El lago Popoo fue el segundo más grande de Bolivia,
después del Titicaca.
Este año, viajé con mi familia desde nuestro hogar en Fairfax, Virginia, hasta Florida para disfrutar de unas maravillosas vacaciones familiares. Mis hijos gozaban jugando en la playa, construyendo castillos de arena y corriendo detrás de las olas.
Mientras los veía correr por la orilla, sobre la arena bañada por el mar, no podía dejar de pensar en las familias de Florida afectadas por la subida del nivel del océano: esa misma agua con la que disfrutan mis hijos está amenazando sectores del Sur de Florida situados a poca altura, muchos de los cuales están habitados por latinos. Lo mismo ocurre en la costa del golfo de Texas.
Los habitantes de estas áreas tienen razón en estar preocupadas. Mi experiencia como trabajador en el grupo de ayuda internacional Catholic Relief Services me hizo ver este problema desde una perspectiva más global.
En un futuro no muy lejano, el aumento del nivel del mar y la erosión de las costas serán grandes problemas para muchos países de Latinoamérica y el Caribe. Sin embargo, a través de Latinoamérica ya se están sintiendo efectos importantes del cambio climático.
Por ejemplo, el lago Poopó, que fue el segundo lago más grande de Bolivia, ha desaparecido por completo. En su momento, este lago cubría más de 1,900 kilómetros cuadrados.
Existen varios factores, como la minería o la gran sequía del fenómeno de El Niño del año pasado, que provocaron la desaparición del lago y del medio de subsistencia de miles de pescadores. Pero, sin duda alguna, el principal culpable es el aumento de las temperaturas promedio debido al cambio climático.
El cambio climático ha provocado la desaparición de los glaciares que alimentaban el lago Poopó y ha hecho aumentar la duración y la frecuencia de las sequías, incluso antes de que el reciente fenómeno de El Niño modificara los patrones de lluvias. Este video muestra la historia de Benito, quien perdió todo cuando el lago desapareció:
Ahora, durante el Mes de la Herencia Hispana, la comunidad latina debe aprovechar la ocasión para concentrar la atención del país en los daños que el cambio climático está causando ya a personas en los Estados Unidos, en Latinoamérica y en todo el mundo. Si hablamos del cambio climático con más frecuencia, y con una sola voz, los políticos tendrán que escuchar y responder.
¿Qué debemos decir? En primer lugar, debemos decir a los políticos que hay que tomar el cambio climático en serio. Es preciso apoyar los esfuerzos bipartidistas para hacer frente a este problema. Un buen ejemplo es el Caucus para Soluciones Climáticas, un nuevo grupo en el Congreso compuesto por demócratas y republicanos que creen que el cambio climático se está produciendo ya, y que el Congreso debe hacer algo al respecto.
No es una coincidencia que este grupo haya sido puesto en marcha por Carlos Curbelo (R-FL), un miembro de la Cámara de Representantes estadounidense del Sur de Florida que también ha visto como las mareas son cada vez más altas y que sabe lo que significa esto para el país.
También se debe apoyar la asignación de fondos de Estados Unidos para ayudar a que personas de todo el mundo puedan adaptarse a las nuevas realidades climáticas. A principios de este año, el Comité de Asignaciones del Senado de los Estados Unidos dio un paso importante en este sentido al votar a favor de una financiación de 500 millones de dólares destinada al Fondo Verde para el Clima. El Fondo Verde para el Clima es un proyecto internacional que tiene como objetivo ayudar a países en desarrollo a adaptarse a los efectos del cambio climático.
Este voto también fue una demostración importante de bipartidismo: los senadores republicanos se unieron a los demócratas en el Comité con el fin de apoyar el Fondo Verde para el Clima. Pero el debate sobre esta asignación de fondos no ha terminado. Muchos miembros del Congreso, entre ellos algunos que representan a grandes poblaciones de mayoría latina, se oponen a este programa y todavía pueden tratar de detener la financiación. Tu voz puede ayudar a hacer que cambien su posicionamiento.
Para millones de personas, el cambio climático no es una teoría abstracta que se basa en predicciones para el futuro. Para ellas, el cambio climático es una realidad diaria de sequías más prolongadas que destruyen sus cosechas, de tormentas más fuertes que ponen en peligro sus vidas y de niveles del mar cada vez más elevados que se tragan sus hogares y que, incluso, pueden hacer desaparecer un lago entero, llevándose medios de vida y aldeas.
Algunos congresistas escucharon al Papa Francisco cuando dijo: “Es hora de dejar a un lado los intereses partidistas y las controversias sobre el cambio climático, y cumplir con el imperativo moral de actuar ya mismo”. Los latinos deben hacer cuanto esté en sus manos para asegurase de que el resto del Congreso de los Estados Unidos también escuche este mensaje.
FUENTE: La Opinión , 22 / 09 / 2016
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