El estudio “Prácticas Agroecológicas de Adaptación al Cambio Climático” pretende servir de guía para que la agricultura convencional empiece la transición hacia la agroecología. El informe de SEAE cuenta con un diagnóstico a nivel estatal, con casos prácticos.
Campo de trigo. Foto: Cedida por Aetc
Para adaptarse al cambio climático los agricultores deben empezar a desarrollar estrategias propias de la agricultura ecológica como incorporar materia orgánica al suelo, cambiar la rotación de cultivos o reducir el uso de insumos exteriores a la finca o la granja, entre otros.
La Sociedad Española de Agricultura Ecológica-Agroecología (SEAE) acaba de difundir los resultados preliminares del estudio “Prácticas agroecológicas de adaptación al cambio climático”, con casos prácticos sobre agricultura ecológica y cambio climático en España. Su diagnóstico final se perfilará en los próximos meses.
El estudio -con aportaciones teóricoprácticas de científicos y de agricultores- se enmarca dentro del proyecto Adapta Agroecología, que finaliza este verano; momento en el que estarán las recomendaciones finales que se trasladarán al Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (Mapama), porque según ha explicado a Efeagro el coordinador de SEAE, Víctor Gonzálvez, el cambio “ya está ahí” y hay que actuar.
A su juicio, “hay evidencias claras” de que la agroecología tiene mayor facilidad para adaptarse al cambio, y el estudio quiere dar a conocer estas experiencias que suman conocimientos tradicionales, pero también científicos, comprometidos con una producción de alimentos suficiente que no deteriore los ecosistemas.
El informe apunta que, no obstante, las prácticas de adaptación de la agricultura al cambio climático deben hacerse minimizando pérdidas en la productividad, a través de técnicas como un mayor uso de variedades locales tolerantes a la sequía, captación de agua t asociación de cultivos y de sistemas agrícolas con árboles o deshierbe oportuno.
Según han apuntado, la agricultura y la alimentación pueden contribuir de forma positiva a la adaptación al cambio climático, pero para ello no sólo hay que tener en cuenta el impacto de las prácticas agrícolas, sino también el desperdicio de alimentos y el tipo de dieta actual.
Los gobiernos, incide el estudio, deben tomar medidas para sensibilizar a los consumidores sobre los beneficios de una dieta sostenible en la que la parte de carne, pescado, frutas, verduras, pan, grasa, azúcar y sal “tengan su parte justa basada en el sentido común y el placer”.
El estudio remarca que el enfoque de adaptación al cambio climático no debe centrarse solo en la reducción de los gases de efecto invernadero (GEI) por superficie (hectáreas) o por kilogramo de producto cosechado.
“Esta estrecha visión”, según sus términos, no tiene en cuenta las múltiples formas con las que el modelo agroalimentario imperante impacta negativamente en el medio ambiente y contribuye al cambio climático.
La Sociedad Española de Agricultura Ecológica-Agroecología (SEAE) acaba de difundir los resultados preliminares del estudio “Prácticas agroecológicas de adaptación al cambio climático”, con casos prácticos sobre agricultura ecológica y cambio climático en España. Su diagnóstico final se perfilará en los próximos meses.
El estudio -con aportaciones teóricoprácticas de científicos y de agricultores- se enmarca dentro del proyecto Adapta Agroecología, que finaliza este verano; momento en el que estarán las recomendaciones finales que se trasladarán al Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (Mapama), porque según ha explicado a Efeagro el coordinador de SEAE, Víctor Gonzálvez, el cambio “ya está ahí” y hay que actuar.
La agroecología, mayor facilidad para adaptarse al cambio climático
“La artificialización de los sistemas productivos y el uso y abuso de productos químicos de síntesis” han contribuido, por parte de la agricultura convencional, a un aumento de gases de efecto invernadero (GEI) que “acentúan el cambio climático”, según Gonzálvez.A su juicio, “hay evidencias claras” de que la agroecología tiene mayor facilidad para adaptarse al cambio, y el estudio quiere dar a conocer estas experiencias que suman conocimientos tradicionales, pero también científicos, comprometidos con una producción de alimentos suficiente que no deteriore los ecosistemas.
El informe apunta que, no obstante, las prácticas de adaptación de la agricultura al cambio climático deben hacerse minimizando pérdidas en la productividad, a través de técnicas como un mayor uso de variedades locales tolerantes a la sequía, captación de agua t asociación de cultivos y de sistemas agrícolas con árboles o deshierbe oportuno.
Transición hacia agroecología y debate sobre modelo de consumo
Junto con la transición hacia la agroecología, desde SEAE se aboga por abrir un debate sobre el papel del consumo y el desperdicio de alimentos.Según han apuntado, la agricultura y la alimentación pueden contribuir de forma positiva a la adaptación al cambio climático, pero para ello no sólo hay que tener en cuenta el impacto de las prácticas agrícolas, sino también el desperdicio de alimentos y el tipo de dieta actual.
Los gobiernos, incide el estudio, deben tomar medidas para sensibilizar a los consumidores sobre los beneficios de una dieta sostenible en la que la parte de carne, pescado, frutas, verduras, pan, grasa, azúcar y sal “tengan su parte justa basada en el sentido común y el placer”.
Fomentar un cambio en la dieta para ir hacia la agroecología
Este cambio en el consumo es importante para asegurar que el paso a la agricultura ecológica y a la producción animal basada en pastos (en la actualidad de piensos y la mayoría de la materia prima es importada), con niveles de producción más bajos, no conduzcan a un aumento de las importaciones y a los efectos de fugas con respecto a las emisiones, por ejemplo.El estudio remarca que el enfoque de adaptación al cambio climático no debe centrarse solo en la reducción de los gases de efecto invernadero (GEI) por superficie (hectáreas) o por kilogramo de producto cosechado.
“Esta estrecha visión”, según sus términos, no tiene en cuenta las múltiples formas con las que el modelo agroalimentario imperante impacta negativamente en el medio ambiente y contribuye al cambio climático.
FUENTE: EFE Agro, 13 / 04 / 2018
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