Lo revela un informe de especialistas de la Facultad de Agronomía de la UBA. Advierten a agricultores, ganaderos y a la industria.
La semana pasada, un informe internacional reveló que la producción de vino cayó en todo el mundo por los efectos del cambio climático.
Argentina fue uno de los países más perjudicados, con una reducción del 29% en un año. Ahora, otra investigación sugiere que los golpes de calor pueden afectar también al cultivo de maíz en nuestro territorio.
El nuevo estudio fue realizado por la Facultad de Agronomía de la UBA. Determinó que, en el caso del maíz, las temperaturas extremas pueden provocar pérdidas totales de rendimientos cuando ocurren en torno a la floración y del 50% cuando afectan el llenado de los granos. También comprometen la calidad, un aspecto no advertido hasta ahora y que alerta a los productores y a la industria.
“En el llenado, los genotipos más susceptibles a modificar el tamaño de sus granos ante los golpes de calor también fueron los más afectados en términos de composición química y calidad industrial. Uno de los rasgos más comprometidos fue la acumulación de aceite”, dijo el docente Luis Mayer, a cargo de la investigación, difundida por Sobre la Tierra, el servicio de divulgación de la facultad.
Para llegar a esa conclusión, Mayer usó una metodología novedosa. “Construimos pequeños invernáculos equipados con caloventores y sensores de temperatura para generar un calentamiento artificial en condiciones a campo, tratando de reproducir un golpe de calor verdadero”, explica.
Al estudiar el impacto, encontró un efecto negativo sobre la duración del crecimiento de los granos de todos los genotipos, y en especial cuando ocurrían durante el llenado temprano. Los genotipos más sensibles resultaron ser los convencionales (semidentados). En cambio, los maíces flint o colorado duro (del cual se obtienen los copos para desayuno) y pisingallo (del cual se obtienen los pochoclos) mostraron una mayor estabilidad.
Ante el calor extremo los granos de los genotipos convencionales experimentaron reducciones de tamaño y alteraciones de calidad, con una reducción en la concentración de aceite. No obstante, aumentó la concentración de proteínas. “Observamos decrementos de hasta 1,5 puntos porcentuales en la concentración de aceite del maíz y aumentos de hasta 2 puntos porcentuales en la de proteínas”, especificó el investigador.
La información generada por este estudio resulta de interés para los agricultores. También para los productores ganaderos, porque sus animales podrían consumir un alimento que no se ajusta a la dieta prevista. Además, es relevante para la industria, porque podría afectar el rendimiento o el valor comercial de los productos derivados de la molienda.
FUENTE: Clarín, Sociedad, 21 / abril / 2017
No hay comentarios.:
Publicar un comentario