El cambio
climático plantea un desafío alarmante y pone a prueba a las instituciones y a
la política internacional. Los gobiernos deben convertir sus vagos compromisos
políticos en una acción real y vinculante
Desde
el 26 de noviembre al 7 de diciembre de 2012, sesionará la 18 ª Conferencia de
las Partes (COP18) de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio
Climático (CMNUCC) y la 8 ª Reunión de las Partes en el Protocolo de Kyoto
(CMP8), en el Qatar National Convention Centre, de Doha.
Recordemos
que Catar, país anfitrión de la Conferencia Mundial es un importante exportador
de petróleo crudo y gas natural, donde la protección ambiental no juega ningún
papel en la política del Estado y es uno de los países con mayores emisiones de
dióxido de carbono per cápita en todo el mundo.
Cambio
Climático
Los
informes de la comunidad científica son contundentes: la situación se agrava a
un ritmo mayor que el que se temía: año tras año se superan récords de emisiones
de gases de efecto invernadero, se multiplica la frecuencia e intensidad de los
fenómenos atmosféricos extremos (sequías, incendios, huracanes, inundaciones…)
que afectan a poblaciones crecientes, y nos acercamos peligrosamente a la
irreversibilidad de este proceso de degradación de las condiciones de vida en el
planeta.
Es necesario por ello acelerar e incrementar de inmediato las medidas
contra el cambio climático para que siga siendo posible contener el incremento
de la temperatura media del planeta por debajo de los 2 ºC antes del final del
siglo.
Sabemos,
ciertamente, que el cambio climático no es el único grave problema global que
amenaza nuestra supervivencia, pero eso no justifica que le prestemos menos
atención. Todos los problemas han de ser atendidos porque están estrechamente
vinculados y se potencian mutuamente. La lucha contra el hambre, por ejemplo,
exige evitar las sequías que agostan los cultivos y las inundaciones que
degradan los suelos cultivables.
Cuando
concluya el primer período de compromiso del Protocolo de Kioto, en 2012 tiene
que haber quedado decidido y ratificado un nuevo y más ambicioso marco
internacional que garantice las fuertes reducciones de las emisiones que según
ha mostrado claramente el IPCC son absolutamente necesarias. Hacer frente al
Cambio Climático es costoso, pero no hacerlo lo sería mucho
más.
Ahora,
más que nunca hasta aquí, se precisa un clamor ciudadano que obligue a que se
adopten acuerdos vinculantes para frenar el cambio climático mientras aún
estamos a tiempo. Ello no supone olvidar la crisis económica que tan
dramáticamente nos está afectando, muy al contrario: la única salida real y
durable a dicha crisis está en la transición a la sostenibilidad, a una economía
baja en carbono, que posibilita la creación de millones de empleos, vinculados a
las energías renovables, al incremento de la eficiencia de productos y procesos,
a la rehabilitación de viviendas, a la agricultura ecológica, a la producción
cultural como alternativa al consumo material, etc., etc.
No
se trata, pues, de elegir entre frenar el cambio climático o atender a otros
graves problemas como hacer frente a la crisis económica: debemos exigir que en
Catar se alcancen acuerdos vinculantes para frenar el cambio climático como
condición esencial para la transición a sociedades sostenibles y
solidarias.
La
conferencia sobre cambio climático de Doha debe
de centrarse en objetivos ambiciosos para reducir las emisiones de gases de
efecto invernadero, y también debería apoyarse en los logros obtenidos en la
cumbre de Durban y
avanzar hacia un acuerdo global legalmente vinculante.
Conclusión
Se
debe apoyar un segundo periodo del Protocolo de Kyoto (Kioto II) que vaya
desde el 01 de diciembre de 2013 hasta el 31 de diciembre de 2020 y durante este
segundo periodo se deben promover mecanismos de seguimiento y sanción para los
países que no cumplan con la reducción de gases efecto invernadero e incentivos
para los que sí lo hacen.
Se
debe impulsar un nuevo orden mundial, basado en la cooperación y en la
solidaridad, con instituciones que sean expresión de nuestra ciudadanía
planetaria común, capaces de evitar la imposición de intereses particulares que
resulten nocivos para la población actual o para las generaciones
futuras.
FUENTE: Adital. Noticias de América Latina y Caribe. 30/
11/ 2012
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