El petróleo fue la fuente de energía del siglo XX. Determinó nuestra forma de vivir. Pero el mundo vive hoy una crisis. La demanda de petróleo ha bajado 20 por ciento en estos meses, y los precios han caído por un despeñadero. Las empresas dedicadas al comercio de energía, como Trafigura, Vitol, Gunvor y Mercuria, invierten hoy miles de millones de dólares en fuentes renovables, en preparación para la transición energética del siglo XXI. Shell y British Petroleum han empezado a hacer inversiones importantes en energías limpias. ExxonMobil, en cambio, que apostó todo al petróleo y al gas, ha perdido en estos años 60 por ciento de su valor de mercado.
Un green upstart llamado NextEra, informa el Financial Times, tiene ya un valor superior a ExxonMobil. La energía es un insumo fundamental para la economía, uno sin el cual es imposible promover el crecimiento. Su generación, sin embargo, tiene un impacto profundo sobre el medio ambiente y los hombres y mujeres que lo integran. Consciente de eso, México asumió el objetivo de promover las energías renovables y reducir el uso de los combustibles fósiles con una serie de leyes propuestas a partir de 2008.
Fueron así promulgadas la Ley sobre el Aprovechamiento de Energías Renovables y el Financiamiento de la Transición Energética, y la Ley para el Aprovechamiento Sustentable de la Energía. Pero estas leyes no fueron acompañadas de los incentivos y los programas necesarios para la reducción de los hidrocarburos en la matriz energética de México. El apoyo al desarrollo de los gasoductos, por ejemplo, no tuvo correspondencia con un desarrollo similar en las líneas de transmisión hacia las zonas del país con potencial en fuentes renovables de energía.
Por eso, a pesar de la legislación, sucedió lo contrario de lo que se buscaba: la participación de los hidrocarburos en la matriz energética continuó en aumento. Desde 2018, el gobierno de México, al apostar al petróleo, abandonó por completo el cumplimiento de las metas de transición energética, que son la base para el establecimiento de una economía baja en carbono, e ignoró totalmente la necesidad de reducir la emisión de gases de efecto invernadero, que provocan el calentamiento del planeta.
México es vulnerable al cambio climático: 15 por ciento de su territorio, 68 por ciento de su población y 71 por ciento de su economía pueden ser impactados por sus efectos. Y México es uno de los países responsables del cambio climático, ubicado entre los primeros 15 que producen más gases de efecto invernadero, con cerca de 2 por ciento de las emisiones globales. México, en fin, es parte del Acuerdo de París.
Ha establecido compromisos, que no cumple, en materia de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Hemos vivido durante décadas encandilados con el petróleo. Toda nuestra infraestructura, y quizá más importante, toda nuestra predisposición mental, van contra algo que es, sin embargo, necesario y urgente: la transición energética hacia un modelo distinto. ¿Por qué seguir invirtiendo en la industria del siglo XX cuando podemos construir la industria del siglo XXI, que es una mejor apuesta desde el punto de vista económico, social y ambiental?
FUENTE: Milenio 2020, 22-20-2020
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