La alerta climática de la que lleva años advirtiendo la comunidad científica por sus devastadores efectos sobre el medio ambiente y nuestra calidad de vida ha provocado que, en el horizonte 2020-2050, las emisiones de CO2 se conviertan en el principal factor de transformación del sector de la energía. Así, la descarbonización sistemática y profunda del sistema energético es el horizonte político prioritario a lograr en este siglo.
El Acuerdo de París adoptado el 12 de diciembre de 2015, y ratificado posteriormente por España, supone el marco de referencia en el que se ha de desarrollar la política energética. Y junto al tratado firmado en la capital francesa, la Agenda 2030 de Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible y el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres marcan las bases para un desarrollo sostenible mundial, bajo en emisiones de gases de efecto invernadero.
En 2009, en plena recesión económica, la ONU ya señaló el camino en su informe «Rethinking the Economic Recovery: A Global Green New Deal». Entonces, su llamamiento pasó desapercibido, pero hoy este objetivo es el que marca la senda para lograr un crecimiento sostenible. Precisamente, uno de los proyectos más destacados por la nueva Comisión Europea que preside Ursula Von der Leyen es el «European Green Deal» o «Pacto Verde Europeo», que establece una hoja de ruta estratégica, y que sitúa la transición energética y verde en el centro de su acción política. El pacto recoge un plan de acción para impulsar el uso eficiente de los recursos mediante el paso a una economía limpia y circular, que pretende restaurar la biodiversidad y reducir la contaminación.
La UE aspira a ser climáticamente neutra en 2050. Para acelerar este reto, la Comisión Europea anunció el pasado mes de septiembre unos objetivos de aquí a 2030 mucho más ambiciosos de los que se había fijado inicialmente. Así, ha aumentado del 50% al 55% (inicialmente, fijado en el 40%), su objetivo de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero con respecto a 1990. Al mismo tiempo, también ha elevado la cuota de energía producida por renovables, y que, en una década, debe representar, al menos, el 40% de total de la generación.
En España, la Ley de Cambio Climático y Transición Energética ha enfilado su recta final. De hecho, la pasada semana concluyó el plazo para que los grupos parlamentarios presentaran sus enmiendas. Entre otros aspectos, el texto, que persigue también la neutralidad energética en 2050, recoge una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en 2030 de, al menos, el 20% con respecto a 1990. Al finalizar la década, como mínimo, el 35% del consumo final de energía deberá ser de origen renovable, mientras que en el sistema eléctrico, la presencia de tecnologías limpias deberá ser del 70%. En cuanto a medidas de eficiencia energética, el consumo de energía primaria deberá reducirse en un 35%. Unos objetivos éstos incluso más ambiciosos que los marcados por Bruselas.
El proyecto también pasa por una disminución paulatina del parque móvil impulsado por combustibles fósiles, de manera que en 2050 en su totalidad esté compuesto por vehículos de propulsión eléctrica u otras tecnologías no contaminantes. La obligación para los municipios de más de 50.000 habitantes de establecer zonas de bajas emisiones en 2023 es otro de los epígrafes que contiene la Ley.
De esta forma, las economías de la UE, incluida la española, se dirigen hacia un sistema de generación de energía cada vez más verde. Y como muestra de esta afirmación, un botón. En el caso concreto del sistema eléctrico español, en lo que llevamos de 2020 se ha instalado un total de 2.114 MW de nueva potencia de generación renovable de eólica y solar fotovoltaica, dos tecnologías que han adelantado en los nueve primeros meses del año a otras como el ciclo combinado y el carbón, según datos recogidos por Red Eléctrica de España (REE) en su informe sobre generación renovable hasta septiembre.
Nuestro país cuenta ya con 111.251 MW de generación de electricidad, de los que el 51,7% pertenece a renovables y el 61,1% a tecnologías limpias o que no emiten CO2 equivalente. En los últimos tres años, la presencia de tecnologías renovables en la estructura de potencia instalada se ha incrementado un 19,5%.
