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viernes, 15 de enero de 2021

MITOS QUE NIEGAN EL CAMBIO CLIMÁTICO




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Aunque son términos que van de la mano, el efecto invernadero es una cosa y el cambio climático otra. El efecto invernadero en sí mismo no es un problema, de hecho es un fenómeno natural decisivo para la vida tal y como la conocemos en la Tierra y se refiere a la capacidad de algunos de los gases que hay en la atmósfera de retener parte del calor que llega desde el Sol y evitar que vuelva al espacio. El problema es que la acción humana ha hecho que aumente tanto la cantidad de gases con efecto invernadero que se está provocando un calentamiento global extra.

 


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El cambio climático no me afecta

De manera tradicional, el cambio climático se ha identificado con la figura del oso polar nadando en un iceberg en medio de un mar de hielo que desaparece. Quizás por ello muchas personas sientan que este es un problema ajeno a ellas. Sin embargo, todo estamos ya sufriendo en mayor o menor medida las consecuencias del cambio climático: algunos fenómenos meteorológicos extremos o que nos pique un mosquito tigre en latitudes en las que antes no había son algunas de ellas.


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Da igual lo que yo haga para frenar el cambio climático

Es cierto que, sin una estrategia política y global para avanzar hacia la descarbonización de la economía, la lucha contra el cambio climático será un fracaso. Sin embargo, esto tampoco nos exime de dar pasos en nuestra vida cotidiana para emitir menos gases con efecto invernadero. Todo suma y cualquier acto cuenta, esto no es una carrera de todo o nada, y cada gramo que se deje de emitir es igualmente valioso.


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La tecnología va a solucionar el problema

El tecnoptimismo es otro pensamiento muy peligroso supone delegar toda la esperanza en que alguien invente una solución tecnológica que nos libre del cambio climático. Ese ‘algo inventarán’ implica creer en un remedio mágico y milagroso que seguramente no llegue nunca. El cambio climático es un problema complejo y por ello no hay una solución única.

 


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Esto es algo cíclico, ya ha habido otros cambios climáticos antes

Aunque, al menos en el ámbito científico, el negacionismo ya parece superado, en algunos entornos aún se escuchan ese tipo de comentarios que parecen restar importancia al problema. Efectivamente, no es la primera vez que cambia el clima en la historia de la Tierra, pero está demostrado que la actividad humana ha acelerado este proceso. Además, sea de quien sea la culpa, sabemos que de no frenarlo las consecuencias serán catastróficas así que más nos vale hacerlo.


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Frenar el cambio climático va a empeorar nuestra calidad de vida

Esta afirmación no tiene mucho sentido si tenemos en cuenta que el cambio climático ya está teniendo consecuencias negativas sobre nuestra vida y que, de no detenerlo, estas irán a peor. Además, muchas de las acciones destinadas a detener las emisiones también nos beneficiarán en otros aspectos: por ejemplo, respirar un aire de mejor calidad y más sano en nuestras ciudades.


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La superpoblación es el mayor problema

Esta afirmación debe ser matizada. Es cierto que somos muchos y esto tiene un impacto ambiental obvio, pero también sucede que en torno al 10 % de la humanidad (las personas más ricas) emite cerca del 50 % de la emisiones de gases con efecto invernadero, así que el problema es más bien en qué puntos del planeta se produce el incremento demográfico, pues no consume lo mismo, por ejemplo, un ciudadano europeo que uno nacido en una aldea de India.


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Hay que elegir entre cuidar la economía y cuidar el planeta

Esta es una falsa dicotomía que va en línea con lo anterior. El planeta es, de momento, nuestra única casa, y no habrá economía posible si no lo cuidamos. El problema es que el actual sistema económico funciona sobre la falsa premisa de que vivimos en un planeta de recursos ilimitados. Los recursos son finitos y esto debe tenerse en cuenta en la ecuación, ya que actualmente los estamos extrayendo a una velocidad mucho mayor de la que el planeta es capaz de reponer.


