Que el nuevo presidente de EEUU no cree en el cambio climático es vox populi tanto entre sus detractores como entre sus votantes. Durante la campaña, hizo gala de este agnosticismo alegando, incluso, que era un "engaño" de China y proponiendo la salida de su país del Acuerdo de París.
Si bien Trump se 'retractó' y admitió que había "algunas conexiones" entre este enorme problema y la acción del hombre, sus actuaciones desde que se supo electo demuestran que para él sigue siendo un mero cuento.
Para empezar, en diciembre eligió al fiscal general del estado de Oklahoma, Scott Pruitt, un escéptico confeso -como él- del cambio climático, para liderar la Agencia de Protección Medioambiental (EPA). Esta decisión desató todo tipo de reproches porque el propio Pruitt había criticado este organismo señalando que excedía los límites de la Constitución a la hora de fijar regulaciones medioambientales y que las medidas que adoptaba eran "innecesarias".
Asimismo, pocas horas después de que Trump asumiera su recién estrenado cargo, la web de la Casa Blanca eliminó todas las referencias al cambio climático y al calentamiento global que, hasta entonces, podían encontrarse en la plataforma.
Para rellenar ese vacío se publicó la guía oficial de la política energética de la era post-Obama. El "Plan Energético 'Estados Unidos Primero'" no detalla ninguna medida a implementar, pero marca las directrices sobre las que, seguramente, pivotarán las cuestiones de esta índole durante los próximos cuatro años.
- Derogación de la Ley de Aguas de EEUU y del Plan de Acción Climático de su antecesor -que fija como objetivo primordial reducir las emisiones de dióxido de carbono mediante incentivos para la utilización de energías renovables o la conservación de los bosques, entre otras medias-. Trump quiere eliminar estas políticas "perjudiciales e innecesarias", una determinación que, según el documento, "será de gran ayuda para los trabajadores estadounidenses ya que permitirá subir sus salarios en más de 30.000 millones de dólares durante los próximos siete años".
- Liberalización del sector y reducción de la dependencia de las importaciones de petróleo. Trump se propone así rebajar los costes energéticos y aprovechar al máximo los recursos nacionales ya que "una política coherente comienza por reconocer la enorme cantidad de reservas sin utilizar que hay en EEUU", valoradas, según apunta el escrito, en 50 billones de dólares. Se propone, por tanto, llevar a cabo una revolución del crudo, shale oil y gas natural 'made in USA' que traerá "empleo y prosperidad a millones de ciudadanos". La Administración Trump también se compromete a "revivir la industria del carbón" en el país.
- No a la OPEP, sí a los países del golfo Pérsico. Siguiendo con la premisa anterior, el nuevo presidente de EEUU señala que "por motivos de seguridad nacional" habría de lograrse la independencia del "cártel de la OPEP" y de cualquier país hostil, si bien propone colaborar con los "aliados" del golfo Pérsico para desarrollar una relación positiva en el ámbito energético vinculada directamente con la "estrategia antiterrorista".
- Protección del medio ambiente. El texto finaliza haciendo hincapié en que "es prioritario" que cualquier política que se precie vaya de la mano de la protección de la naturaleza y que, con esa finalidad en mente, se re-encauzarán los objetivos de la EPA para que su principal misión sea preservar "el aire y el agua limpios".
FUENTE: Expansion , POR Sara H. Asenador , 23 / 01 / 2017
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