Una investigación revela la probable pérdida de la mayoría de la actual zona
apta para cultivo de la vid en el año 2050 y la expansión de las zonas aptas
para la viticultura en hábitats importantes para la conservación.
Un estudio participado por el Laboratorio Internacional en Cambio Global
(LINCGlobal), fundado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de
España (CSIC) y la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC), sugiere que
el cambio climático podría afectar de forma dramática a una gran variedad de los
productores de vino más importantes del mundo, con consecuencias de largo
alcance para la conservación de la naturaleza. Por otro lado, el trabajo refleja
la posible apertura de nuevas áreas productivas de vino en lugares inusuales
hasta el momento.
El aumento de las temperaturas y la disminución de las precipitaciones,
están afectando el delicado equilibrio entre temperatura y humedad, elementos
principales para el cultivo de uvas de vino de alta calidad. Esto prevé una
contracción del área apta actual para la producción de vino en algunas zonas y
su ampliación en otras, con posibles consecuencias negativas sobre el capital
natural y ecosistemas esenciales para las especies y el bienestar humano.
Este estudio, en colaboración con Conservation International (CI) y
científicos de China y Chile ha sido publicado hoy en la revista Proceedings
of the National Academy of Science (PNAS) de la Academia Nacional de
Ciencias de Estados Unidos. Esta investigación es el primer análisis global de
los impactos del cambio climático en la producción y conservación del vino, en
ella, se produjo el primer mapa mundial de la producción futura de vino,
utilizando múltiples modelos de aptitud para la viticultura. El estudio encontró
que el impacto del cambio climático será dramático en algunas zonas y puede
generar conflictos importantes entre la mantención de esta actividad industrial,
la conservación de la biodiversidad y la provisión de servicios ecosistémicos
claves como ser la provisión de agua dulce. Esto último es particularmente
importante en el caso de Chile, donde ya existe un alto grado de estrés hídrico
el cual se verá acentuado en el futuro de acuerdo a las proyecciones del cambio
en el clima para la región. En este escenario, la mayor demanda por parte de la
industria del vino para mantener cultivos viables y productivos sin duda
agravará la situación en el contexto de una reducción de un 15% promedio en las
precipitaciones.
Lee Hannah, autor principal del artículo y especialista mundial en cambio
global de la organización Conservation International de Estados Unidos,
argumenta que "el cambio climático va a mover las regiones con potencial para
producir vinos a distintos lugares. Estos cambios globales presionarán sobre la
fauna silvestre en algunos lugares sorprendentes.” Según Hannah “la
sensibilización de los consumidores, la industria viticultora y las acciones de
conservación son necesarias para ayudar a mantener el vino de alta calidad y
reducir las externalidades negativas sobre los ecosistemas y los servicios que
estos proveen para la humanidad”. El investigador señala que “esto es sólo la
punta del iceberg y el mismo consejo se debería tener en cuenta para muchos
otros cultivos globales".
Según el estudio, para el año 2050 la zona apta para la viticultura
disminuirá entre el 25% y el 73% en las regiones productoras de vino más
importantes, que son las de clima mediterráneo. Al mismo tiempo, nuevas áreas
donde tradicionalmente no existía aptitud para la viticultura por estar a altas
latitudes, como es el caso de algunas zonas del Oeste de América del Norte y
Norte de Europa, serán cada vez más adecuadas y buscadas por los productores de
vino.
El establecimiento de viñedos en las elevaciones más altas puede conducir
a la eliminación y la degradación de la vegetación natural, que tienen efectos a
largo plazo sobre la calidad del hábitat para las especies nativas. El oeste de
Norte America, sobre todo en las Montañas Rocosas, cerca de la frontera
Canadá-Estados Unidos y hogar de los osos pardos, el lobo gris y el antílope fue
identificado en el estudio como una de las áreas donde la aptitud vitivinícola
podrías aumentar y donde el impacto sobre la vida silvestre podría ser
severo.
“Estos resultados no representan buenas noticias para la industria del
vino en Chile, argumenta Pablo Marquet, coautor del artículo y director del
Laboratorio Internacional en Cambio Global (CSIC-PUC), “Los incrementos
proyectados en el estrés hídrico asociado a la producción de vino son
dramáticos. Aquí existe un importante desafío para la industria; hacerse más
eficientes en el uso del agua. La zona de ecosistemas mediterráneos de Chile
concentra grandes densidades de población humana (y por ende alta demanda de
agua), donde más del 70% de los hábitats naturales se han perdido, o están
severamente degradados y donde menos del 3% de su área se encuentra protegida.
En este contexto la adaptación a los cambios en el clima que se anticipan en los
próximos 30 a 50 años va a ser una tarea compleja.” Marquet indica que “Sin duda
que los consumidores de vino y otros cultivos tienen mucho que decir, ya que a
través de seleccionar aquellos cultivos o productos que provienen de zonas con
manejos adecuados o que son parte de iniciativas como la de Vino, Cambio
Climático y Biodiversidad asociada al Instituto de Ecología y Biodiversidad en
Chile y liderado por la Dra. Olga Barbosa, pueden ser actores activos del cambio
hacia actividades económicas más sustentables”.
Símbolo de una gran variedad de
cultivos
Los autores de este estudio internacional concluyeron que las uvas son un
símbolo de una gran variedad de cultivos cuyos desplazamientos geográficos, en
respuesta al cambio climático, tendrán implicaciones importantes para la
conservación y que se necesitan con urgencia medidas de adaptación para mantener
la productividad y minimizar los impactos sobre los ecosistemas terrestres y de
agua dulce. Entre las recomendaciones de los investigadores del estudio,
destacan las siguientes: 1) la planificación conjunta de la expansión de los
viñedos entre los gerentes de las empresas y los científicos expertos en
conservación, para evitar zonas de alta importancia ambiental, 2) Fomentar la
conciencia del consumidor incentivando el consumo de vinos que provienen de
viñas que poseen manejos sustentables y son compatibles con la biodiversidad y
3) invertir en nuevas variedades de uvas que ofrezcan sabores similares, pero
con tolerancias climáticas distintas y mejor adaptadas a los cambio cambios
futuros en el clima.
Este trabajo es el resultado de la interacción entre investigadores
iberoamericanos e internacionales en el ámbito del cambio global y se enmarca
dentro los objetivos trazados por el Laboratorio Internacional en Cambio Global
(LINCGlobal), promovido por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas
(CSIC) y la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC).
FUENTE: DiCYT, Chile, 9/ 04/ 2013
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