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martes, 16 de abril de 2013

COLOMBIA FRENTE AL CAMBIO CLIMÁTICO


Cuatro autores del libro ‘Desarrollo económico y adaptación al cambio climático’, que se presentará hoy en Bogotá, ofrecen un abrebocas de las reflexiones que plantea la publicación.


La baja capacidad de respuesta de Colombia ante los eventos climáticos extremos, que suelen resultar desastrosos, y su vulnerabilidad frente a los efectos del cambio climático han puesto a tambalear la competitividad de un país que transporta sus alimentos por carreteras destrozadas por derrumbes o que pierde hectáreas de cultivos debido a inundaciones o sequías.

Para analizar y debatir medidas necesarias a corto y largo plazo, que le permitan al país prepararse y responder a los efectos del calentamiento global, la Fundación Friedrich Ebert en Colombia (Fescol) y el Foro Nacional Ambiental invitaron a un grupo de expertos en ambiente a revisar la manera como el país ha actuado frente a esta problemática (desde las decisiones legislativas y económicas) y cuáles serían algunas medidas a tener en cuenta para contrarrestar los efectos de la inevitable alteración del clima.
En esta reflexión participaron los académicos y líderes de opinión Julio Carrizosa, Germán Andrade, Juan Pablo Ruiz, Manuel Rodríguez, Juan Benavides, Jason García, Gerardo Ardila y Guillermo Rudas. A continuación, algunos de ellos hacen una introducción a cuatro de los debates incluidos en la publicación, cuyo objetivo no es quedarse en el papel sino convertirse en reflexiones de país.

¿Crecimiento compatible con adaptación?
Los efectos de eventos extremos asociados al cambio climático afectan principalmente a la población más pobre, localizada en zonas con mayor debilidad del Estado. Es por esto que las estrategias de generar riqueza para salir de la pobreza y combatir la evasión tributaria se constituyen en lineamientos del actual Plan de Desarrollo, que llevan a preguntarse si la locomotora minera es compatible con la adaptación al cambio climático. En este libro se analizan los ingresos tributarios de este sector de la economía y se encuentra que las reducciones en impuestos que se les aplican son superiores a lo que finalmente pagan por regalías. Igualmente se analizan las condiciones sociales en las regiones que concentran la explotación minera del país, encontrando que, en la mayoría de lugares, sus índices de pobreza y violencia son significativamente mayores que en el resto de municipios. Se propone revisar la estructura tributaria de este sector minero-energético, y en especial sus tarifas de regalías. Igualmente se sugiere revisar los mecanismos de control de la inversión de estas regalías, para garantizar que sí se orienten a revertir las condiciones de pobreza y miseria en las zonas mineras del país.

Energía y cambio climático
El objetivo de una economía en desarrollo es elevar el nivel de vida de sus habitantes y mejorar el entorno local. Las únicas formas efectivas de mitigar el crecimiento de la emisión de gases de efecto invernadero son las innovaciones disruptivas masivas (tecnologías que conducen a la desaparición de productos) y los cambios radicales en el estilo de vida de la humanidad. Así quisiera, Colombia no tendría la capacidad de influir en la solución de problemas ambientales globales con acciones unilaterales que redujeran el valor actual (uso) y futuro (capital intelectual y mejores instituciones) de sus recursos. Además, la reducción de gases invernadero no es una garantía de sostenibilidad. La estrategia energética de Colombia para las próximas décadas consiste en exportar aceleradamente todas las formas de energía disponibles, transformando en nuevas capacidades las rentas de los recursos naturales y la disposición a pagar por energías limpias, y asegurar el crecimiento económico con una canasta de consumo que asegure la confiabilidad del suministro al menor costo. El país tiene un consumo per cápita de energía insignificante y deberá consumir más energía para crecer y desarrollarse.

Adaptación y locomotoras del desarrollo
La eficacia de las políticas del país en adaptación al cambio climático estará determinada, en gran parte, por la voluntad política para desterrar los fenómenos que están incrementando la incapacidad social y ambiental para enfrentar el clima cambiante. Además de la alta exposición de Colombia a los fenómenos de variabilidad climática (debido a su posición geográfica), el país enfrenta una alta vulnerabilidad social, económica y biofísica, exacerbada con frecuencia por el patrón de desarrollo. A todo ello se suman la insuficiente capacidad para actuar de las instituciones ambientales y de prevención de desastres, por lo que los desastres originados por el clima continuarán y se incrementarán. A largo plazo, la política económica del país, representada hoy en las locomotoras de la prosperidad, habría creado condiciones para la mala adaptación al calentamiento global. Y bajo este ámbito deberá desenvolverse la política de adaptación al cambio climático, que fue adoptada como respuesta a los desastres de la reciente ola invernal. Cabe preguntarse si esta política incluirá medidas para desterrar las causas de la mala adaptación, incluyendo las que tienen que ver con las locomotoras.

Altillanura: oportunidad que se desvanece
¿Imitar en la Orinoquia la agricultura brasileña? Además de ser una potencia agroindustrial, la región brasileña conocida como El Cerrado (la frontera agrícola más grande del mundo) también ha generado pasivos ambientales y pérdida masiva de biodiversidad. Para la altillanura colombiana se plantean varios millones de hectáreas de agricultura. El ministro del ramo ha anunciado conservación de humedales, Corporinoquia requiere manejo predial, y hay algunas iniciativas de conservación. Pero el futuro más probable muestra la pérdida del patrimonio natural. No se ha entendido el carácter sustantivo de lo ambiental en la transformación productiva, en especial en la dinámica hídrica y la biodiversidad. Pero hay esperanza. Riopaila Castilla S.A., con la Facultad de Administración de la U. de los Andes y adicionalmente a lo que requiere la ley, viene excluyendo de la agricultura mosaicos de sabana y está montando un sistema de monitoreo del cambio ecológico basado en la biodiversidad. Pero para lograr efectos regionales falta una política integral de diseño y construcción de un paisaje resiliente. Una oportunidad que el sector privado puede jalonar, pero que se desvanece a una tasa de transformación de sabanas que pronto supera 200.000 ha/año.
FUENTE:  elespectador.com, 14/ 04/ 2013

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