Empresas extranjeras se han reunido en una estrecha región del sur de México, conocida como uno de los sitios más ventosos del mundo, para construir turbinas de aire elevadas, pero algunos de esos proyectos han enfurecido y enfrentado a comunidades indígenas.
La construcción de los parques eólicos se ha disparado en todo México, sobre todo en el tempestuoso Istmo de Tehuantepec, ubicado en el estado de Oaxaca, que ha atraído a inversores de lugares tan lejanos como Europa, Japón y Australia.
Los proyectos son una parte clave de los esfuerzos de México para combatir el cambio climático, una de las prioridades del expresidente Felipe Calderón, retomada por su sucesor, Enrique Peña Nieto, quien asumió el cargo en diciembre.
Según la Asociación Mexicana de Energía Eólica, en 2006 México ya generaba energía eólica, pero sólo producía dos megavatios (MW) en todo el país. Hoy en día esa cifra ha crecido a 1.400 MW, y la meta es llevarla a 12.000 MW en 2020, lo que representa el 15% de la energía del país.
Sin embargo, algunos grupos indígenas han bloqueado dos proyectos en Oaxaca, entre los cuales uno que prevé convertirse en el mayor parque eólico de América Latina, por temor a que las enormes turbinas ahuyenten los peces y perturben los frágiles ciclos agrícolas de sus humildes parcelas.
"Han puesto patas arriba la vida de los pobladores en el Istmo de Tehuantepec al interferir con su trabajo diario", dijo Carlos Beas Torres, presidente de la Unión de Comunidades de la zona norte de esa zona.
El pago que reciben de las firmas extranjeras por el alquiler de sus tierras también ha dividido a sus comunidades.
"Las mujeres y los hombres han sido enfrentados unos contra otros, porque las empresas mexicanas y multinacionales que han invertido aquí se han aprovechado de la falta de información entre los nativos de la zona al arrendar sus tierras por 1.000 pesos (82 dólares) al año por hectárea", dijo Beas Torres.
Hay 18 parques eólicos en operación en México, otros nueve en construcción y una docena más en el desarrollo, de acuerdo con el presidente de AMDEE, Adrián Escofet.
La gran mayoría se encuentran en Oaxaca, flanqueado por el Océano Pacífico y el Golfo de México, que con sus fuertes vientos es el escenario ideal para producir esta energía renovable.
En rechazo, pobladores indígenas de la etnia zapoteca han efectuado algunas protestas violentas.
La semana pasada la policía estatal intentó, sin éxito, recuperar maquinaria de construcción de las firmas extranjeras que éstos tomaron con un saldo fue de 22 heridos.
El operativo buscaba también liberar el camino a una playa que los opositores bloquean desde el 25 de febrero, afectando las ventas de los comerciantes de ese sitio turístico que están a favor de los parques eólicos, porque consideran que aumentarán las necesarias fuentes de trabajo en esa zona del estado de Oaxaca, uno de los más empobrecidos de México.
La concesión del parque ha sido otorgada a la firma española Gas Fenosa y se prevé que cuente con turbinas N117 cuya envergadura supera 100 metros.
En diciembre, otro episodio de violencia entre los habitantes de San Dionisio del Mar, nombre de la comunidad donde se planea la instalación el megaproyecto de Renovables Mareña, un consorcio de inversores mexicanos, australianos y japoneses, dejó cinco heridos.
Con 132 turbinas y una capacidad de producción de 396 MW, se espera que el parque eólico se convierta en el mayor de América Latina.
Sin embargo su construcción se ha retrasado por sus opositores, preocupados por el impacto de las turbinas gigantes a instalarse en una franja de playa entre el Pacífico y una laguna en la que abundan peces.
Autoridades de Fenosa y Mareña, aseguran que las instalaciones no perjudican la pesca ni el medio ambiente y argumentan que el proyecto fue aprobado por el ministerio de Medio Ambiente, que se comprometieron a cambio a plantar árboles, que pagarán anualidades justas a los propietarios de las tierras, y destacan además las fuentes de trabajo que generarán.
FUENTE: NTN 24, 07/ 04/ 2013
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