Feliz alianza. Pierre-Emmanuel Taittinger y el viticultor inglés Patrick Mc Grath celebran su asociación para producir el Domaine Evremond (Domaine Evremond)
Francamente, lo que nos faltaba a los extranjeros. En plena fiebre del nacionalismo inglés, del hagamos Inglaterra grande otra vez –y además sin necesidad de alguien tan vulgar como Donald Trump–, ahora resulta que este país tiene una industria vinícola que produce cinco millones de botellas al año, que sus blancos y espumosos ganan premios de oro en los concursos internacionales, y que hasta las grandes maisons champenoises francesas están comprando como locas centenares de hectáreas en los condados de Sussex y Kent.
Para los británicos partidarios del Brexit, que son la mayoría y no tienen necesariamente el don de la objetividad, la lectura es muy sencilla: el terroir inglés le da cien mil vueltas al francés.
El clima de Hampshire y Cornualles es más favorable que el de Reims y la Borgoña, el suelo gredoso de Somerset es mejor que el de Aquitania, y las piedras de calcáreas de Somerset y Devon son de calidad superior a las del Languedoc-Rousillon. Como consecuencia, los espumosos de Nytiember y Chapel Down son mejores que los Moët&Chandon y Veuve Clicquot. Si Theresa May dice que es así es que es así, y si alguien lo discute es que es un enemigo del pueblo, como los jueces, políticos y periodistas que tienen las narices de poner en tela de juicio el Brexit.
Podría argumentarse que no es que lo inglés sea por definición mejor que lo continental, que las casas francesas de champán están comprando viñedos en Inglaterra porque son mucho más baratos (15.000 euros el acre comparado con 400.000 euros en Épernay), que el cultivo de viñedos en Inglaterra es una consecuencia del cambio climático, y que en cualquier caso los enólogos que deciden sobre la acidez y el volumen de alcohol de la uva no son vicarios y coroneles retirados del partido conservador, sino australianos, argentinos y neozelandeses. Pero todo eso da igual, let’s make England great again...
A los franceses, todo hay que decirlo (y menos mal que ha ganado Macron en vez de Le Pen) se les puede acusar en este caso de un cierto colaboracionismo. Porque la casa Taittinger, por ejemplo, compró hace dos años (antes del Brexit) sesenta hectáreas de manzanos, perales y ciruelos a la familia Gaskain, de Kent, para cortar los árboles y plantar en su lugar vides de pinot noir y chardonnay.
Y las cepas han resultado tan fructíferas que desde entonces la producción de uva se ha triplicado, y ya está en marcha la primera botella de un espumoso inglés que se llamará Domaine Evremond (en honor de un hedonista y crítico literario del siglo XVII que se exiló en la corte del rey Carlos II e introdujo en Londres la afición al buen vino).
“La opération Angleterre no representa tanto un objetivo económico como de adaptación al cambio climático, y las 300.000 botellas anuales que venderemos a mediados de la próxima década estarán dirigidas no a la exportación sino al mercado doméstico”, dice Damien Le Sueur, director general de Taittinger.
Dado que los espumosos ingleses son muy caros (alrededor de cuarenta euros) para lo que ofrecen, el concepto de mercadotecnia es que los compren sobre todo aquellos que sientan curiosidad por lo exótico o quieran hacer patria comprando productos nacionales. O Theresa May para fardar de su terroir en las cenas que ofrezca en Downing Street a Trump, Angela Merkel o Emmanuel Macron.
Igual que en el Brexit, las cosas se ven de manera distinta según de qué lado del Canal de la Mancha. Para Taittinger, Pommery y otros gigantes del champán, las viñas del sur de Inglaterra son una póliza de seguro. Por el momento las de Reims siguen disfrutando de la cantidad perfecta de lluvia y el frescor necesario por las noches, pero la acidez de la uva ha disminuido y su potencial alcohólico ha aumentado con el cambio climático. Por cada grado que suben las temperaturas de promedio, el terreno ideal para el cultivo se traslada 400 kilómetros al norte.
Los ingleses hacen ya las cuentas de la lechera. En el 2040 Manchester será el nuevo Burdeos, Birmingham la nueva Rioja, y la Ribera del Támesis suplantará a la Ribera del Duero, y será su gran revancha sobre los europeos... Y ya se ven brindando con espumoso de Kent. ¡Viva el Brexit! ¡Viva Inglaterra! Chinchín ...
FUENTE: La Vanguardia Internacional, 16 / 05 / 2017
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