La entrada en servicio de 2.114 nuevos MW de potencia instalada limpia se ha visto, además, compensada por el descenso de 1.283 MW del parque de generación con carbón, fruto de la aplicación de la directiva de la Comisión Europea sobre grandes instalaciones de combustión (Large Combustion Plants Directive), por la cual se requiere de la realización de inversiones en equipos de purificación de gases contaminantes.
La eólica, líder
Por tecnologías, la eólica, que de enero a septiembre de 2020 suma un total de 818 nuevos MW, se ha convertido en líder del parque de generación de nuestro país, y representa casi una cuarta parte del total. Las condiciones climáticas y el aumento de la capacidad instalada de esta tecnología ha hecho que una quinta parte de la producción eléctrica entre enero y septiembre de este año tengan su origen en el viento.
Por su parte, la solar fotovoltaica, que ya superó a la nuclear en 2019, sigue escalando posiciones y este verano se ha puesto por delante del carbón. En solo nueve meses, la potencia instalada de esta tecnología ha experimentado un alza del 14,5% con respecto a diciembre de 2019 y es ahora, con 10.210 MW de capacidad de generación, la cuarta con mayor presencia a nivel nacional.
Alcanzar todos estos ambiciosos objetivos no será posible sin la colaboración de las empresas. Y es que las compañías energéticas juegan y jugarán un papel decisivo en la transición hacia la ecomía verde y descarbonizada. Por ello, se encuentran inmersas en un proceso de enormes cambios, acelerados por la COVID-19, en el que tecnología y sostenibilidad se dan la mano, y en el que pugnan por liderar las energías del futuro.
Iberdrola
De la fuerza del viento al hidrógeno verde como nuevo reto tecnológico
Pese al coronavirus, Iberdrola no ha frenado sus proyectos. Siete operaciones corporativas sitúan a la compañía en nuevos mercados con gran proyección renovable. A la adquisición de la australiana Infigen, se suma la de Acacia Renewables, en Japón, con una cartera de 3,3 GW de eólica marina; el acuerdo para desarrollar hasta 9 GW eólicos marinos en Suecia; el crecimiento renovable en Francia, con la adquisición de Aalto Power y la compra del 100% del capital de Saint-Brieuc; la adquisición de más MW eólicos en Escocia, y el refuerzo en Brasil, con la compra de una cartera de 400 MW eólicos.
Asimismo, Iberdrola ha confirmado su firme apuesta por el hidrógeno verde con la creación de una nueva unidad de negocio, con el objetivo de posicionar al grupo como líder mundial en esta tecnología. De este modo –al igual que hizo con las renovables hace ya 20 años–, la compañía se sitúa al frente del nuevo reto tecnológico que supone la producción y suministro de hidrógeno a partir de fuentes de energía limpias.
Además, Iberdrola es el primer promotor de energía eólica en España, con una capacidad instalada que supera los 6.000 MW y que en el mundo alcanza los más de 17.000 MW, que la sitúan como uno de los líderes globales. La compañía es también referencia en el mercado eólico marino: opera tres parques con una capacidad conjunta de más de 1.400 MW y cuenta con una cartera de proyectos en esta tecnología de 12.400 MW en el mundo. Recientemente, a través de su filial ScottishPower Renewables, ha puesto en marcha la que hasta ahora es la mayor instalación eólica de su historia y una de las importantes del mundo de su clase: el parque eólico marino East Anglia ONE, en aguas británicas del Mar del Norte.
También el pasado mes de abril comenzó a funcionar su proyecto Núñez de Balboa, la planta fotovoltaica más grande de Europa. Cuenta con una potencia instalada de 500 megavatios (MW) y una inversión cercana a los 300 millones.
Cepsa
En busca de sinergias para favorecer la Economía Circular
Cepsa dispone de un modelo de producción y consumo basado en el aprovechamiento de los subproductos y energía. Promueve, además, la búsqueda de nuevas sinergias entre sus negocios y otras empresas, favoreciendo así la contribución a la Economía Circular.
