La Cumbre del Clima que acaba de arrancar en París y a cuya jornada inaugural acudieron cerca de 150 jefes de Estado y de Gobierno no se está celebrando en un momento cualquiera. Y no se trata sólo de que apenas hayan transcurrido poco más de dos semanas desde los atentados que azotaron a la capital francesa.
Sino también porque los cerca de 15.000 delegados de 196 países que tratan estos días de redactar y firmar un acuerdo global para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y limitar el aumento de la temperatura media global a como máximo 2ºC para el año 2100 se sientan a negociar cada día mientras 2015 se encamina hacia el récord del año más cálido del registro. Arrebatándole el cetro, por cierto, a 2014; que a su vez se lo había arrebatado a 2010... Los 10 años más cálidos desde que se comenzaron a tomar registros en 1880 han ocurrido después de 1998.
Según precisa la OMM en el avance preliminar, que analiza el periodo enero-octubre, la temperatura global del planeta fue de 0,73 grados centígrados sobre la media del periodo 1961-1990, que es 14 grados centígrados, y aproximadamente 1 grado centígrado por encima de la etapa preindustrial, con datos de 1880 a 1899.
"Esto son todo malas noticias para el planeta", advirtió el secretario general de la OMM en un comunicado. El informe destaca también que los años 2011 a 2015 también han sido el quinquenio más cálido desde que se tienen datos. La organización meteorológica dependiente de Naciones Unidas asegura que los océanos han absorbido más del 90% de la energía acumulada en el sistema climático por las emisiones de gases de efecto invernadero, y que esto, a su vez, ha aumentado la temperatura y el nivel del mar.
Sin embargo, el calentamiento global se mide en términos medios, y eso hace que haya algunos puntos del planeta que lejos de padecer el aumento de temperatura, se están de hecho enfriando. En la Antártida, la extensión diaria mínima en 2015 fue de 3,58 millones de kilómetros cuadrados el 20 de enero, la cuarta más alta desde que se tienen datos, según el informe de la OMM.
Pero también el estado meteorológico de 2015 incluye en su análisis preliminar que la extensión del hielo marino en el Ártico ha disminuido de forma general desde los años 70 y en 2015, la extensión máxima del 25 de febrero fue la menor desde que se tiene constancia, con 14,54 millones de kilómetros cuadrados.
La investigadora de la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) de EEUU Julianne Stroeve visitó Madrid hace algunos días para asistir a un congreso en la sede de la Fundación Ramón Areces sobre la situación del Ártico ante el cambio climático y tras escuchar el resultado de su trabajo con datos tomados 'in situ' y vía satélite la pregunta surgía casi de forma automática: ¿Veremos el Ártico completamente libre de hielo a lo largo de nuestras vidas? Tanto Stroeve como el periodista merodean por esa edad que los angosajones llaman 'middle age' (mediana edad), pero la investigadora no duda ni un segundo en su respuesta. "Sí, me temo que sí", dispara con rapidez. "A no ser que algún aspecto de la variabilidad natural lo ralentice, vamos a ver el Ártico libre de hielo en pocas décadas", asegura.
Entonces, ¿es ya demasiado tarde para limitar el aumento de temperatura global a 2ºC y contener así las peores consecuencias del calentamiento global?
"Yo creo que probablemente es ya demasiado tarde para que no veamos el Ártico libre de hielo dentro de unos años. Pero no es un punto sin retorno, no es algo irreversible. Si reducimos las emisiones de gases de efecto invernadero y la concentración de CO2 de la atmósfera disminuye volveremos a ver hielo en el Ártico durante el verano", afirma Stroeve. Para los científicos, la clave es que aún se está a tiempo de revertir la situación. Pero para ello es fundamental que la comunidad internacional dé una señal clara con un acuerdo ambicioso que marque el camino de la reducción definitiva de emisiones.
«París no es la meta, es el inicio de un camino que todos tenemos que recorrer y que es el que la ciencia nos señala para que la temperatura global no supere en ningún caso los 2ºC de aumento en 2100 con respecto a los niveles preindustriales», afirmaba recientemente la ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, en un encuentro con periodistas con motivo de la Cumbre del Clima de París.
Y lo cierto es que los políticos tienen la bola en su tejado. Un informe elaborado esta semana por la Universidad de Stanford trazaba la senda para que los países individuales hagan esa transición hacia una economía baja en carbono y concluía que es posible alcanzar los objetivos de los que se hablará en París mucho antes de lo que se está planteando. «Las barreras para un futuro 100% renovable en 2050 son sociales y políticas, no tecnológicas», afirmaba el autor Mark Z. Jacobson, profesor de Ingeniería Civil y Ambiental en Stanford.
Durante los 10.000 años anteriores a la Revolución Industrial, la concentración de CO2 en la atmósfera nunca superó las 280 partes por millón (ppm, unidades de dióxido de carbono por cada millón de unidades de las sustancias que hay en el aire).
Pero desde el inicio de la industrialización, esa cifra ha crecido hasta superar este año por primera vez las 400 ppm, algo que no ha sucedido en la Tierra, al menos en los últimos 400.000 años. Puede parecer un concepto complicado, que no ayuda a entender el problema del cambio climático, pero pensemos en que se trata sólo de un número, como un límite de velocidad, como la hora de cierre de un comercio, como una temperatura. Y es que la concentración de CO2 en la atmósfera está relacionada con la temperatura global. A 280 ppm la Tierra estaba casi un grado más fría de media que en la actualidad. Esto quiere decir que en algunas partes del planeta el calentamiento apenas se deja notar, otras -como en algunas áreas de la Antártida- se están enfriando y otras, como el Ártico, se han calentado desde 1750 alrededor de 9 grados centígrados.
"De alguna forma, 400 ppm es sólo un número, otro hito que estamos superando a una velocidad de 2 partes por millón cada año. Pero con el tiempo, esa cifra va tomando peso", asegura David Crisp, investigador principal la misión Orbiting Carbon Observatory-2 de la NASA. "Llegar a las 400 partes por millón puede servir como recuerdo para nosotros de que los niveles de CO2 se han disparado a una tasa alarmante en el pasado reciente debido a la actividad humana", explica la investigadora del grupo de Física del Clima del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA Carmen Boening. "Unos niveles tan elevados sólo se han alcanzado durante el Plioceno, cuando las temperaturas y el nivel del mar eran mucho mayores", afirma.
FUENTE: El Mundo, 2 / dic / 2015
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