Muchos países de América Latina y el Caribe sufren de una gran dependencia energética del exterior. Para cubrir sus necesidades, países como Panamá o Chile tienen que destinar gran parte de sus recursos a importar combustibles fósiles lo que, además de resultar caro, provoca importantes emisiones de gases de efecto invernadero. En el caso de Chile, el 75% de sus recursos energéticos son importados cada ano del exterior.
Todos oímos hablar del potencial combinado de la energía solar, eólica e hidroeléctrica pero, ¿se imagina que la respuesta a todas las necesidades energéticas de un país estuviera junto a la costa, en el propio océano?
Este podría ser el caso de Chile, un país que, según un estudio del BID, tiene un potencial de energía mareomotriz tan grande -entre 100 y 200 Gigavatios- que, si fuera explotado, podría generar el equivalente a varias veces la potencia instalada en el país. Aunque suene a ciencia ficción, hay zonas de la costa chilena como la isla de Chiloé o el estrecho de Magallanes que podrían tener el mayor potencial para la energía mareomotriz del mundo. Y el país tiene nada menos que 6.345 kilómetros de costa. Todo un mundo por explorar.
A pesar del gran potencial existente, Chile y en general toda la región de América Latina y el Caribe se enfrentan a un importante reto: no existen experiencias previas en el aprovechamiento de este tipo de energía. La tecnología existe y está en pleno desarrollo en otras zonas del mundo, principalmente en Reino Unido, Portugal, Francia, Estados Unidos y Canadá, pero necesitamos encontrar la forma de transferir parte de ese conocimiento a nuestra región para poder aprovechar este gran potencial energético.
Ahora Chile se encuentra ante la oportunidad de empezar a explorar este potencial que a mediano plazo podría cambiar por completo su panorama energético: el BID acaba de aprobar una cooperación técnica que apoyara con fondos no reembolsables el desarrollo de dos proyectos piloto en la costa del país.
El primer piloto de energía mareomotriz (tidal current energy en inglés) apoyará un proyecto para aprovechar el movimiento de grandes volúmenes de agua causado por las mareas. El sistema funciona con una o varias máquinas con un rotor montado sobre un eje horizontal, un sistema parecido a las turbinas eólicas, o vertical. La máquina puede estar instalada en el fondo marino o puede ser flotante y en ningún caso se construyen diques.
El segundo piloto es de energía unidmotriz (wave energy en inglés) y apoyará un proyecto para aprovechar la energía de las olas, un campo en el que coexisten varias tecnologías que están actualmente en desarrollo.
Ambos proyectos serán implementados por empresas privadas que serán seleccionadas en un concurso público del Gobierno de Chile con un esquema de colaboración público-privada.
Aunque aún es pronto para medir el impacto de este piloto, existen grandes expectativas dentro y fuera del país y si bien la potencia de los pilotos será pequeña (se espera que alrededor de 1MW) sin duda pueden abrir camino para que la energía marina sea en un futuro no muy lejano la respuesta a las necesidades energéticas del país. Y además, una respuesta limpia, inagotable y a pie de playa.
FUENTE: Plataforma energía, Christoph Tagwerker, 17/ 11/ 2013
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