ExxonMobil trató de silenciar una serie de conferencias parlamentarias sobre climatología muy conocidas solo nueve días después de la investidura del presidente George W. Bush, antiguo empresario del petróleo, según ha sabido the Guardian.
La intervención de Exxon, revelada aquí por primera vez, contribuye a la evidencia de que la empresa petrolera tenía pleno conocimiento del estado de la climatología y sus implicaciones para las políticas del Gobierno y la industria energética, a pesar de las décadas que ha pasado Exxon alegando las incertidumbres científicas sobre el calentamiento global.
De hecho, la empresa actuó rápido en los primeros días del Gobierno de Bush para bloquear el debate público sobre el calentamiento global y retrasar la regulación nacional e internacional para reducir las emisiones de efecto invernadero, según afirman antiguos responsables del Programa de Investigación
Estadounidense sobre el Cambio Global (USGCRP). La Casa Blanca de la etapa de Bush es ahora tristemente célebre por censurar a climatólogos y bloquear la acción internacional contra el cambio climático, además de sacar a EEUU del protocolo de Kioto.
17 fiscales generales de estados están investigando a la empresa petrolera por engañar a la sociedad sobre el cambio climático. La compañía también ha sufrido este miércoles una revuelta de sus accionistas en su junta general anual, protagonizada por inversores que exigen a Exxon más información sobre cómo afectará el cambio climático a sus beneficios.
A principios de 2001, sin embargo, después de que Al Gore perdiese la Casa Blanca en favor de George Bush, parece que los directivos de Exxon vieron la oportunidad de influir en el Gobierno entrante, según los antiguos responsables del programa de investigación.
Ese organismo del Gobierno se creó en 1990, con la responsabilidad de elaborar cada cuatro años informes definitivos para el Congreso sobre los efectos del cambio climático para EEUU. A mediados de los 90, como parte de sus obligaciones legales, el USGCRP empezó a organizar seminarios mensuales sobre climatología para representantes electos y personal del Congreso.
El 29 de enero de 2001, nueve días después de la investidura de Bush, Arthur Randol, antiguo asesor sobre medio ambiente de Exxon, llamó a Nicky Sundt, entonces director de comunicaciones del programa de investigación, para preguntarle por el futuro de las conferencias. Unos días antes, Sundt envió por email a los trabajadores del Congreso una encuesta en la que pedía sugerencias para el próximo programa de conferencias. Exxon no estaba en su lista de distribución, y Sundt dice que le sorprendió recibir una llamada de Randol.
"Pensé que era algo muy inusual, si no inapropiado, que un lobista de los combustibles fósiles me llamara directamente días después de la investidura del Gobierno, solo para darme instrucciones directas sobre cómo transmitir información sobre el cambio climático al Congreso", relata Sundt a the Guardian. "Esto es ExxonMobil entrando en el aparato científico del Gobierno federal y tratando de influir en la comunicación de la ciencia".
Sundt, que ahora dirige el programa de climatología de WWF-EEUU (aunque dice no estar hablando en nombre de la organización), dice que tomó notas de la conversación telefónica.
Por aquel entonces, las conferencias llevaban organizándose varios años y estaban bien vistas por el personal tanto republicano como demócrata, según Bryan Hannegan, empleado del Senado y científico que pasó a trabajar para el gobierno de Bush y ahora está en el Laboratorio Nacional de Energías Renovables. Pero el representante de Exxon no lo vio igual. "Recuerdo muy específicamente que me insinuó que los seminarios eran lo que él denominaba 'agenda pactada', e indicó que, con el nuevo gobierno y el Congreso, esperaba que, si las conferencias continuaban, hubiera un equilibrio diferente de puntos de vista", relata Sundt.
Esa fue la única comunicación entre Randol y Sundt, que contó la llamada telefónica a sus compañeros del USGCRP pero no la ha hecho pública hasta ahora. Al mirar atrás, Sundt señala que la llamada fue la primera señal de los esfuerzos de la industria energética por acabar con la información sobre el cambio climático que proporciona el organismo, y con el debate general sobre el calentamiento global, durante el gobierno de George W. Bush. El entonces presidente sacó a Estados Unidos del acuerdo de Kioto sobre el cambio climático, y después se descubrió que altos cargos de la Casa Blanca menospreciaron las advertencias de los científicos sobre los peligros del fenómeno.
Se sabía que Randol, que abandonó Exxon en 2003 tras 25 años en la empresa, tuvo un papel clave en esas iniciativas, incluso antes de que apareciese Sundt. El 6 de febrero de 2001, poco tiempo después de su llamada a Sundt, Randol escribió una carta en la que instaba al gobierno de Bush a pedir la retirada del prestigioso climatólogo Robert Watson como director del organismo de la ONU para la climatología, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).
Randol afirma que a Watson "lo eligió a dedo Al Gore". "Reestructurar la asistencia de EEUU a próximas reuniones del IPCC para garantizar que ninguno de los afines a Clinton/Gore esté involucrado en ninguna actividad de toma de decisiones", se puede leer en la carta. En la misma, Randol también recomienda despedir a tres autoridades climáticas de EEUU.
La presión de Exxon tuvo mucho éxito. En el IPCC, Watson fue reemplazado por Rajendra Pachauri, ingeniero indio que dimitió del organismo científico el año pasado tras ser acusado de acoso sexual. Siguiendo las recomendaciones de Randol, el Gobierno nombró a varios escépticos del cambio climático, como Harlan Watson, entonces asesora parlamentaria republicana, que pasó a dirigir el equipo negociador sobre el clima de EEUU.
Mientras tanto, Randol intentó poner el sello de Exxon en los exitosos informes climáticos de EEUU. El 22 de marzo de 2002, Randol envió una circular de la empresa al Consejo de Calidad Medioambiental de la Casa Blanca, en la que se sugería una revisión de las evaluaciones climáticas nacionales del USGRCP. La carta, que elogiaba la cualificación de Exxon para la climatología, recomendaba al organismo que se centrase más en las "lagunas e incertidumbres" de la ciencia que estudia el clima.
Exxon y Russol no han respondido a las peticiones de declaraciones. Sin embargo, Mike MacCracken, antiguo científico jefe del USGRCP, afirma que el relato de Sundt sobre la llamada telefónica encaja con lo que él recuerda de los esfuerzos de Exxon por influir en la investigación climatológica del Gobierno. "No recuerdo directamente la llamada, pero se oponían a todo tipo de cosas cuando llegó el nuevo gobierno", explica. "Supongo que los republicanos estaban presionando de alguna manera desde el Congreso. Estaban tomando el relevo y tenían su propio punto de vista".
FUENTE: eldiario.es, 25/mayo/ 2016
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