-05-2021

CAMBIO CLIMÁTICO ¿QUE FUTURO NOS ESPERA ?


 El cambio climático ya no es una amenaza inminente: ya estamos viviendo las consecuencias de siglos de emisiones de gases de efecto invernadero. Pero aún hay margen para luchar por todo esto. La forma en que el mundo decida responder en los próximos años tendrá enormes repercusiones para las generaciones que aún no han nacido.

En mi libro “Cómo salvar nuestro planeta“, imagino dos visiones diferentes del futuro. Una en la que hacemos muy poco para afrontar el cambio climático, y otra en la que hacemos todo lo posible. Así sugiere la ciencia que podrían ser esas realidades tan diferentes.

Año 2100: el escenario de pesadilla del cambio climático

El siglo XXI llega a su fin sin que se hayan tomado medidas para evitar el cambio climático. Las temperaturas globales han aumentado más de 4°C. En muchos países, las temperaturas estivales se mantienen persistentemente por encima de los 40°C. Las olas de calor con temperaturas de hasta 50°C se han vuelto comunes en los países tropicales.

Cada verano, los incendios forestales hacen estragos en todos los continentes excepto en la Antártida, generando columnas de humo acre que hacen insoportable respirar al aire libre, provocando una crisis sanitaria anual.

Las temperaturas de los océanos han aumentado drásticamente. Tras repetidos episodios de blanqueamiento, la Gran Barrera de Coral de Australia ha sido oficialmente declarada muerta.

Las sequías frecuentes y prolongadas asolan vastas regiones de la tierra. Los desiertos del mundo se han expandido, desplazando a muchos millones de personas. Alrededor de 3 500 millones viven en zonas donde la demanda de agua es superior a la disponible.

La contaminación del aire tiene una nueva causa importante fuera de las ciudades atestadas de tráfico: el polvo que se levanta de las tierras de cultivo, ahora estériles.

El océano Ártico está libre de hielo cada verano. Como resultado, las temperaturas medias en el extremo norte han aumentado más de 8°C. Las capas de hielo de Groenlandia y de la Antártida Occidental han comenzado a derretirse, liberando una enorme cantidad de agua dulce en los océanos.

Derretimiento

La mayoría de los glaciares de montaña se han derretido completamente. El esquí es ahora un deporte de interior que tiene lugar en enormes pistas artificiales. La mayor parte del hielo de la meseta del Himalaya ha desaparecido, lo que ha reducido los caudales de los ríos Indo, Ganges, Brahmaputra y Yamuna, de los que dependen más de 600 millones de personas para obtener agua.

El océano se ha expandido debido al calor. En combinación con el agua procedente del deshielo, el nivel del mar ha subido más de un metro. Muchas ciudades importantes, como Hong Kong, Río de Janeiro y Miami ya están inundadas y son inhabitables. Las Maldivas, las islas Marshall, Tuvalu y muchas otras pequeñas naciones insulares han sido abandonadas.

Muchas zonas costeras y fluviales se inundan regularmente, entre ellas el delta del Nilo, el valle del Rin y Tailandia. Más del 20% de Bangladesh está permanentemente bajo el agua.

Las tormentas de invierno son más enérgicas y desencadenan más agua, causando cada año daños generalizados por viento e inundaciones.

Los ciclones tropicales se han vuelto más fuertes y afectan a decenas de millones de personas cada año. Los megaciclones, como el tifón Haiyan de 2013, se han vuelto más comunes, con velocidades de viento sostenidas de más de 200 mph.

Los monzones del Sudeste Asiático se han vuelto más intensos e imprevisibles, trayendo demasiada o poca lluvia a cada región, lo que afecta a la vida de más de tres mil millones de personas.

Agua, alimentos y clima extremo

La inseguridad alimentaria y del agua ha aumentado en todo el mundo, amenazando la salud y el bienestar de miles de millones de personas. El calor y la humedad extremos en los trópicos y subtrópicos ha multiplicado por diez el número de días en los que es imposible trabajar al aire libre, reduciendo la productividad agrícola.

El clima extremo en regiones templadas como Europa ha hecho que la producción de alimentos sea muy impredecible. La mitad de la tierra dedicada a la agricultura en el pasado es ahora inutilizable, y la capacidad del resto para cultivar alimentos difiere mucho de una temporada a otra. El rendimiento de los cultivos está en sus niveles más bajos desde mediados del siglo XX.

