Muchos aspectos fueron centrales en el Acuerdo Climático que convocó a los líderes del mundo en París el año pasado.
Esto indica que debemos comenzar ya mismo con la reducción de emisiones para llegar al pico máximo no mucho más allá de 2020 y caer a cero finalmente en 2050.
Para eso muchas cosas deben ocurrir desde ahora mismo en diversos sectores de la economía.
Por ejemplo, para el año 2050, toda la electricidad que consumamos debe ser cero emisiones y sólo sería posible un uso marginal de fósiles en el transporte. Así, todo nuevo proyecto de centrales térmicas o desarrollo de nuevos yacimientos deberá tener en cuenta este límite.
En estos días el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) publicó “Carbono Cero América Latina”, una vía para la descarbonización neta de la economía de la región para mediados de este siglo.
Allí el PNUMA señala tres pilares fundamentales con respecto al sistema eléctrico: a partir del 2020 toda nueva demanda es satisfecha por renovables y capacidad hidroeléctrica; la redes eléctricas se regionalizan y la generación distribuida se masifica.
Tales transformaciones se logran con cambios regulatorios, redirigiendo subsidios, sin tener que pagar mayores costos y con una rápida implementación.
Los países de la región que iniciaron este camino muestran resultados y hacen totalmente creíble un escenario de cero emisiones a mediados de este siglo. Lo esperable es que Argentina despierte y comience a recorrer ese camino. Es parte de la tarea que debemos asumir para transitar de manera responsable las próximas décadas en un contexto de rápidos y profundos cambios a escala global.
FUENTE: Clarín, 16 / 04 / 2016
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