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jueves, 5 de enero de 2017

¿NEGACIÓN DEL CAMBIO CLIMÁTICO?



(1) Los registros de clima en el mundo no apoyan la suposición de que las temperaturas cálidas actuales son anómalas. Pero en lo que se llevan registros, el récord de temperatura más alta en el mundo fue en 1913, y el más frío en 1983. En EE.UU., el país con más estaciones meteorológicas, se han observado récords recientes de temperaturas bajas en cada Estado; 600 puntos de recolección: 50 Estados, 12 meses. Y muchos récords de temperaturas cálidas se han registrado, pero hace mucho más tiempo; lo que contradice la tesis del “calentamiento global”. Es innegable que el clima cambia, no es constante, no hay duda; pero “cambio climático” siempre hay, no es anómalo.

(2) Los datos de satélites no apoyan el alegato de que las temperaturas aumentan ahora con rapidez, que se supone basado en las mediciones sobre tierra firme. A fines de 1978 los satélites espaciales comenzaron a recoger datos climáticos más confiables, según los cuales, en los 20 años siguientes, hasta 1998, la temperatura media global permaneció sin cambios. Y de entonces hasta ahora fueron más los períodos fríos que los cálidos.

(3) Los datos promedio se distorsionan con el efecto “isla caliente urbana”: temperaturas nocturnas más elevadas en las ciudades. De noche hay expulsión del calor radiante recogido y almacenado en el día, por estructuras de concreto y ladrillo, como casas, edificios, caminos, y también automóviles. El área de pueblos y grandes ciudades, donde están las estaciones medidoras, es sólo una pequeña parte del total de una región; por eso el “drástico calentamiento global” no se ve en la información de las estaciones rurales, más indicativas del clima real de una región.

(4) Los ideologizados propagandistas del Panel Internacional del Cambio Climático, IPCC, comparan arbitrariamente las actuales temperaturas con las de los ‘80, en muchas partes de mundo la década más fría de los últimos 100 años. Es deshonesto. No hay nada destacable si comparamos por ej. con los años ’30, que en muchos lugares fue la década más calurosa, hasta en Groenlandia.

(5) Después, entre 1940 y 1980 hubo un enfriamiento, y se habló de un nuevo período glacial: la “próxima Edad de Hielo”. Por ej., en los ‘80, Groenlandia tuvo algunos de los años más fríos en 120 años. Pero en los ’80 los niveles de dióxido de carbono CO2 aumentaron un considerable 17%. O sea: hay una correlación débil, si la hay, entre CO2 atmosférico y temperatura; otros factores de mayor peso explican los cambios. El cambio climático real no es “antropogénico”, no es por causa del hombre y la industria, como afirman los agitadores de la ONU, Al Gore, y los astros y estrellas de la izquierda de Hollywood.

(6) La correlación entre temperaturas y niveles atmosféricos de CO2, si la hay, es inversa. La solubilidad del CO2 decrece cuando el agua se calienta, y por eso los océanos del planeta liberan más CO2 cuando el agua está más cálida, y absorben más cuando está más fría. Por eso los niveles de CO2 en épocas glaciales eran más bajos que hoy. Cierto, ahora adicionamos artificialmente cantidades a las aportadas por la naturaleza, pero eso no causa aumento relevante en la temperatura; y el frío entre 1940 y 1980 apoya esta afirmación. Las edades glaciales no ocurrieron por cambios en concentración de CO2, sino por otros factores.

(7) La geometría de la molécula de CO2 es lineal: tiene limitadas frecuencias naturales de vibración, y limitadas capacidades de absorber radiación. Por eso el aumento en CO2 tiene mínimo impacto sobre la capacidad de la atmósfera para retener el calor irradiado desde la Tierra, y la correlación tan débil entre CO2 y temperaturas globales. Los niveles de CO2 aumentaron 40% con la revolución industrial, pero la temperatura media global sólo aumentó 0,8 º C.; y esto dicho aún en la hipótesis de atribuir todo ese aumento al CO2, y nada a otras causas naturales.

(8) Hubo muchos períodos de clima cálido antes de la revolución industrial; pero los desaparecen. En el Informe 1990 del IPCC hay una gráfica del “Período Cálido Medieval” con temperaturas más altas que las de hoy; pero no en sus informes posteriores; en vez de eso hay otro gráfico, este a su favor, el famoso “Palo de Hockey”. Sin embargo hubo otros períodos más calurosos, por ej. en la antigua Roma, y otros, como cuando los vikingos se instalaron en las costas de Islandia y de Groenlandia, y de Canadá y EE.UU., con temperaturas cálidas, hasta que el clima volvió a ser frío, y se fueron, para evitar los hielos. La ciudad hoy belga de Brujas, antigua capital del Reino de Flandes, era un puerto marino, y hoy está a 16 kilómetros de la costa. Los del IPCC son los verdaderos “negacionistas”: ellos niegan estos hechos, para impulsar la falsa idea de que el clima cálido de hoy es desusado, producto del capitalismo industrial.

(9) Al paso de los frecuentes cambios climáticos, los glaciares se derriten cada cierto tiempo, y después vuelven a congelarse. Cuando la “Pequeña Edad de Hielo”, entre 1645 y 1715, muchas aldeas en los Alpes franceses, suizos e italianos vieron sus cultivos destruidos por inmensas masas de hielo sólido. Pero hacia 1850, el clima se “normalizó”, y los glaciares retrocedieron. Entre 1940 y 1980, las temperaturas bajaron otra vez notablemente, y los glaciares se expandieron. Después, en los más cálidos finales del siglo XX, volvieron a retroceder. ¿A qué va el escándalo, si este tipo de cambio climático es habitual?

(10) “Ajustan” los datos para seguir con la tesis del calentamiento inusual y antropogénico. La información de base se manipula de forma sistemática, para hacerla lucir apoyando su afirmación de que el calentamiento global ocurre tal como determinan sus “modelos”, cuando lo contrario es verdad. Después los datos crudos desaparecen misteriosamente, y para encontrarlos se hace un esfuerzo detectivesco. Cuando los “escépticos” dan conferencias en universidades y colegios, muestran las marcadas e intencionadas diferencias entre las tablas y gráficos “ajustados” y los datos reales.

Todo esto causa gran impacto en profesores y estudiantes, cuando descubren que hay un esfuerzo coordinado y persistente para falsear información. Es como en las ciencias “blandas”: el negacionismo de la realidad atribuye al casi inexistente capitalismo todos los males existentes, y otras calamidades inventadas, para acusarle falsamente. Es una campaña de “desinformación”, en terca y empecinada negación del socialismo, que es real, y de sus plagas, no menos reales, las que todos padecemos.

FUENTE: El día , Santa Cruz , 4 / ene / 2017

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