Al Gore lleva una larga década encajando golpes bajos por cuenta del cambio climático. El portazo de Donald Trump al Acuerdo de París pudo haber sido el gancho definitivo, pero la reacción en todo el mundo le hizo recuperar la esperanza: "Pensé que otros países podrían seguir su ejemplo, pero me equivoqué de lleno. Es más, su decisión ha servido para incentivar a las ciudades y a los estados americanos a seguir el camino contrario. Trump ha dado alas al activismo del clima".
El ex vicepresidente norteamericano no se mordió la lengua y decidió entrar al trapo con Trump en la presentación londinense de Una verdad muy incómoda: ahora o nunca, la secuela del oscarizado documental que fijó un antes y un después en el debate del cambio climático (el 6 de octubre llegará a los cines en España).
"Trump se está aislando del mundo", advierte Gore. "Incluso los miembros de su propio partido en el Congreso y en el Senado le están abandonando. En cualquier caso, su decisión de abandonar el Acuerdo de París no se consumará hasta noviembre del 2020, un día después de las elecciones presidenciales (y suponiendo que llegue hasta esa fecha). Un nuevo presidente americano puede volver a ratificar el acuerdo y alinearse con los otros 194 países en apenas 30 días".
"Después del último "no" llega un "sí", el "sí" del que depende el mundo"... Las palabras del poeta Wallace Stevens resuenan en el último fotograma de la secuela "incómoda", más apremiante y menos apocalíptica que su predecesora...
"La desesperación es una manera de negacionismo", sostiene Al Gore. "Todos los grandes movimientos del siglo XX, desde las libertades civiles a la igualdad de la mujer o los derechos de los homosexuales, se enfrentaron a resistencias feroces y a esa sensación de que el cambio no va a producirse nunca. Pero el cambio se produce al final más rápido de lo que pensamos, y en ese momento está ahora el activismo climático".
Un punto de inflexión
Pese a todas las críticas, Gore sostiene que el Acuerdo de París ha sido el punto de inflexión y que "el mensaje ha calado en las empresas, los inversores y la sociedad civil". "Pero no basta con cambiar las bombillas, hay que cambiar las leyes", advierte el "profeta" del clima. "Por eso lo más importante ahora mismo es aumentar la presión sobre los políticos".
Dos factores decisivos han cambiado, a su entender, la situación en la larga década discurrida entre los dos documentales. "La naturaleza ha decidido tomar parte en el debate y lo está haciendo además de una manera virulenta", asegura. "Catorce de los 15 años más cálidos jamás registrados han ocurrido desde el 2001. Y las tormentas, los tifones, las sequías y las olas de calor no sólo son más frecuentes, sino más devastadores".
"Pero ahora tenemos finalmente las soluciones a mano", afirma Al Gore. "La energía solar está creciendo exponencialmente y es ya la fuente más barata en muchos lugares del mundo. La energía eólica también aumenta muy rápidamente y se están produciendo grandes avances en el terreno de las baterías. Tenemos que acelerar la transición y fijar metas muy altas".
En la secuela "incómoda" (dirigida al alimón por Bonni Cohen y Jon Shrenk), Al Gore visita Georgetown, la ciudad texana con alcalde republicano (Dale Ross) que se ha fijado el objetivo de 100% renovables lo antes posible. El ex vicepresidente habla con el fiscal general de Nueva York, Rex Tillerson, sobre su cruzada personal contra Exxon Mobil por financiar el negacionismo del clima.
Negacionismo en la industria
"La industria de los combustibles fósiles ha seguido la misma estrategia de la industria del tabaco cuando negaba los efectos de fumar en la salud", denuncia Gore. "Antes pagaban a "expertos" para sembrar el escepticismo y la confusión sobre el calentamiento global. Ahora están haciendo lo mismo para desacreditar a las energías renovables... Para solucionar la crisis del clima tenemos que solucionar también la crisis de la democracia. El poder del dinero y de los "intereses especiales" están ralentizando todos los avances".
Para deleite de sus detractores, Al Gore vuelve a estar en el centro del documental, viajando en limusina, de avión en avión o incluso en helicóptero, para llegar comprobar el deshielo de los glaciares de Groenlandia o los efectos del supertifónHaiyan en Filipinas. Le podrán acusar también de autobombo y protagonismo en los entresijos de París, cuando interviene personalmente ante el Gobierno de India para vencer los recelos en la recta final (con la complicidad de SolarCity, la empresa de su amigo Elon Musk).
Pero el efecto final de Una verdad muy incómoda: ahora o nunca es en todo caso estimulante. En vez de una larga lista de pequeñas grandes acciones individuales ("soy vegano desde hace cinco años, pero no quiero hacer proselitismo de la dieta", reconoce Al Gore) el último mensaje es un simple hashtag, a modo de pacífica llamada a las armas contra todos los Trump que se interponen en el camino: #BeInconvenient (#SéIncómodo).
FUENTE: El Mundo España, 14 / 08 / 2017
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