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La lucha contra el cambio climático puede esperar

Es legítimo dudar sobre el orden de urgencia de los grandes problemas que nos  atañen como especie, pero lo cierto es que la emergencia climática no puede esperar, puesto que ya estamos sufriendo sus efectos. Cada año que se retrasan las medidas para hacer frente a la crisis climática cuenta se pierde un tiempo precioso de cara a evitar las consecuencias más desastrosas.


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Las olas de frío muestran que el planeta no se calienta

Este mito se debe en parte a la confusión que existe entre meteorología, que se refiere a lo que sucede en la atmósfera a corto plazo, y climatología, que es la ciencia que se encarga del estudio de la evolución de los fenómenos meteorológicos a largo plazo. Por ejemplo, el 2020 ha sido el año más cálido en España, empatado con 2017, desde que tienen registros al efecto (1961), y las series también están indicando esta subida progresiva de las temperaturas medias anuales en todo el mundo. Aunque el clima cambie, esto no quita que haya olas de frío o nevadas, que son fenómenos meteorológicos puntuales propios de la variabilidad interanual del clima.


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Todos los fenómenos meteorológicos extremos son consecuencia del cambio climático

De la misma manera que una ola de frío no demuestra que el cambio climático no exista, es demasiado atrevido afirmar que cada fenómeno extremo sea consecuencia directa del mismo. Huracanes, tornados, olas de frío… todos son procesos dinámicos que tienen lugar de forma natural en nuestro planeta. Eso sí, parece que el cambio climático puede provocar que algunos de estos eventos sean más devastadores.En el Mediterráneo, por ejemplo, se espera que la cantidad de precipitación media descienda, pero es posible que las lluvias que se produzcan tengan un carácter mucho más torrencial.


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El agujero de la capa de ozono es la causa del cambio climático

Ambos son problemas que atañen a la atmósfera, y un artículo publicado hace pocos meses por científicos del IPCC en la revista Nature Sustainability describía que el aumento de la radiación solar que penetra a través de la capa de ozono dañada está interactuando con el clima cambiante. Sin embargo, el que existan este tipo de interacciones no significa que el origen del cambio climático sea el agujero de la capa de ozono. Como ya hemos comentado, la causa está en el aumento de emisión de gases con efecto invernadero, principalmente dióxido de carbono, debido a la actividad humana.


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Si la Tierra se vuelve inhabitable podemos terraformar otro planeta

Hoy por hoy no disponemos de la tecnología adecuada como para crear una colonia en un exoplaneta habitable y, de momento, este tipo de ideas quedan reservadas al terreno de la ciencia ficción, por lo que no se puede confiar en esa alternativa como una solución real y viable frente al cambio climático.


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Las energías limpias son la solución definitiva al problema de las emisiones

La transición energética hacia un mayor uso de las energías procedentes de fuentes renovables es vital para frenar las emisiones rápidamente y debe ser un eje principal en las políticas de descarbonización, pero este debería ser tan solo un paso intermedio hacia la construcción de un modelo realmente sostenible en el que no se extraigan recursos por encima de los límites biofísicos del planeta. A fin de cuentas, las llamadas energías limpias también necesitan, para sus estructuras, la extracción de minerales muy raros y con elevado coste ambiental, y lo mismo sucede con la energía nuclear. Sencillamente, no es posible seguir consumiendo y viviendo al mismo ritmo que el actual.


‘La culpa me abruma así que no hago nada’

Más que un bulo, este es un sentimiento que muchas personas experimentan al verse abrumadas por la magnitud del problema y por el bombardeo de mensajes apocalípticos sobre estas cuestiones. El término ‘ecoansiedad’ hace referencia a esas sensaciones que, lejos de motivarnos para la acción, nos pueden paralizar y deprimir. No es bueno obsesionarse por nada, y obviamente nadie puede hacerlo todo ni sentirse culpable por cada gramo de carbono emitido. Como hemos comentado antes, cualquier pequeño gesto que hagamos suma. Te recomendamos el libro ‘Y ahora yo que hago. Cómo evitar la culpa climática y pasar a la acción’, de Andreu Escrivà, publicado por Capitán Swing  y que ofrece herramientas muy prácticas para motivarnos a actuar sin culpas ni ansiedad.

FUENTE: Muy Interesante , 14-01-2021

 

 

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