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lunes, 11 de julio de 2016

EL CHOCOLATE Y OTROS ALIMENTOS EN PELIGRO DE EXTINCIÓN.



A pesar de todo el ruido en torno al cambio climático en las últimas décadas, sus consecuencias todavía nos siguen pareciendo algo lejano, que no alcanzará a afectarnos al menos por algunas generaciones. Sin embargo, algunas cosas a las cuales estamos acostumbrados podrían desaparecer de nuestras vidas antes de que tengamos tiempo de extrañarlas.

Más de la mitad del chocolate que se consume en todo el mundo se produce en Ghana y en la Costa de Marfil. Los científicos predicen que las temperaturas mundiales en constante ascenso afectarán a las regiones productoras de cacao, lo que significa que la producción mundial de chocolate experimentará una caída drástica entre 2020 y 2030.
 
Esto no significa que el chocolate dejará de existir, pero sí que su precio comenzará a subir aceleradamente -por la ley de oferta y demanda- y que podría volverse un artículo de lujo, en vez de algo a lo que estamos acostumbrados.


El problema, lamentablemente, no afecta sólo al cacao: otros alimentos comunes enfrentarán una caída de alrededor de 40% en su producción, incluyendo el aguacate, el maní y las papas. Nuestra favorita, el café, se encuentra en las mismas circunstancias, agravándose por la diseminación de un hongo mortal que ha afectado la producción en América Central, y cuya proliferación se ha visto facilitada, según los expertos, por las altas temperaturas.




Además de los cambios en temperatura, otro efecto del cambio climático es la acidificación de los océanos: un incremento en la concentración de iones de hidrógeno en el agua que vuelve ésta más ácida, dificultando la vida para ciertos organismos como los corales, las langostas, cangrejos y camarones, las ostras y otras muchas formas de vida marina.



Se cree que una de las principales víctimas del cambio climático será el salmón rosado, que no puede sobrevivir en aguas con un pH demasiado ácido. Otras especies de agua dulce, como la trucha y la carpa, se verían afectadas por las altas temperaturas ya mencionadas, que están incrementando la toxicidad de los químicos contaminantes (como pesticidas) que se encuentran en el agua.




La gran mayoría de las bananas del mundo provienen de las semillas de una planta sembrada en Inglaterra hace dos siglos. Esta variedad, la Cavendish, que se diseminó a través de todo el mundo y es la banana más común hoy en día, era inmune a la enfermedad conocida como “mal de Panamá”, y ésta fue la razón de su rápida popularidad, reemplazando a una variedad que se extinguió
rápidamente por ser vulnerable a ella -la Gros Michel. Sin embargo, al mismo tiempo, el Mal de
Panamá estaba desarrollando una nueva variedad, capaz de afectar a esta planta. Alrededor de 10 mil hectáreas de Cavendish han sido destruidas por el mal de Panamá, y aparentemente la única solución sería encontrar o crear una nueva variedad de banana que pueda resistir al hongo mortal.




Si la situación parece grave, hay al menos otro factor con el potencial de agravarla más aún, y es que el cambio climático está afectando también a una amplia gama de insectos polinizadores. La muerte masiva de las abejas (denominada Desorden de Colapso de Colonias), por ejemplo, está ocurriendo en todo el mundo y ha producido pérdidas financieras enormes. Las abejas son responsables de la polinización de al menos un tercio de los cultivos estadounidenses de manzanas, duraznos, peras, melones, pepinos y bayas.



Sin embargo, otros insectos pueden polinizar la mayoría de estos cultivos, si bien no a escala agricultural, al menos sí a un nivel que los situaría fuera del peligro de extinción. Lamentablemente, otras especies polinizadoras, como las mariposas, los escarabajos y ciertas aves, también están en peligro de extinción, lo que pone en riesgo a tres cuartas partes de los cultivos de alimentos del mundo.

Aunque los huracanes y las inundaciones sean mucho más visibles y tengan consecuencias más inmediatas, el cambio climático nos afecta, también, de formas más sutiles, que al nivel actual sólo pueden percibir los expertos, pero que en las próximas décadas podrían dejarnos un planeta muy distinto a esta Tierra en la cual estamos acostumbrados a vivir.

FUENTE: La Gran Epoca , 10 / julio / 2016

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