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martes, 16 de mayo de 2017

ALERTA ROJA PARA EL CAMBIO CLIMÁTICO: CIENTÍFICOS ADVIERTEN "QUE ES UNA CARRERA CONTRA EL TIEMPO"



El año que pasó batió su tercer récord anual consecutivo de calor (Foto NASA)
El año que pasó batió su tercer récord anual consecutivo de calor (Foto NASA)

Las pésimas estadísticas de 2016 terminaron por calar bien hondo en los científicos abocados a analizar los desencadenantes del cambio climático y sus consecuencias. Un resumen del año que pasó muestra que batió su tercer récord anual consecutivo de calor (con una temperatura que supera por cerca de un grado a la media de la era preindustrial), la porción abarcada por el hielo en el Ártico fue la segunda más reducida de la historia (4,4 millones de km2) y la Antártida perdió casi 2 millones de km2. Si esto no bastara, la concentración del temible dióxido de carbono (CO2) a escala mundial superó por primera vez la barrera de las 400 partes por millón.

"Es inequívoco y está sucediendo, es una carrera contra el tiempo", sintetiza Stefan Rahmstorf, profesor alemán de Física de los océanos -del Instituto para el Impacto del Clima de Postdam- durante la primera jornada del Climate Change Training Course for Journalists que se celebra en Berlín.

El problema no es nuevo. Rahmstorf recuerda que ya se hablaba de la influencia del dióxido de carbono en la temperatura en el año 1896. Pero en las últimas décadas todo se precipitó. El especialista, que se dedica entre otras cosas a verificar cómo el CO2 acidifica los océanos, señala que la década pasada fue la más calurosa de la que se tenga registro, con sonados récords en 2002, 2004, 2006, 2007 y 2010. Y la tendencia continúa. Como muestra, expone el que tuvo lugar en Estados Unidos en febrero de 2015, cuando mientras en la costa oeste se registraban temperaturas máximas que superaban todas las marcas, en la costa este sucedía lo mismo... pero con las mínimas.

Otra consecuencia a tener en cuenta es el cambio en el régimen de las lluvias. El efecto se siente en todos los continentes. Por eso el sudeste de España puede convertirse en un terreno desértico para fin de siglo. Por eso también la gran barrera de coral australiana está desapareciendo sin remedio. "El diagnóstico, como pueden ver, no es nada bueno; tenemos que impedir que suban las temperaturas y el acuerdo de París es claro: debe empezar ahora", sentencia.

A su turno, el Dr. Carl-Friedrich Schleussner, investigador germano que estudia la ciencia del clima y sus impactos, afirmó que los efectos del cambio climático impactarán de lleno en los "procesos socioeconómicos".

Dónde y cómo depende de distintos factores, pero dos de los principales a tener en cuenta son la vulnerabilidad, es decir, qué posibilidades tiene un país de verse afectado, y su exposición, que registra cuántos ecosistemas y procesos económicos sufrirán, y cuánta infraestructura se encuentra en los lugares que pueden ser afectados. Así, Sudamérica puede ser golpeada en su producción de alimentos, y también sentir coletazos en sus glaciares, sus lagos y sus sistemas de agua. "Es un problema multidimensional", aclara el especialista. Pero mejor será estar preparado. En el peor de los escenarios, las economías de nuestras regiones sufrirían importantes tracciones para fin de siglo, con daños en cultivos clave como el maíz, la soja y el arroz. Por otro lado, las naciones que basan buena parte de economía en la pesca, como Ecuador, Costa Rica o Indonesia, podrían enfrentar un embate de proporciones.

El resultado lógico sería una escalada de la pobreza a nivel global. El escenario menos desfavorable llevaría la cantidad de necesitados a los 142 millones, al tiempo que la hipótesis más sombría elevaría esa cifra a 900 millones. Aunque los científicos prefieren ser cautos con las pérdidas económicas por desastres naturales, las estimaciones del Banco Mundial suponen que ascenderían a los u$s 520 mil millones anuales.

Por eso también apela a aunar los esfuerzos para cumplir con el acuerdo de París. Sellado en la 21ª sesión de la Conferencia de las Partes en diciembre de 2015, fue tildado como "histórico", ya que además de reimpulsar la idea de mantener el aumento de la temperatura en este siglo por debajo de los 2º, redobló la apuesta y se propuso limitarlo por debajo de 1,5° sobre los niveles preindustriales.

"Ese medio grado que separa una suba de la temperatura de 1,5° o 2 es una gran diferencia. Por tomar un ejemplo, el crecimiento del nivel de los mares: con 1,5° llegaría a 40 centímetros en 2080 y a 40 milímetros por año en 2100. Mientras que si sube 2° podría empeorar la crecida hasta los 50 centímetros y los 55 milímetros anuales", concluye.

FUENTE:  Ambito.com, Carlos Pagura,  16 / 05 / 2017

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