A este compromiso responden algunos de los proyectos que tiene en marcha. Entre ellos, destaca la instalación de la tecnología Detal en su planta química de Puente Mayorga (Cádiz). Se trata de un proyecto de I+D pionero a nivel mundial, que permitirá incrementar la sostenibilidad de esta planta que produce alquilbenceno lineal (LAB), la principal materia prima para la fabricación de detergentes biodegradables, de la que Cepsa es el primer productor a nivel internacional. Asimismo, las plantas químicas de Cepsa en Andalucía, situadas en las provincias de Cádiz y Huelva (dos de las instalaciones más relevantes de producción de LAB y fenol a nivel mundial), han optado recientemente por el consumo de energía eléctrica de origen 100% renovable, por lo que durante el pasado año se han dejado de emitir 129.300 toneladas de CO2, lo que equivale a las emisiones anuales de casi 100.000 hogares.
Otra iniciativas importantes en el proceso de descarbonización y la economía circular es la que tiene que ver con la movilidad. En este sentido, Cepsa ha puesto en marcha, junto a Redexis, en Puerto Lumbreras (Murcia), la primera estación de repostaje de gas natural vehicular. las dos compañías están trabajando en la apertura de veinte estaciones de repostaje de GNV que se construirán y pondrán en marcha a lo largo de 2020, y que supondrán una inversión de cerca de quince millones de euros.
También Ioinity, la red de carga europea de alto rendimiento impulsada por BMW, ha puesto en marcha, de la mano de Cepsa, dos instalaciones de carga ultrarrápida en Zaragoza. Estos dispositivos reducen significativamente el tiempo de carga para los vehículos eléctricos actuales.
Endesa
Inversiones de hasta 5.200 millones para hacer posible su plan de descarbonización
Endesa lleva años trabajando en un plan de descarbonización basado, entre otros pilares, en la sustitución progresiva de la generación térmica por generación renovable, así como en una reducción progresiva de las emisiones. Solo en 2019, la compañía invirtió 900 millones de euros para instalar 900 MW de nueva potencia renovable y quiere incrementar, a un ritmo de 1.500 megawatios anuales, la potencia de energías renovables en los próximos diez años. Este aumento de capacidad de generación supondría una inversión de unos 15.000 millones de euros. En este sentido, la compañía mantiene firmes sus compromisos de inversión presentados en el último plan estratégico y que suponen una inyección de 7.700 millones de euros entre 2019 y 2022 de inversión, de los cuales, 5.200 millones se dedicarán a hacer posible el proceso de descarbonización en el que está inmersa la compañía. Asimismo la compañía quiere desempeñar un papel significativo en la recuperación de España en el nuevo escenario COVID-19, y, gracias a la resiliencia de su modelo de negocio y su flexibilidad financiera, y con un marco adecuado y las medidas regulatorias y fiscales necesarias, podría aumentar su plan de inversión en aproximadamente un 30% en el periodo 2020-2022. En este sentido, Endesa ha diseñado un plan acelerado de 7.500 millones de euros para ese periodo, lo que supone una inversión adicional de unos 1.700 millones, con el que espera convertirse en una de las empresas españolas con mayor programa de inversiones. Este tendría un efecto multiplicador sobre el PIB del país de 2.700 millones de euros, y ser capaces de generar 12.000 empleos directos e indirectos y alrededor de 27.000 empleos inducidos durante cada uno de los años de este plan. En los seis primeros meses del año, Endesa ha alcanzado grandes hitos en su camino de la descarbonización, como por ejemplo lograr que cerca del 90% del mix de generación peninsular esté ya libre de emisiones.
Naturgy
Objetivo: reducir emisiones e intensidad energética y elevar la capacidad renovable
Naturgy se convirtió el pasado año en uno de los principales inversores de renovables, al destinar más de 1.000 millones en energías limpias, tanto eólica como solar. La compañía continúa con su decidida apuesta por estas tecnologías, con el objetivo de ser uno de los agentes clave en la transición energética. En este sentido, la compañía ha fijado en su Plan Estratégico a 2022 el objetivo de balancear su mix energético hacia uno más sostenible donde la electrificación gane peso gracias a la expansión de las energías renovables, en detrimento de otras tecnologías más contaminantes.