Las poblaciones de peces han colapsado. La acidez del océano ha aumentado en un 125 %. La cadena alimentaria del océano ha colapsado en algunas regiones, ya que los pequeños organismos marinos que forman su base luchan por fabricar conchas de carbonato de calcio y así sobrevivir en las aguas más ácidas.

A pesar de los avances de las ciencias médicas, las muertes por tuberculosis, malaria, cólera, diarrea y enfermedades respiratorias se encuentran en los niveles más altos de la historia de la humanidad.

Los fenómenos meteorológicos extremos –desde olas de calor y sequías hasta tormentas e inundaciones– están causando grandes pérdidas de vidas y dejando a millones de personas sin hogar. Las epidemias se han sucedido durante todo el siglo, extendiéndose entre poblaciones asediadas por la pobreza y la vulnerabilidad generalizadas.

Año 2100: la humanidad afronta el reto del cambio climático

Este es el aspecto que podría tener nuestro planeta si hacemos todo lo posible por contener el cambio climático.

Las temperaturas globales aumentaron hasta 1,5°C en 2050 y se mantuvieron así durante el resto del siglo. Los combustibles fósiles han sido sustituidos por energías renovables. Se han plantado más de un billón de árboles, que absorben el dióxido de carbono de la atmósfera. El aire es más limpio que antes de la Revolución Industrial.

Las ciudades se han reestructurado para ofrecer un transporte público totalmente eléctrico y vibrantes espacios verdes. Muchos edificios nuevos tienen un recubrimiento fotoeléctrico que genera energía solar y tejados verdes que refrescan las ciudades, convirtiéndolas en lugares más agradables para vivir.

Los trenes eléctricos de alta velocidad que alcanzan las 300 mph conectan muchas de las principales ciudades del mundo. Los vuelos intercontinentales siguen funcionando, con grandes y eficientes aviones que funcionan con queroseno sintético que se fabrica combinando agua y dióxido de carbono aspirado directamente de la atmósfera.

La dieta mundial se ha alejado de la carne. La eficiencia de la agricultura ha mejorado enormemente durante la transición de la producción de carne a escala industrial al sustento a base de plantas, creando más tierra para resilvicultura y reforestación.

La mitad del planeta se dedica a restaurar la biosfera natural y sus servicios ecológicos. Por otra parte, la energía de fusión se pone por fin en marcha a gran escala para proporcionar energía limpia e ilimitada a los habitantes del siglo XXII.

Dos futuros muy diferentes. El resultado que vivirán sus hijos y nietos depende de las decisiones que se tomen hoy. Afortunadamente, las soluciones que propongo son beneficiosas para todos: reducen las emisiones, mejoran el medio ambiente y hacen que la gente esté más sana y sea más rica en general.

Fuente: Mark Maslin / THE CONVERSATION, Ambientum , 12-05-2021

LA ESTRATÓSFERA PIERDE MÁS DE 10 METROS DE GROSOR AL AñO POR EL CAMBIO CLIMÁTICO

 Denominación de las capas de la atmósfera .


La emisión a la atmósfera de grandes cantidades de gases como el dióxido de carbono o el metano (ver en La Vanguardia) procedentes de actividades humanas es la causa principal del actual cambio climático. 

Los efectos de esta cambio climático son muy diversos, incluso contrapuestos si se analizan las diversas capas que forman la atmósfera terrestre.

Un estudio lleva a cabo por investigadores de cinco países ha demostrado ahora que, como consecuencia del cambio climático, la estratosfera (capa de la atmósfera terrestre que se extiende entre 20 y 60 kilómetros de altitud y donde se encuentra la capa de ozono) se ha contraído a un ritmo de más de 100 metros por década desde 1980. Es decir, ha perdido más de 10 metros de grosor al año durante las últimas cuatro décadas, lo que sumaría un total de más de 400 metros.

Denominación de las capas de la atmósfera .

Denominación de las capas de la atmósfera .

 Getty Images/iStockphoto

Las conclusiones de este estudio, en el que han participado los  físicos de la Universidad de Vigo Juan Antonio Añel y Laura de la Torre, muestran con claridad y detalle hasta ahora no alcanzados el fenómeno de contracción o disminución del grosor de estratosfera. Los autores de la investigación indican que la causa de este fenómeno físico es la emisión de gases de efecto invernadero y su impacto en el cambio climático, y no la destrucción de la capa de ozono (por la emisión de gases como los CFC), según destaca el resumen informativo difundido por la Universidad de Vigo a través de diario en internet. 

