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miércoles, 6 de enero de 2016

CAMBIO CLIMÁTICO: "DESESPERANZA Y DETERMINACIÓN".




Machu Picchu es uno de los lugares más emblemáticos en el mundo que sufre por el cambio climático.



La prueba de una inteligencia de primera”, escribió una vez F. Scott Fitzgerald, en algún momento parisino, “es la capacidad para tener en mente dos ideas opuestas al mismo tiempo”.

Según este estándar, los 195 países que se reunieron en las afueras de París en las dos semanas previas al 12 de diciembre para negociar un nuevo acuerdo sobre el cambio climático tienen que ser considerados brillantes en verdad. Es vital, declararon, que la temperatura del mundo no ascienda mucho más de los 1.5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales; sin embargo, simultáneamente celebraron un nuevo acuerdo climático que no se acerca para nada a evitar ese aumento.
La prueba de una inteligencia de primera es la capacidad para tener en mente dos ideas opuestas al mismo tiempo”. F. Scott Fitzgerald, novelista estadounidense.
Se estima que las promesas individuales que las naciones hicieron en las negociaciones de París --las cuales ahora se espera cumplan, aunque no están obligadas-- coloquen al mundo en el camino de un calentamiento de algo así como tres grados centígrados. En el universo no lineal del cambio climático, tres grados centígrados representan mucho más del doble de riesgo y daño que 1.5 grados centígrados.

Pudiera ser, por ejemplo, la diferencia entre que el casquete glaciar de Groenlandia permanezca y que el nivel del mar ascienda, en el transcurso de siglos, en más de seis metros.

¿CINISMO Y ESTUPIDEZ?

Qué alguien que proponga procedimientos que se quedan cortos de sus fines declarados podría parecer cinismo o estupidez. Como era de esperar, algunos han acusado a los negociadores de París de ambas cosas.

De hecho, sin embargo, el acuerdo realmente demostró la inteligencia colectiva.
Las naciones del mundo saben que no pueden forzarse repentinamente unas a otras a dejar de emitir gases de invernadero, porque los combustibles fósiles son fundamentales para la manera en que funcionan las economías. No obstante, muchos países también quieren reducir los riesgos que representa el cambio climático, y saben que necesitan formas de trabajar juntos. El acuerdo de París ofrece una variedad de mecanismos para hacer que esto suceda.

Los países ahora tienen un marco que asegura que cada uno está haciendo lo que dijo que haría. Han prometido más dinero para ayudar a los países más pobres y más vulnerables a adaptarse a los efectos del cambio climático. Tienen un grupo de trabajo que analizará los temas planteados por quienes no puedan adaptarse y necesiten encontrar nuevos lugares donde vivir, y tienen la base para nuevos acuerdos para poner precio al carbono. También han acordado los grandes países en desarrollo, que en gran medida quedaron fuera de acuerdos anteriores, debieran considerar hacer una mayor contribución.

INVESTIGACIONES

El acuerdo de París ofrece un cronograma para incrementar la ambición de las promesas de emisiones conforme mejore la tecnología y se acumule la experiencia. Afuera de las negociaciones principales, París también vio un compromiso de parte de los países e individuos ricos para emprender mucha más investigación sobre nuevas fuentes de energía limpia.

Todo esto ha indicado a los inversionistas que los países desarrollados y en desarrollo pretenden actuar. Esto no producirá en sí mismo el fin de la era de los combustibles fósiles. Pero, es un paso en esa dirección.

No obstante, se necesita una cantidad abrumadora de medidas adi cionales.  Algunas se relacionan con la capacidad administrativa. En muchos países pobres, la capacidad para evaluar la acción sobre el cambio climático y promulgar la adaptación efectiva es inadecuada, así que debe ser apoyada.

Otras se relacionan con el uso del capital privado. Si se desalienta a los inversionistas de invertir en combustibles fósiles,  no tienen ninguna obligación de redirigir su dinero a la energía limpia: podrían preferir no invertir en energía para nada. Los gobiernos necesitarán estructurar sus mercados energéticos, y planear a favor de su crecimiento, en formas que tengan sentido para los patrocinadores a largo plazo. Sin el atractivo de las utilidades en la energía baja en carbono, la acción climática pudiera resultar en que cientos de millones de personas que ahora carecen de servicio de energía moderna se queden en la oscuridad por mucho más tiempo.

FUENTE: The  Economist,  6/ enero / 2016

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