Los árboles porteños cambiaron su ciclo biológico. Un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba) afirma que las modificaciones, que afectan a la mayoría de las especies de árboles que crecen en la ciudad de Buenos Aires se deben al cambio climático. Los árboles comenzaron a brotar hasta un mes antes que seis décadas atrás como reacción al aumento de la temperatura.
El trabajo difundió este martes 24 de noviembre demuestra que un aumento en la temperatura de las áreas urbanas en las últimas décadas motivó cambios en el comportamiento de distintas especies que componen el arbolado urbano. Esto podría beneficiar o dañar la vida de las plantas, según la especie.
“El aumento de la población, de la superficie edificada y del consumo de energía, generan cambios en el microclima urbano. Hay un incremento de la temperatura mínima que también afecta a las plantas”, explicó Danilo Carnelos. Es docente de la cátedra de Climatología y Fenología Agrícolas de la Fauba y principal autor del artículo publicado en la revista científica Agronomía y Ambiente.
“Este trabajo sirve para alertar que al modificar los espacios verdes en la ciudad también se están provocando cambios en el ciclo y en la brotación de estas especies. En algunos árboles puede traducirse en beneficios y en otros deteriorarlos”, agregó.
El estudio llevado a cabo por Carnelos involucró el relevamiento de 12 especies forestales de diferentes características que crecen en el predio que la Fauba tiene en la Ciudad. Según los resultados publicados, en la mayor parte de las especies se observó un adelanto de la fecha media de brotación. En casi todas fue de entre 20 días a un mes. En algunas especies, sin embargo, como el tilo y el plátano, se adelantaron menos.
El investigador vinculó los resultados de su estudio con los cambios en el clima. “Desde 1950 hasta 2018, sobre todo en los meses de brotación (agosto-noviembre), hubo un incremento promedio de la temperatura de 0,03 grados por año. Otros trabajos registraron una reducción de 5,7 horas por año en las horas de frío entre 1911 y 1998. Hay menos disponibilidad de frío para las especies que lo requieren. Y al aumentar la temperatura mínima también se alargó el período de crecimiento”, detalló Carnelos.
FUENTE: Diario Z , 07-dic-2020
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