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martes, 20 de febrero de 2018
EL PARQUE MARINO DE COSTA RICA SUFRE POR EL CAMBIO CLIMÁTICO
Miles de turistas visitan cada año el Parque Nacional Marino Ballena, ubicado en el Pacífico sur de Costa Rica y en cuyas aguas es posible ver ballenas, delfines y arrecifes de coral, una riqueza natural amenazada por el cambio climático que ya es evidente y ante el que los vecinos trabajan para adaptarse.
“El cambio climático ya está aquí. No es solamente un cambio de temperatura, va mucho más allá”, dijo a Efe Cristina Sánchez, una bióloga marina que trabaja con la Fundación Keto en un programa para la adaptación de la comunidad de Bahía Ballena al cambio climático.
No ha sido tan difícil para la fundación convencer a los vecinos de Bahía Ballena de la existencia del fenómeno, pues ellos mismos lo han venido observando año con año en el parque nacional que albergan.
La muestra más visible es el mojón 55, que en 1989 se colocó en tierra a 50 metros de distancia del agua y que hoy, casi 30 años después, es tapado por el mar durante las mareas altas.
Las raíces expuestas de las palmeras y su inclinación son otro indicador de la erosión costera, un fenómeno provocado por el incremento en el nivel del mar con las mareas extraordinarias, que son producto del aumento en la temperatura del agua.
Estas mareas también causan oleajes fuertes que hacen que las playas pierdan sedimentos. Es decir, el mar se va adentrando y carcome los bordes de la playa.
“Es una situación muy grave, es más acelerada que la que mostraban los modelos de erosión costera”, comentó Sánchez.
En el Parque Nacional Marino Ballena, una joya de Costa Rica, se inunda con frecuencia un sendero turístico, algo que hace algunos años no ocurría, y también están sufriendo los arrecifes de coral, de las especies más sensibles del mar.
Sánchez explicó que durante el impacto del fenómeno de El Niño en el año 2016 el agua del mar en el Parque Nacional superó los 30 grados centígrados de temperatura, lo que provocó que el 94 por ciento de los coloridos corales se tornara blanco.
Buena parte de estos corales murieron, principalmente en el tómbolo de Uvita, un sitio único, una lengua de arena y roca cuya forma se asemeja a la cola de una ballena.
Ante este panorama y para cuidar la joya que supone para las comunidades el Parque Nacional Marino Ballena, se echó a andar un proyecto financiado con 200.000 dólares del Fondo de Adaptación de la Convención de Cambio Climático de la ONU.
Esta iniciativa, ejecutada por la Fundación Keto, ha permitido a la comunidad de Bahía Ballena trabajar en medidas de adaptación que protegen el parque nacional y a la misma economía de la zona, la cual depende en un 90 por ciento del turismo.
La presidenta de la Fundación Keto, Catalina Molina, dijo a Efe que ha habido una buena respuesta de los vecinos, quienes incluso por su propia cuenta han establecido medidas de adaptación y prevención.
Mediante el proyecto se ha conformado un protocolo para la vigilancia, mediante el cual los guardaparques y las organizaciones pueden tomar datos para medir cambios en las costas, las playas o la cobertura vegetal, explicó Molina.
También se lleva a cabo reforestación con especies nativas y cocoteros.
En cuanto al sendero que ahora se inunda con frecuencia, el objetivo es adecuarlo para que los visitantes perciban con sus propios ojos los efectos del cambio climático.
Uno de los puntos claves del proyecto de adaptación es la modernización del sello “Sea Star System”, ideado en un principio para premiar buenas prácticas turísticas.
Molina detalló que este sello funcionará como una certificación a los operadores turísticos que cumplen también con medidas de adaptación y mitigación del cambio climático.
A través de este proyecto, la comunidad de bahía ballena ha comenzado a reutilizar agua de lluvia en viviendas y pequeños hoteles, además de hacer una mejor gestión de residuos sólidos, incluido el reciclaje.
Otro punto esencial es la educación, por lo que se han creado módulos educativos sobre el cambio climático tanto para los niños como para los adultos de la comunidad.
Algunos operadores turísticos han tomado acciones por su cuenta como disminuir el impacto en las playas que producen los vehículos que transportan los botes en los que los turistas realizan avistamiento de ballenas.
Otra iniciativa es la erradicación del uso de botellas plásticas en los botes.
El Parque Nacional Marino Ballena es uno de los más visitados de Costa Rica, pues es relativamente frecuente observar a las ballenas jorobadas apareándose, jugando o paseando con sus crías.
FUENTE: El País.cr , 20 / 02 / 2018
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