Hubo tiempos en los que los informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) no eran capaces de explicar en toda su magnitud las consecuencias que tendrían las transformaciones en los mares y en las regiones heladas del planeta. Teníamos demasiados pocos datos y demasiadas lagunas científicas sobre los complejos mecanismos de retroalimentación entre la Tierra, el mar, la atmósfera y nuestros sistemas climáticos y meteorológicos.
Desde que el programa de medioambiente de la ONU fundara el IPPC en el año 1988, la institución ha luchado contra la falta de medios y recursos. Al mismo tiempo, ha tratado de reunir los conocimientos científicos disponibles, aunque rápidamente se quedan obsoletos por el exponencial calentamiento que sufre el planeta.
La falta de datos, sobre todo sobre el gigantesco océano, que supone el 70 por ciento de la superficie de nuestro planeta, pero también de la criosfera, es decir, las regiones heladas -el Ártico, la Antártida y el "tercer Polo”, o sea, los glaciares que cubren las montañas más elevadas del Himalaya-, era una buena excusa para aquellos que se negaban a tomarse en serio el cambio climático. Esa falta de datos les ahorraba la dura tarea de cuestionar nuestro sistema económico, basado en el crecimiento y la explotación de combustibles fósiles y otros recursos finitos. ¿El océano? Es tan grande, que puede asimilar todo lo que le echemos. ¿El Ártico o la aún más helada Antártida? ¿El hielo que se derrite? ¿Las heladas montañas del Himalaya? ¿A quién le importa? Y ¿por qué debería importarnos?
Ya no hay más excusas
Ahora, tres décadas después, el IPPC emite su tercer informe especial sobre océanos y criosfera, poco después de publicar el informe especial sobre tierras. Ya no hay más excusas para el "business as usual”. Todos los datos señalan el vertiginoso ritmo del cambio climático y la innegable conexión entre nuestro estilo de vida y el calentamiento del planeta.
El informe describe cómo la naturaleza y el hombre se verán afectados por el impacto del cambio climático en los océanos y las regiones heladas, dos sistemas que afectan nuestras vidas de forma directa o indirecta, "la cinta transportadora global” que une los océanos del mundo e influye en el clima.
Ahora sabemos que incluso las profundidades de nuestros mares se calientan, que el hielo que se derrite en los Polos también cambia el clima en África y los trópicos, que los glaciares en extinción amenazan el abastecimiento de agua, que el océano se vuelve más ácido y que el nivel del mar se eleva más rápido de lo que nunca esperamos. No solo quedarán sepultados por el agua pequeños países islas, sino también algunas megaciudades costeras.
Es nuestra decisión
Las llamas devoran desde los exuberantes bosques húmedos de la región del Amazonas hasta el antiguamente helado Ártico. Hay olas de calor y sequías, también en las que consideramos regiones templadas. Especies de animales y plantas se van trasladando en dirección hacia los Polos.
A uno pueden no preocuparle los osos polares y los pingüinos, pero tal vez reconsidere su postura si piensa en escasez de pescado, fruta, verdura, cereales y en la no sostenibilidad de nuestra agricultura intensiva. Hemos tardado demasiado tiempo, hemos justificado nuestra inacción y hemos encontrado excusas para seguir utilizando el auto y tomando aviones, para no cambiar nuestros hábitos de consumo y para no tener que cambiar a energías renovables. Hemos tranquilizado nuestra conciencia ante la adicción a malgastar.
Las alternativas existen. ¿Qué hace falta todavía para que todos los que vivimos en el próspero mundo industrializado nos convenzamos de que los días de nuestro extravagante estilo de vida están contados? Tienen que estarlo si queremos frenar el cambio climático y asegurar la supervivencia a largo e incluso medio plazo de nuestro planeta con su rápido crecimiento poblacional. Sobre "Fridays for Future”: qué fácil sería dejarles todo el problema a las jóvenes generaciones. Por supuesto que se trata de su futuro, pero somos nosotros quienes se lo estamos dejando en llamas.
FUENTE: Deutsche Welle , 25 / set / 2019
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