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jueves, 21 de junio de 2018

CAMBIO CLIMÁTICO: "DIMENSIONES DE UN PROBLEMA GLOBAL"


Cambio climático
A medida que aumenta la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, ésta atrapa una mayor
parte de la radiación infrarroja saliente. (Foto referencial: AFP)

Los asuntos vinculados al cuidado del Medio Ambiente ocupan cada vez más espacio en la agenda política, en la prensa y en nuestra comunidad: la contaminación de los mares, el inadecuado tratamiento
y disposición de residuos, la deforestación, entre muchos otros asuntos. 
Sin embargo, hay un tema en especial que resuena cada día con más fuerza y representa uno de los mayores desafíos actuales para
la humanidad: el cambio climático.
Cuando hablamos de cambio climático nos referimos a los cambios significativos y duraderos que los científicos han observado en la temperatura global, las precipitaciones y los patrones de viento, debido a los altos niveles de gases de efecto invernadero acumulados en la atmósfera.
En simple: la radiación solar pasa a través de la atmósfera; parte de esa energía es absorbida por la tierra y la calienta (proceso natural y esencial para la vida en nuestro planeta), mientras que la otra parte de la energía es radiada de vuelta al espacio en forma
de ondas infrarrojas.
A medida que aumenta la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, ésta atrapa una mayor
parte de la radiación infrarroja saliente. Esto produce el llamado calentamiento global, cuya causa primaria, según el consenso de la
comunidad científica, son las actividades humanas, principalmente la
quema de combustibles fósiles para la generación de electricidad, la
industria y el transporte, que produce emisiones de dióxido de carbono (CO2). En la actualidad cada 24 horas emitimos 110 millones
de toneladas de contaminación de calentamiento global producida
por el hombre a la delgada capa de nuestra atmosfera.
El cambio climático afecta toda la vida, el equilibrio del planeta y nuestro propio bienestar, repercutiendo no sólo en aspectos ambientales, sino también en aspectos sociales, económicos, distributivos y políticos, poniendo en riesgo la sustentabilidad de futuras generaciones.
La raíz directa del problema está en las emisiones de gases de efecto invernadero, pero si vemos un poco
más allá encontramos, como afirma la encíclica Laudato si’ del Papa Francisco, que existe una relación muy estrecha entre la degradación ambiental, la degradación humana y la ética.
A juzgar por lo que vemos hoy en nuestra sociedad, esa relación parece ser una verdad
indiscutible. El menoscabo de la solidaridad y del civismo, la violencia
manifiesta, la falta de consideración y respeto, son lamentables manifestaciones diarias en nuestra sociedad y que también las vemos
replicadas en la relación de las personas con el medio ambiente que
los rodea. 

Es por eso que gran parte de la solución al problema del cambio climático está en las personas, y pasa por entender que todos tenemos
un origen común, de pertenencia mutua y de un futuro compartido; pasa por reflexionar sobre el impacto de nuestro estilo de vida, hábitos de consumo y formas de producción; y pasa por entender también que una de las claves para enfrentar este fenómeno, está en
lograr un cambio de adentro hacia fuera.

En el Perú, uno de los países con mayor diversidad natural del mundo, sabemos que el cambio climático dejó de ser una expectativa, pues lo estamos viviendo, y viendo, en la actualidad.
La deforestación de grandes extensiones de bosque, la extinción de especies, sequías en
algunas zonas y lluvias frecuentes e inundaciones en otras, y mayor frecuencia e intensidad de desastres naturales, son algunas de las consecuencias del cambio climático.
Quizá el evento climático más reciente en la mente de los peruanos, y que ilustra perfectamente lo que implica el cambio climático, es lo ocurrido en el verano de 2017, cuando el fenómeno de El Niño costero dejó una gran ola de destrucción y desolación tras días de lluvias intensas, huaicos y desbordes incontrolables de ríos.
Imágenes como la que vimos el 15 de marzo de 2017, con Evangelina Chamorro emergiendo de los escombros de un huaico en Punta Hermosa, difícilmente se borrarán de nuestra memoria, pues nos recuerdan la vulnerabilidad del ser humano frente a la fuerza de la naturaleza, y también la vulnerabilidad de nuestro país frente al cambio climático. 
Si bien el Perú sólo contribuye con el 0.3% del total de las emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo, presentamos hasta siete de las nueve características reconocidas por la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, lo que nos convierte en un país “particularmente vulnerable”.
La buena noticia es que en el Perú se viene trabajando en la implementación de acciones y políticas que nos permitan adaptarnos al cambio climático y reducir la vulnerabilidad de nuestra población y nuestra economía, al igual que la gran mayoría de países del mundo, que ya interiorizaron el problema climático y están tomando acciones decididas para enfrentarlo. 

Es verdad que incluso si dejáramos de emitir gases de efecto invernadero, la temperatura promedio global seguirá su tendencia creciente por algún tiempo, pues la contaminación por CO2 se mantiene en la atmosfera por cientos de años, así que es difícil detener la crisis por completo.
Sin embargo, lo que si podemos hacer es dejar de agregar CO2 a la atmósfera, de manera que el calentamiento reduzca su ritmo y el planeta tenga la oportunidad de recuperarse, tal como plantea gran parte de la comunidad científica.
Lo podemos lograr si la humanidad se une al esfuerzo de lograr la meta de cero emisiones de CO2 para la segunda mitad del siglo, y existen razones para creer que lo lograremos: se vienen desarrollando nuevas tecnologías que han permitido que las energías renovables sean cada vez más baratas y competitivas; 175 países han suscrito el Acuerdo de Paris asumiendo compromisos ambiciosos para reducir sus emisiones; numerosas empresas privadas en el mundo se han comprometido a volver sus negocios 100% renovables; grandes bancos de inversión e instituciones financieras están limitando el financiamiento a proyectos con combustibles fósiles y se inclinan por apoyar las energías limpias; y sobretodo, muchas personas están alzando su voz y liderando el cambio, tomando decisiones de vida y de consumo enfocadas en el cuidado del planeta y la reducción de su propia huella ecológica. El camino a seguir es claro; el poder de lograr un futuro sostenible está en nuestras manos.
FUENTE: El Comercio, 19 / junio / 2018

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