Naturgy fue la primera empresa en solicitar el cierre de todas sus plantas de carbón y se ha fijado una nueva política medioambiental, ligada a su hoja de ruta de negocio, con el objetivo de reducir emisiones y la intensidad energética y elevar la capacidad renovable.
Por otro lado, tiene vocación de crecer internacionalmente y focalizarse en aquellos países con estabilidad y predicibilidad regulatoria, especialmente en aquellos mercados de la OCDE, como es el caso de Australia, donde la compañía ha sumado importantes hitos en los últimos años, con diferentes parques eólicos y un sistema de almacenamiento de energía. Así, está ultimando los permisos de varios proyectos renovables en el país oceánico, que podrían suponer el desarrollo de más de 400 MW de capacidad adicional. Tiene, además, una cartera de proyectos de más de 600 MW y aspira a convertirse en uno de los principales operadores renovables en los próximos tres años.
También destaca por el impulso de las infraestructuras como forma de mejora del medio local y rural . Mantiene un firme compromiso con los territorios trabajando continuamente en la calidad de suministro en estos entornos. Asimismo, trabaja en nuevos negocios y servicios, como es la generación distribuida, el almacenamiento de energía o el gas renovable enmarcado en una estrategia de economía circular, la captura de CO2 o la digitalización de las redes.
Red Eléctrica
Comprometidos con los 11 Objetivos de Desarrollo Sostenible
En el marco de su Compromiso de Sostenibilidad, Red Eléctrica se ha marcado 11 objetivos con horizonte 2030. Estas metas le permitirán medir el cumplimiento de los compromisos fijados en cuatro prioridades de sostenibilidad: descarbonización de la economía, cadena de valor responsable, contribución al desarrollo del entorno y anticipación y acción por el cambio.
REE entiende que el propósito de las empresas no debe ser exclusivamente generar retorno económico para los accionistas. Han de facilitar una economía útil para las personas, defendiendo el medioambiente y siendo activas en el combate contra la crisis climática. En definitiva, creando valor para todos los grupos de interés (inversores, proveedores, empleados, accionistas, ciudadanos), no solo para algunos.
Estos Objetivos de Sostenibilidad 2030 están alineados con las prioridades del Plan Estratégico 2018-2022 y con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas. Las once metas destacan por su carácter aspiracional, su alcance de Grupo y la promoción de la colaboración y participación de los distintos grupos de interés.
Así, se compromete a ser un agente proactivo en la transición energética hacia un modelo libre de emisiones, apostando por la electrificación de la economía y la integración eficiente de las energías renovables. Para ello, espera reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero en más un 40% e integrar de forma segura el 100% de la energía renovable disponible en el sistema eléctrico, minimizando los vertidos.
También pretende extender su compromiso de responsabilidad a todos los eslabones de la cadena de valor, ser motor del cambio de nuestros proveedores al desarrollo del entorno y contribuir al progreso económico, ambiental y social a través de la prestación de un servicio esencial de forma segura y eficiente, promoviendo la conservación del medioambiente y la calidad de vida.
Repsol
Primera energética en apoyar el Protocolo de Kioto y fijarse la meta de cero emisiones
Repsol ha sido la primera compañía de su sector que apoyó el Protocolo de Kioto, que emitió un bono verde y, también, que se fijó la meta de ser cero emisiones netas en el año 2050, con objetivos intermedios de reducción de su Indicador de Intensidad de Carbono a 2020, 2030 y 2040. Este compromiso de cero emisiones netas en 2050 se refrendará este mes de noviembre en el nuevo Plan Estratégico 2021-2025. Muestra tangible de esta apuesta es el hecho de que, este año, en un complicado contexto económico global, el 30% de las inversiones están enfocadas a iniciativas bajas en carbono. Repsol prevé cerrar el año con una reducción del Indicador de Intensidad de Carbono del 3% respecto a 2016. A finales del pasado mes de julio, en el marco de su expansión en otros mercados para convertirse en un actor internacional relevante en energías renovables, Repsol firmó un acuerdo con el Grupo Ibereólica Renovables que le da acceso a una cartera de proyectos en Chile que dicha compañía tiene en operación, construcción o desarrollo de más de 1.600 MW hasta el año 2025, con la posibilidad de superar los 2.600 MW en 2030. A ello se suman los siete proyectos renovables que Repsol tiene en marcha en la Península Ibérica. En julio comenzó a construir su mayor parque fotovoltaico, Valdesolar, en el municipio de Valdecaballeros (Badajoz), que tendrá una potencia total instalada de 264 MW y una inversión de 200 millones de euros. Es el tercer proyecto renovable de la compañía en iniciar sus obras de construcción en España. El primero fue el eólico Delta, ubicado entre las provincias de Zaragoza y Teruel, que empezó a producir electricidad hace unos días. El segundo fue el fotovoltaico Kappa, en Manzanares (Ciudad Real), que con una inversión de 100 millones de euros, dispondrá de una potencia total instalada de 126 MW. Además, Repsol forma parte del consorcio que ha puesto en marcha uno de los parques eólicos flotantes más grandes del mundo, WindFloat Atlantic, ubicado en la costa de Portugal.
