El calentamiento global llegó para instalarse por largo tiempo en el planeta Tierra. El gran desafío es poder llegar a un nuevo punto de equilibrio que permita contener el aumento de temperatura, y por ende el calentamiento global con sus perniciosos efectos como sequías, inundaciones, pérdida de agua dulce, drástica disminución de la biodiversidad, fenómenos meteorológicos extremos (huracanes, tornados, maremotos, etc).
Este nuevo punto de equilibrio, es necesario generarlo a través de políticas ambientales de “desarrollo sustentable”, lo que implica un nuevo balance en el tipo de energías utilizadas (solar, eólica, hidroelectricidad, etc), un consumo responsable y racional, la aplicación de la llamada “economía circular” a los residuos, una revisión del concepto campo-ciudad, una utilización cuidada de la tierra, los recursos agropecuarios, y especialmente los espacios verdes.
En resumen, una nueva mirada global sobre el concepto de ecoeficiencia en la utilización de los recursos naturales.
Como puede
apreciarse son varios los aspectos que contribuyen a generar este nuevo
equilibrio ambiental sustentable. Vamos a detenernos a analizar la contribución
positiva de los espacios verdes. Las especies verdes, en general, y debido a un
proceso propio a sus características vitales, llamado fotosíntesis, son
contribuyentes imprescindibles hacia este desarrollo sustentable. Consumen CO2
(dióxido de carbono) el principal contribuyente al calentamiento global, y
generan oxígeno. Dentro de los llamados espacios verdes, existen diferentes categorías,
están los grandes bosques, las tierras dedicadas a la agricultura industrial,
espacios verdes recreativos en las ciudades, algunas especies de algas, y las
huertas naturales.
Es muy interesante detenerse en la contribución a un “desarrollo sustentable” que producen las huertas. Podemos considerar que las huertas, comparadas con los grandes bosques y la agricultura industrial a gran escala, son mínimas expresiones de ámbitos verdes. Pero si nos detenemos a analizar detalladamente su contribución encontraremos un inmenso valor agregado.
Estas pequeñas
unidades vitales tienen los siguientes aportes a un desarrollo sustentable:
· ** No
utilizan fertilizantes químicos derivados de un proceso industrial.
· ** La
rotación de especies mejora la calidad de la tierra.
· ** No
requieren de maquinaria pesada ni para siembra, ni para cosecha.
· ** Permite
una utilización “circular” de los residuos (para su uso como fertilizantes o
combustibles).
· ** Permite
un uso racional del recurso natural agua.
· ** Generan
una dieta alimentaria bastante completa.
· ** No
necesitan de embalaje, ni transporte para su distribución.
· ** Permiten
la constitución de un ecosistema con variadas especies animales e insectos que
a su vez, en un ciclo virtuoso, aportan más desarrollo sustentable.
Si volvemos a analizar aquellos sistemas que pueden contribuir a lograr ese desarrollo sustentable que necesita el planeta, la huerta natural cumple con la mayor cantidad de requisitos positivos.
Y si pensamos que cada grupo familiar, o
pequeñas comunidades pueden desarrollar su propia huerta, la contribución a la
mejor calidad de vida en el planeta sería exponencial.
Por último
cabe mencionar que la “huella de carbono” de cada sistema es una forma de medir
la contribución positiva o negativa al calentamiento global del planeta.
Sin duda, la
huerta es una de las formas que más contribuye a mejorar la “huella de carbono”.