El mayor impacto del uso de combustibles fósiles es el aumento de la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera. Durante siglos, la cantidad de CO2 había permanecido estable en la atmósfera, pero desde 1750 se incrementó 30%. Lo significativo de este cambio es que provocó un aumento de la temperatura de la tierra a través del efecto invernadero. El CO2 impide que la radiación de onda larga escape al espacio exterior, dando como resultado que la temperatura global de la tierra aumente. El calentamiento global tiene graves efectos sobre el medio ambiente. Acelera la fusión de los casquetes polares, se estima que en 100 años el nivel del mar subirá más de un metro, cambia el clima regional y globalmente (los inviernos son más fríos y los veranos más calientes, este efecto ya es notorio), altera la vegetación natural y afecta las cosechas. En el siglo XX la temperatura media del planeta aumentó 0,6 ºC y en el siglo XXI se estima que subirá entre 1,4 y 5,8 ºC.
La lluvia ácida causada por las grandes fábricas es un importante problema global. La acidez de algunas precipitaciones en el norte de Estados Unidos y Europa equivale a la del vinagre. La lluvia ácida corroe los metales, desgasta los edificios y monumentos de piedra, daña y mata la vegetación y acidifica lagos, corrientes de agua y suelos, sobre todo en ciertas zonas del noreste de Estados Unidos y el norte de Europa. Allí la acidificación lacustre hizo morir poblaciones de peces.
La capa de ozono, a unos 40 km de altitud sobre el nivel del mar es una región de la atmósfera que protege al planeta de los dañinos rayos ultravioleta. Si no existiera esa capa, la vida sería imposible sobre nuestro planeta.
En el siglo pasado, se descubrió que la actividad humana tenía un impacto negativo sobre la capa de ozono. Los estudios mostraron que la capa de ozono estaba siendo afectada por el uso creciente de clorofluorocarbonos (CFC, compuestos de flúor), que se emplean en refrigeración, aire acondicionado, disolventes de limpieza, materiales de empaquetado y aerosoles. El cloro, un producto químico secundario de los CFC ataca al ozono, que está formado por tres átomos de oxígeno, arrebatándole uno de ellos para formar monóxido de cloro. Éste reacciona con átomos de oxígeno para formar moléculas de oxígeno, liberando moléculas de cloro que descomponen más moléculas de ozono.
Estos cambios tienen un enorme impacto sobre la vida humana. En 1200 millones de años la tierra será destruida por el sol al convertirse en una estrella gigante roja, pero así como vamos no tendremos que esperar mucho para que el hombre destruya su hábitat.
FUENTE: El Universal, Por: JOSÉ WILLIAM PORRAS
5 de Junio de 2015
xd
ResponderBorrar