La normalización de lo excepcional es una característica de este tiempo. Durante estos meses, fueron muchas las veces en que me sentí tentado a reaccionar por escrito ante los muchos eventos insólitos con los que nos ha sorprendido el mundo.
De la desconcertante llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos (que no vi venir) a las cruentas masacres en Siria y de la derrota de importantes referendos en el Reino Unido, Colombia e Italia a la intromisión de Rusia en las presidenciales norteamericanas. Y, por supuesto, la gran ansiedad populista.
Me refiero al creciente temor de que en un país tras otro lleguen al poder individuos y grupos políticos que intenten, o logren, reemplazar el defectuoso orden político, social y económico de su país por un esquema que termina siendo aún peor.
Pero quizá lo más interesante -y lo más peligroso- que está pasando es la frecuencia con la cual acontecimientos inéditos y situaciones excepcionales se han vuelto comunes. La normalización de lo excepcional es una importante característica de este tiempo. Se ha hecho normal que sucesos absolutamente irrelevantes reciban más atención que otros de gran importancia para el mundo. El pasado 13 de diciembre, por ejemplo, el noticiero estelar de la cadena de televisión estadounidense ABC incluyó la noticia de que el entonces presidente electo, Donald Trump, se había reunido ese día con el rapero Kanye West, esposo de la muy famosa Kim Kardashian. ¿El tema de la reunión? "Asuntos multiculturales", según un tuit del señor West. "La vida", según dijo Trump.
Esta preferencia de los medios por recoger lo popular, lo sensacional y lo divertido más que lo importante y aburrido no es nueva. Pero en los últimos tiempos esta tendencia ha llegado a su máxima expresión. La mejor evidencia de ello es la popularización de las "noticias falsas". Éstas son "noticias" totalmente inventadas o tergiversaciones de hechos reales que sus creadores ponen a circular a través de las redes sociales.
Para muchos, Facebook o Twitter se han constituido en la principal, cuando no la única, fuente de información. El portal BuzzFeed encontró que en los últimos tres meses de la campaña electoral de Estados Unidos, las 20 noticias falsas más populares en Facebook fueron más vistas, recomendadas y reproducidas que las 20 noticias verídicas más importantes publicadas por los medios tradicionales de mayor renombre, como The New York Times o The Washington Post.
Los titulares de algunas de las noticias falsas que más circularon fueron: "El papa Francisco apoya a Donald Trump", "Hillary vendió armas a EI", "Hallado muerto un agente del FBI sospechoso de haber filtrado información crítica contra Hillary Clinton".
Uno de los aspectos más graves de todo esto es la normalización de la mentira. Trump se ha caracterizado por inventar hechos, falsear datos y, más directamente, mentir. Todos los políticos suelen a exagerar, distorsionar y, en algunos casos extremos, son propensos a mentir con desfachatez.
Pero aceptar la mendacidad como un elemento más del estilo personal y constante de un líder político no era normal. Ahora lo es.
De las situaciones excepcionales que ya tratamos como "normales", ninguna es más amenazante que el calentamiento global. El año 2016 fue el más caliente desde 1880. El récord anterior lo tenía 2015. Y antes, 2014.
Los diez años más calientes de la historia han ocurrido después de 1998. Se ha hecho normal que, cada año, la temperatura de la superficie del planeta sea la más alta hasta ahora. Esta normalización del cambio climático ha llegado hasta el punto de que la desaparición de enormes superficies de hielo polar no causa mayor conmoción.
Por ejemplo, en los mismos días en que Kanye West se reunió con Donald Trump, los científicos anunciaron que la capa de hielo polar se había reducido en un tamaño equivalente a la superficie de la India.
Una de las personas que no están alarmadas por estas transformaciones es Donald Trump. El presidente de Estados Unidos, negando la evidencia científica, ha dicho que el cambio climático es un fraude del gobierno chino para perjudicar a su país. Antes, despreciar la ciencia no era aceptable. Ya no es así. La normalización de lo excepcional nos amenaza a todos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario