El cambio climático está siendo señalado como un riesgo serio para la salud mental y el bienestar emocional de las personas. Este fenómeno, que implica un aumento persistente de las temperaturas y perturbaciones en los patrones climáticos, se ha vinculado con el desarrollo de la depresión.
Según el sitio web Heraldo, expertos de La Organización Mundial de la Salud, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) y el Observatorio Europeo del Clima y la Salud alertaron sobre los riesgos que el cambio climático implica para la salud mental y el bienestar emocional de las personas.
¿Cuál es el impacto del cambio climático en la salud mental?
El Observatorio Europeo del Clima y la Salud destaca múltiples formas en las que el cambio climático puede influir en la salud mental. Fenómenos meteorológicos extremos, como tormentas y olas de calor, pueden desencadenar trastorno de estrés postraumático, ansiedad y depresión.
Las temperaturas extremas también afectan el estado de ánimo y aumentan el riesgo de suicidio, así como el malestar en personas con problemas de salud mental.
Durante las olas de calor, se registra un incremento en hospitalizaciones por trastornos psiquiátricos y visitas a urgencias psiquiátricas, junto con tasas de suicidio elevadas, según datos del Foro Económico Mundial.
Giovanna Fico, psiquiatra e investigadora postdoctoral de la Unidad de Trastornos Bipolares y Depresivos del Hospital Clínic de Barcelona resalta que el cambio climático afecta especialmente a los grupos sociales más vulnerables como los niños y adolescentes, empeorando su salud mental, siendo los síntomas depresivos los más comunes.
Además, destaca que hay evidencia sólida que sugiere que la exposición a la contaminación del aire, especialmente a las partículas finas (PM) y a condiciones climáticas extremas, puede provocar estrés oxidativo, neuro inflamación y cambios estructurales en el cerebro.
Según la experta, el tratamiento de estos síntomas o del riesgo de suicidio relacionado con el cambio climático requiere un enfoque integral que combine estrategias farmacológicas, como antidepresivos y ansiolíticos, con intervenciones no farmacológicas, como la terapia cognitivo-conductual, el apoyo psicosocial y la promoción de estilos de vida saludables.
Fuente: El Cronista
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