Para salir de la etapa de energías fósiles que amenazan al planeta, ¿cómo lograrlo sin recurrir a la energía nuclear?
El año pasado, el ala liberal del partido demócrata en los EU adoptó el Green New Deal, un “New Deal Verde”. En la lamentable campaña de 2016, ni Hillary, ni Trump tocaron el tema del cambio climático. Con la necesaria recuperación económica en los meses que vienen ¿volverán estos demócratas al New Deal Verde? Todos somos miopes y vivimos al día, olvidando el futuro.
¿Y la opción nuclear? Cuando se le menciona, surgen los fantasmas de Hiroshima y Nagasaki, Chernobyl y Fukushima, y preferimos soñar con energías alternativas, vientos, mares, hidrógeno y nos tranquilizamos con la idea de comer menos tacos, renunciar a las hamburguesas, incluso olvidarse de la carne, usar menos el aire acondicionado, comprar un coche híbrido: unas gotas en el mar. La buena voluntad individual no puede lograr lo que la voluntad política general.
¿Por qué menciono la opción nuclear? Despierta pasiones como los OGM, de manera que la discusión racional es muy difícil. Sin embargo, citaré al especialista francés Jean-Marc Janovici: “La energía nuclear civil presenta la triple ventaja de utilizar una suma de energía concentrada, semejante en eso a los hidrocarburos (de hecho, la cantidad de energía disponible por unidad de peso es muy superior para el uranio), de emitir muy poco gas con efecto invernadero (calidad que comparte con ciertas energías renovables) y de emplear una tecnología que puede instalarse a gran escala bastante rápidamente”. Si debemos salir de la etapa de las energías fósiles que amenazan al planeta, si es una prioridad mundial, ¿cómo lograrlo sin recurrir a la energía nuclear? En 2007, el Foro Europeo por la Energía Nuclear pidió a la Comisión Europea que declare “un apoyo sin ambigüedades a la energía nuclear para cumplir el objetivo de reducir en un 20% las emisiones de gases de efecto invernadero en 2020”. No se dio el apoyo, al contrario, Alemania renunció a sus centrales nucleares y lo compensó con el aumento de actividad de sus centrales térmicas; 45% de la energía alemana proviene de un carbón sucio y seis de las diez centrales más contaminantes de Europa son alemanas. No debe sorprendernos que, lejos de reducir las emisiones, Europa, como el resto del mundo las aumentó. Además, hipócritamente, Alemania compra a Francia la electricidad de las centrales nucleares galas…
¿Entonces? China y Rusia construyen centrales nucleares técnicamente mejoradas, tanto en su territorio como en el resto del mundo, y afirman que esta es su contribución a la “descarbonización” del mundo. Los mal pensados podrán decir que eso le permite a Rusia aumentar sus ventas de hidrocarburos, pero lo cierto es que estos países optaron por lo nuclear, siguiendo el ejemplo de Suecia y de Corea del Sur. El año pasado se publicó un libro muy interesante: A Bright Future. How Some Countries Have Solved Climate and the Rest Can Follow. Uno de los dos autores, Staffan Qvist, es un ingeniero sueco que habla de su país, y el otro, Joshua Goldstein, es un especialista en relaciones internacionales.
Suecia adoptó la opción nuclear, sobre el modelo francés, en los años 1970 cuando no se hablaba de cambio climático; lo hizo porque aumentar la parte de la energía hidráulica hubiera afectado demasiado a la naturaleza, y porque las repetidas crisis bélicas en el Medio Oriente no garantizaban la entrega de petróleo. Entre 1970 y 1990, Suecia construyó una docena de plantas nucleares en cuatro sitios, de las cuales ocho siguen en actividad y dan 40% de la electricidad nacional; la hidroelectricidad proporciona otro 40%, y la eólica completa. La sociedad mexicana debería abrir el debate sobre su futuro energético.
FUENTE: El Universal, 30-08-2020
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