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miércoles, 9 de diciembre de 2015

LA INFANCIA Y EL CAMBIO CLIMÁTICO

Estos días se discute en París un acuerdo fundamental que tendrá repercusión en la vida de cada uno de nosotros y particularmente, en la de la próxima generación. Estamos ante uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo y, si no somos capaces de enfrentar el problema, sufriremos devastadoras consecuencias que debilitarán la capacidad de todos los países para lograr un desarrollo sostenible. Y, como siempre ocurre, los más débiles serán los que sufran esas consecuencias de una forma más severa. La infancia está, de nuevo y nunca mejor dicho, en el ojo del huracán, y, sin embargo, hasta la fecha, se la ha ignorado en gran medida.

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El cambio climático implica más sequías, inundaciones, olas de calor y otros fenómenos climáticos severos que contribuirán a la creciente propagación de la desnutrición, el paludismo y la diarrea, que se cuentan entre las principales causas de mortalidad infantil. Pero no todos los fenómenos tienen las mismas consecuencias en los niños. Serán los más pequeños los que vean impedido su desarrollo temprano con un impacto irreversible en sus vidas.

 Además, el cambio climático crea un círculo vicioso: un niño privado de agua y saneamiento adecuados antes de una crisis sufrirá de manera más aguda los efectos de una inundación, una sequía o de un huracán; tendrá menos capacidad de reponerse rápidamente y estará en mayor riesgo cuando tenga que enfrentarse a otra crisis.El número de niños expuestos a los riesgos del cambio climático es alarmante. Unos 530 millones de niños viven en zonas de alto riesgo de inundaciones, de los cuales más de 300 millones viven en países donde más de la mitad de la población vive con menos de 3,10 dólares al día. Casi 160 millones de niños viven en áreas en las que las sequías son severas o muy severas de los que 50 millones están en países donde la mitad de la población vive con menos de 3,10 dólares al día.

El cambio climático puede socavar (de hecho ya lo está haciendo) muchos de los resultados obtenidos para la salud y el bienestar de los niños en las últimas décadas. Por ese motivo, es un asunto que en UNICEF hemos convertido en una de nuestras prioridades.
Ante este desafío proponemos priorizar las necesidades de adaptación de las personas más vulnerables a ese cambio, incluidos los niños y las niñas; reducir las desigualdades entre los niños y las familias pobres, a fin de mejorar su capacidad para soportar el impacto del cambio climático; invertir en la infancia ejecutando planes nacionales en materia de mitigación y adaptación climática y adoptar medidas para proteger a los niños y las niñas que han sido desplazados como resultado del cambio climático. La formación jugará un papel fundamental y es preciso proporcionar educación sobre cambio climático a niños y jóvenes y poner en valor su rol como agentes para abordar el cambio climático.

La infancia tiene que estar muy presente en los debates parisinos, porque no hacer nada para mitigar y adaptarse al cambio climático es una violación de los derechos de los niños. El camino está marcado a través de la agenda que los gobiernos de todo el mundo han aprobado a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. El número 13 de esos objetivos señala expresamente “la adopción de medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos”.

Estamos ante un problema que la comunidad internacional debe trabajar de forma coordinada y la cita de París es trascendental. Una cita que debe desembocar en un “nuevo acuerdo internacional sobre el clima aplicable a todos los países, con el objetivo de mantener el calentamiento global por debajo de los 2oC”. Esperamos que la ciudad de la luz alumbre un acuerdo ambicioso. A menos que actuemos ahora, el impacto del cambio climático puede tener un efecto devastador en la vida de los niños.
 
 
FUENTE:  El País, Carmelo Angulo Barturen, Presidente UNICEF Comité Español
                  8 / dic / 2015

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