Acciona
La mayor comercializadora 100% renovable en España en 2019, según la CNMC
Recientemente, Acciona anunció el inicio de la construcción en Chile del complejo fotovoltaico Malgarida I y II, en Atacama, con una capacidad total de 238 MW. El complejo será la séptima instalación renovable de la compañía en el país. Con su entrada en operación, prevista a finales de 2021, la capacidad instalada en Chile alcanzará los 922 MW. Estas dos plantas fotovoltaicas conllevarán una inversión cercana a los 170 millones de dólares y generarán anualmente 654G Wh de electricidad limpia, equivalentes a la demanda de unos 280.000 hogares chilenos. Al mismo tiempo evitarán anualmente la emisión de unas 512.000 toneladas de CO2. La construcción del complejo supondrá la creación de hasta 700 empleos.
La compañía ha puesto también en marcha a lo largo de este año 2020 el parque eólico de Tolpán (84 MW) y la planta fotovoltaica de Usya (64 MW).
En marzo, anunció la construcción de su mayor parque eólico en Australia, el complejo MacIntyre, en Queensland, con una capacidad total de 1.026 MW. El proyecto impulsará la estrategia de descarbonización del Gobierno de Queensland y movilizará inversiones totales de mil millones de euros, aunque la mayor parte de las inversiones se concentrará en los años 2022 y 2023.
En nuestro país, inauguró el pasado mes de julio la primera planta solar fotovoltaica flotante conectada a la red eléctrica de España en el embalse de Sierra Brava (Extremadura). Es un proyecto demostrativo de innovación que permitirá estudiar diversas soluciones técnicas para la instalación de paneles solares sobre la superficie de lagos o embalses. La instalación consta de 3.000 módulos fotovoltaicos de diversos tipos.
A través de su filial Acciona Green Energy Developments, fue la mayor comercializadora 100% renovable en España en 2019, según los datos hechos públicos por la Comisión Nacional del Mercado de Valores y la Competencia (CNMC).
Enagás
A la vanguardia en proyectos con hidrógeno verde
Enagás participa en coordinación con otros socios en diversos proyectos para la descarbonización, fundamentalmente en regiones en las que la transición energética pueda tener un mayor impacto y en iniciativas que sean tractoras de la actividad industrial, que generen empleo sostenible y que tengan en cuenta toda la cadena de valor. Entre los proyectos concretos que está desarrollando, destaca «Green Hysland», que desarrollará una planta de generación de hidrógeno verde en Mallorca, y el proyecto de producción de hidrógeno en la localidad de La Robla (León). Además, la compañía cuenta con un proyecto en su planta de Cartagena como primera experiencia de inyección de hidrógeno en una red de gas en España y está trabajando junto con Repsol en un proyecto para el desarrollo de una tecnología que permite la transformación directa de energía solar en hidrógeno verde. También es una de las once compañías europeas de infraestructuras de gas que impulsa la «Red Troncal de Hidrógeno en Europa» (European Hydrogen Backbone plan) para el desarrollo de una infraestructura específica de transporte de hidrógeno.
FUENTE: La Razón, 25-10-2020