Pérdida de 1,3 kilómetros para 2080

El aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por los humanos, afirma el artículo, ha provocado en las últimas décadas el calentamiento de la troposfera (la capa de la atmósfera que está en contacto con la superficie de la Tierra) y el enfriamiento de la estratosfera. 

Estos cambios de temperatura, a su vez, han provocado cambios en la expansión/contracción de estas capas. El investigador Juan Antonio Añel explica en declaraciones difundidas por el Diario de la Universidad de Vigo que, “se sabe desde principios de la década de 2000 que la troposfera de nuestro planeta se está expandiendo debido al cambio climático". "Al mismo tiempo, se ha propuesto la hipótesis de que la estratosfera se está reduciendo, hipótesis basada en parte en la pérdida de la capa de ozono y en parte en el efecto de las emisiones de gases de efecto invernadero", indica el investigador gallego en la publicación oficial de su universidad.

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 Andrey Armyagov / Istock

Los resultados del trabajo científico que ahora se publican muestran, "por primera vez, que esto es cierto: que la estratosfera de la Tierra se ha contraído a un ritmo de más de 100 metros por década desde 1980". "Y también demostramos que la causa de este fenómeno son las emisiones de gases de efecto invernadero”. 

Juan Antonio Añel agrega que en el estudio se muestra que en un escenario plausible de cambio climático, durante los próximos 60 años (para 2080), "la estratosfera de nuestro planeta puede perder casi el 4% de su extensión vertical (1,3 kilómetros), en comparación a 1980”. 

Glacier ice at Prince Christian Sound, North Atlantic Sea, Greenland/Hielo, mar, océano, Ártico, masa polar, deshielo, naturaleza CHRISTIAN ÅSLUND (Foto de ARCHIVO) 20/08/2015

Respecto a lo ocurrido antes del período analizado, Juan Antonio Añel señala que "podemos hipotetizar que esta contracción también ocurrió antes de la década de 1980" y por tanto "la contracción total de la estratosfera es probablemente superior a los 400 metros que ya hemos observado". Sin embargo, antes de la década de los 80, advierte el investigador del campus de Ourense de la Universidad de Vigo, "no hay datos suficientes para comprobarlo".

Para la demostración realizada en el estudio, detallan los investigadores de UVigo, "se utilizaron datos de reanálisis, un tipo de datos que mezcla varios tipos de medidas de la atmósfera (satélites, observaciones directas con sondas, etc.) y 14 modelos climáticos". Estos datos de reanálisis, detallan, "son los que nos permitieron corroborar el fenómeno en el período 1980-2018 y los modelos para hacer la proyección hacia el futuro".

Impacto futuro: el problema crece

Juan Antonio Añel señala que, de cara al futuro, además de la "evidente alteración del frágil equilibrio de nuestro planeta", debemos considerar el impacto que esta contracción podría tener en las trayectorias de los satélites y sus medidas y potencialidades impactos. Entender completamente, lo que podría resultar en la precisión de los sistemas de posicionamiento global (como GPS y Galileo) y la transmisión de señales de radio alrededor del planeta debido al movimiento de las capas atmosféricas. 

También establece cómo "el espesor estratosférico tiene el potencial de convertirse en un nuevo indicador del cambio climático, basado en un solo valor, como otros más comúnmente utilizados". Por el calibre de estos impactos y los resultados del estudio, el físico enfatiza que "será un desafío en el futuro" obtener "mejores y más completas observaciones de la parte superior de nuestra atmósfera para evaluar la contracción de la estratosfera". 

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Los resultados del estudio (Stratospheric contraction caused by increasing greenhouse gases) han sido publicados en Environmental Research Letters, en un artículo firmado por los dos miembros del Grupo Ephyslab (Centro de Investigación Marina-Universidad de Vigo) y científicos de otros siete centros de investigación de República Checa, Alemania, Estados Unidos y Austria.

Como curiosidad periodística, indicar que los resultados de esta investigación fueron publicados (además de por la revista científica indicada) por la publicación on line Diario de la Universidad de Vigo  con fecha 10 de mayo de 2021 mientras que, de forma paralela y sin mencionar esta publicación anterior, el diario británico The Guardian titulaba el 12 de mayo: "Exclusive: Climate emissions shrinking the stratosphere, scientists reveal". 

FUENTE:  La Vanguardia, 13-05-2021