Walter Mac Cormack, biólogo.
Walter Patricio Mac Cormack es biólogo, jefe del Grupo de Microbiología del Instituto Antártico Argentino y profesor adjunto en la UBA. Trabaja desde hace 26 años en microbiología antártica.
La Antártida se convirtió, en los últimos 20 años, en un destino turístico premium. A la zona llegan viajeros de todo el mundo atraídos por el pingüino emperador, los glaciares y la impetuosa necesidad de una vivencia extrema. De acuerdo a las cifras elaboradas por la Asociación Internacional de Operadores de Turismo Antártico (Iaato, su sigla en inglés) arribaron en la temporada 2008-2009, más de 46 mil turistas a bordo de cruceros que pueden albergar a más de dos mil personas. Pero tanta devoción pareciera atentar contra su ecosistema.
El biólogo Walter Mac Cormack, jefe del Grupo de Microbiología del Instituto Antártico Argentino y profesor adjunto de la Universidad de Buenos Aires, explica por qué debería acotarse el ingreso de buques y regular el descenso de pasajeros en la reserva de agua dulce más importante del planeta.
–El común de la gente puede pensar que el turismo en la Antártida tiene poco o nulo impacto en el ecosistema, pero los especialistas advierten que sí. ¿Cuál es el impacto del descenso de los pasajeros de los cruceros?
–Es muy importante. En su gran mayoría, los buques que entran a la Antártida son grandes cruceros que llevan varios cientos de pasajeros. Esos pasajeros descienden en varios puntos del continente antártico. Su presencia y su tránsito generan un impacto ambiental que puede resultar significativo. Por eso es crucial definir muy bien dónde pueden descender y dónde no. También habría que regular cuántos. No es lo mismo que circulen 10 personas por día a que sean mil. Y, evidentemente, el cómo actúan y se comportan esas personas en el terreno es un factor determinante.
–Otro factor poco conocido: los accidentes de barcos y el impacto ambiental que producen. ¿Cómo se puede evitar eso?
–Sin duda que la frecuencia de accidentes se incrementa con el número de vehículos (barcos o aviones) que ingresen al área antártica. De hecho, en los últimos años se elevó el número de “eventos accidentales” con los buques que operan en esa zona. No es una racha casual, es el resultado estadístico del aumento de buques que ingresan. Si se fijara una cota máxima de buques por temporada, disminuiría la probabilidad de accidentes.
–¿Los cuatro mil científicos que viven en Antártida generan más o menos impacto que los miles de turistas anuales?
–El impacto generado por la actividad de las bases científicas no es despreciable. No es tanto la presencia de los científicos y personal de apoyo que permanecen temporariamente en Antártida la que causa un impacto, sino los establecimientos en donde esos científicos y técnicos habitan. Las bases generan una perturbación ambiental. Afortunadamente, a diferencia de lo que ocurrió hace 40, 50 años o más, la elección del sitio de construcción de una base se estudia con mucho mayor detalle, y se tiene en cuenta el impacto ambiental que generan.
–¿También utilizan recursos contaminantes?
–Así es. La fuente de energía principal de las bases siguen siendo los combustibles derivados del petróleo. Su traslado, almacenamiento y uso trae inevitablemente riesgos de contaminación en las zonas cercanas a las bases. Por estos hechos y muchos otros, es claro que la presencia de las bases genera una perturbación. Es importante que se evalúe claramente ese impacto, logrando un balance correcto entre el beneficio de la presencia de científicos en la Antártida y los efectos negativos que generan.
–En un contexto de cambio climático ¿cualquier alteración producida por agentes externos es multiplicadora de los problemas?
–Está claro que el planeta está sufriendo los efectos de un cambio global. La Antártida, y especialmente la península antártica, es uno de los sitios del planeta en donde más se sintió ese cambio que llevó a la desaparición de varias barreras de hielo y al retroceso notorio de los glaciares. Sin entrar en el debate de si estos cambios son sólo producto de la actividad humana o si hay un componente natural, lo cierto es que el cambio climático es evidente. Ahora bien, yo particularmente creo que los agentes externos que impactan sobre un ambiente siempre causan problemas. Si la Antártida no mostrase ningún signo de cambio climático, estos factores (buques, aviones, gente) seguirían siendo un factor perturbador preocupante y digno de ser considerado y regulado. El hecho de que la Antártida esté sufriendo los efectos del cambio climático no hace a los agentes externos peores que si no existiese dicho cambio.
–¿Por qué es tan importante proteger la Antártida?
–La Antártida representa un lugar clave desde varios aspectos. Uno de ellos es el agua, ya que sólo una mínima fracción del agua del planeta es dulce. De esa fracción una parte muy significativa está en los hielos antárticos. Es, por ende, la mayor reserva de agua dulce del mundo. Eso sólo sería suficiente para considerar todas las acciones posibles de conservación.
–¿Y en cuanto a la fauna y flora?
–Sin dudas su biota, los seres que viven o dependen de la Antártida para su ciclo de vida, deben ser protegidos. Un calentamiento excesivo, un incremento en el nivel de diversos contaminantes y otros muchos factores pueden hacer que muchos microorganismos desaparezcan de la faz de la Tierra. Algo parecido ocurre con los microorganismos antárticos. A este nivel, la Antártida presenta una gran biodiversidad de bacterias, arqueas, microhongos y otros microorganismos antárticos que son casi desconocidos. La pérdida de esta biodiversidad no sólo afectará el normal funcionamiento del ecosistema antártico, sino que además privará a los seres humanos de su conocimiento.
–¿Cuáles son las propiedades más significativas de esa biodiversidad?
–Actualmente hay un gran avance en el estudio y aplicación de los productos biológicos sintetizados por los organismos de ambientes extremos. Muchos de esos productos permitieron el desarrollo o la mejora de muchos procesos industriales y biotecnológicos. Perder esta biodiversidad antes de conocerla y comprenderla también nos privaría de una casi inagotable fuente de nuevos productos con actividad biológica que podrían ayudar a una mejor calidad de vida de todos nosotros.
–¿En qué consiste la biorremediación?
–La biorremediación es un conjunto de procesos o técnicas que utilizan la capacidad de los organismos (principalmente microorganismos) para acelerar la remoción de contaminantes ambientales que dañan la biota local. En el mejor de los casos, los contaminantes orgánicos pueden ser transformados por los microorganismos en agua y dióxido de carbono, compuestos totalmente inocuos. El objetivo de todo proceso de biorremediación es eliminar, o al menos reducir significativamente, la presencia de los contaminantes, volver el ambiente a condiciones lo más parecidas posibles a las de antes de ser afectado. Pero con eso solo no alcanza.
–¿Es posible crear conciencia de preservación en personas que la visitan por primera vez?
–Eso es lo menos problemático. Si los turistas son bien aleccionados a bordo, en general se convierten en férreos defensores de las normas de protección al momento de bajar a tierra. El problema es que el turismo es un gran negocio, y algunas partes son reticentes a aceptar las limitaciones que a veces surgen de las reuniones del Comité de Protección Ambiental dentro de la Reunión Consultiva Anual del Tratado Antártico.
FUENTE: La Voz Temas , 27/01/2013 | Leonardo Iglesias Contín (Especial)
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