Mejorar la gestión forestal para aumentar la capacidad de almacenar carbono y agua, obtener información más realista y comprender cómo la estructura del bosque afecta a la propagación de los incendios, serían algunos de ellos.
Identificar los peligros para el ecosistema mediterráneo y las acciones a tomar para minimizarlos es esencial para darle a esta región una oportunidad ante el cambio climático. Ese ha sido el objetivo de un equipo multidisciplinar de 28 investigadores que ha evaluado el progreso científico de los últimos 16 años en el estudio del cambio global en la región mediterránea. Entre sus conclusiones, una advertencia: solo con proyectos de investigación más duraderos y a gran escala podremos predecir los efectos globales del cambio climático.
En el trabajo publicado en Global Ecology and Biogeography, este grupo de científicos advierte de que realmente sabemos muy poco sobre los efectos conjuntos de las diferentes perturbaciones sobre cada ecosistema porque, entre otras cosas, la recogida de datos a pequeña escala suele generar demasiado error cuando intentamos utilizarlos a gran escala. Enrique Doblas Miranda, investigador del CREAF y coordinador científico del trabajo, explica que en el estudio se ha hecho «una revisión de los retos planteados en 1998 por la científica Sandra Lavorel y se han actualizado las prioridades, «porque muchos estudios se basan en modelos teóricos que hay que actualizar con datos reales».
Se ha prestado poca atención a la interacción de factores
Bosques mediterráneos rentables
Necesidades globales que se materializan en problemas locales. «Piensa globalmente y actúa localmente», dice Doblas Miranda. «Para luchar contra el cambio climático puede parecer una buena solución aumentar las masas boscosas. Pero resulta que en una zona mediterránea, supondría mayor competencia por el agua, que es muy escasa, por lo que es mejor gestionar los bosques sin poner en peligro unas cuencas deficitarias. El gran reto de nuestra región es volver a conseguir que los bosques sean rentables, como ocurre con los nórdicos, porque aquí la huella del agua va a ser más importante a la larga que la del carbono».Por eso, la historia local del ecosistema es crucial para comprender la manera en que este es capaz de responder al cambio global y a los crecientes efectos de las sequías. «La mayoría de los bosques españoles parecen salvajes, pero no lo son. En algún momento fueron explotados y después abandonados. Se enfrentan a problemas para los que no están preparados, como los grandes incendios y la desecación. Son como los animales domésticos que dejas en libertad y no saben sobrevivir. Hay que tener catalogado qué bosques hay que gestionar y cuáles no. Pero aunque hay estudios y planes, no se aplican. Es un problema de falta de entendimiento entre comunidad científica, políticos y propietarios».
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