El estudio de los factores que han modelado los patrones de variabilidad genética de las especies en el pasado puede tener importantes implicaciones para estimar el impacto que el cambio climático tendrá en la viabilidad futura de sus poblaciones. Esta es una de las principales conclusiones que se deriva de un estudio internacional con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) sobre genética de las poblaciones del reno (Rangifer tarandus). Los resultados aparecen publicados en la revista Nature Climate Change.
El reno, también conocido como caribú, se distribuye en las regiones polares y boreales de América y Eurasia. La investigación revela la presencia de dos grandes linajes que divergieron hace unos 300.000 años, uno distribuido por toda Eurasia y en el oeste y norte de América, y otro con una distribución restringida a las regiones polares y boreales del este de América.
“La combinación de datos genéticos y novedosas herramientas de modelado espacial ha permitido reconstruir los patrones de dispersión y colonización de la especie después de la última glaciación y estimar las regiones geográficas que dieron lugar a los linajes actuales. Por otro lado, estas mismas herramientas han ayudado a explicar qué factores determinan la diversidad genética de sus poblaciones”, resalta Joaquín Ortego, investigador del CSIC en el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (mixto del CSIC, la Universidad de Castilla La Mancha y la Junta de Castilla La-Mancha).
El estudio, liderado por la Universidad de Laval en Québec (Canadá), ha caracterizado, con distintos marcadores moleculares, más de 1.200 individuos de caribú procedentes de todo su rango de distribución. “Esto ha permitido estudiar en detalle sus patrones espaciales de diversidad y estructura genética, determinar qué factores han modelado esos patrones en el pasado y, lo que es más importante, estimar su situación futura ante el escenario actual de cambio climático global”, explica el investigador del CSIC.
Los datos ponen de manifiesto que las poblaciones localizadas en zonas climáticamente más estables y que han sido más adecuadas para la especie durante largos periodos de tiempo presentan mayores niveles de diversidad genética en la actualidad. Precisamente estas zonas son las que los científicos prevén mayor estabilidad ante distintos escenarios de cambio climático, lo que las convierte en el punto de mira de futuras políticas de conservación encaminadas a la preservación de la especie.
“El caribú no es solo una especie carismática por distintos aspectos culturales, sino que también es de gran relevancia ecológica y económica por su gran impacto en el funcionamiento de los ecosistemas boreales y polares y por su importancia en la dieta y economía de distintos pueblos y comunidades aborígenes”, añade Ortego.
FUENTE: granadaenlared.com, 17/ 12/ 2013
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