Llueve, llueve, llueve. Sigue
lloviendo. Sin parar. Por horas, por días enteros. Los evacuados que tienen sus
casas y pertenencias inundadas, los productores que perdieron cosechas enteras
y los turistas que vieron pasar sus vacaciones a través de una ventana no
necesitan que les repitan lo que rompe los ojos: este fue el tercer enero más
lluvioso de Uruguay en los últimos 37 años. Y el primero si se toma en
cuenta solo la zona al sur del río Negro. La primera quincena de febrero, para
no quedar atrás, regaló más nubes y más tormentas. De muestra, un botón: en
algunas localidades del país, en unas horas llegó a caer la misma cantidad de
agua que suele caer en un mes.
"Febrero siempre es más
variable. Pero esto ha sido totalmente atípico. Los veranos no se comportan
así", asume Mario Bidegain, director de Climatología en la Dirección
Nacional de Meteorología.
Los viejos pasillos de la institución
están silenciosos, aunque en estos días no se habla de otra cosa que no sea el
clima. Sentado en su escritorio, Bidegain no acusa tedio frente al tema que lo
ha ocupado sin descanso las últimas semanas. Al contrario, se expresa con un
énfasis que de pronto trasluce cierta perplejidad. Es que si bien los uruguayos
estamos acostumbrados a la gran variabilidad del clima, esto de pasar de las
olas de calor a las precipitaciones continuas, que las fotos de cielos con
rayos y centellas se vuelvan costumbre o padecer 35 grados de calor en la
mañana para tener frío al mediodía y volver a ver sol en la tarde, parece
demasiado. ¿Qué está pasando?
"Es verdad. Las condiciones
normales ya no son normales. Lo normal ahora es pasar de un extremo al otro. La
climatología trabaja con promedios y es difícil hacerlo así, porque los
promedios no son representativos. En el hemisferio norte ha habido una
recurrencia de olas de frío en los últimos dos meses que llama la atención de
los climatólogos porque no es usual que las haya con tanta persistencia. Hay
registros de olas de frío pero no que duren tanto ni que haya tanta cantidad:
se sale de una y a los dos días viene otra, como pasó con las olas de calor en
diciembre en Uruguay. Llama la atención su extensión. ¿Qué está pasando? Uno no
tiene todas las respuestas para esto. Pero sí a uno que tiene experiencia le
llaman la atención estas variables del clima, y la transición de un extremo a
otro sin estado intermedio", asegura.
Las preguntas, entonces, se vuelven
obvias. ¿Están estos cambios relacionados con el calentamiento global? ¿Es
parte del cambio climático del que tanto se viene hablando en las últimas
décadas? ¿Debemos asumir que el clima seguirá dando sorpresas, comportándose de
un modo extraño o al menos atípico? Y, sobre todo, ¿son estos fenómenos
climatológicos responsabilidad del hombre? La respuesta, explican los que
saben, es algo más compleja que un sí a secas.
A fines de enero, el Grupo
Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por su sigla en
inglés) -un panel conformado en 1988 a instancias de las Naciones Unidas para
analizar la información científica sobre el tema, considerado la referencia
oficial para los gobiernos de países miembros- divulgó la conclusión de su
informe Cambio climático 2013: base de ciencia física. Una
línea: el calentamiento global es indiscutible y la influencia humana en el
clima es clara y evidente en la mayoría de las regiones del planeta. Así podría
resumirse el trabajo de 1.500 páginas y más de 600 diagramas que sustentan la
conclusión.
En la
Facultad de Ciencias son apenas más cautos. "Consenso en ciencia es
difícil obtener, siempre hay voces disonantes", explica Marcelo Barreiro,
master en Física, doctor en Oceanografía y docente de Ciencias de la Atmósfera
del Instituto de Física. Pero nadie duda del calentamiento ni del cambio
climático. Dependiendo de la región del planeta, la temperatura ha aumentado
entre 0,5 y 1 grado en los últimos cien años. La controversia refiere a cuánta
responsabilidad le cabe al hombre por estos fenómenos. No obstante, Barreiro
cita el informe del IPCC y señala que hay un 95% de probabilidad de que parte
del calentamiento se deba a la acción humana. "La atribución siempre es
porcentual; por eso algunos considerarán que se trata de variabilidad natural y
que el hombre no tuvo nada que ver con esto. Ahora, ¿qué porcentaje del
calentamiento observado es responsabilidad del hombre? Eso es mucho más difícil
de determinar".
De la misma
manera, asegura que hablar de esta incidencia en una región particular es
complejo. "En cuanto a cuáles fueron los cambios observados en
Latinoamérica o en Uruguay, es mucho más difícil observar si es debido a la
acción humana o si es debido a la variabilidad natural. A medida que achicás el
área de interés, la incertidumbre aumenta. En los últimos 80 años, la
temperatura en Uruguay aumentó entre 0,5 y 1 grado y las precipitaciones se
incrementaron entre 10% y 20%. Ahora, ¿qué parte de esto es debido a la acción
humana? Es muy difícil de responder porque es una región muy chiquita. En
Montevideo puede haber aumentado la temperatura en los últimos 50 años, pero
también aumentó la ciudad, entonces está el efecto de la térmica por el
concreto, está la polución. Eso no es cambio climático".
Asimismo, para
hablar de cambios, es necesario volver sobre datos antiguos para poder
comparar. Y en Uruguay solo hay información registrada, medida con
instrumentos, a partir de 1900. Más atrás, solo se cuenta con estimaciones,
hechas en reconstrucciones históricas a partir del estudio de anillos en los
árboles o el análisis de sedimentos en lagos, por ejemplo.
EFECTO INVERNADERO.
"Si uno
se embarca en la tesis del cambio climático, deberíamos suponer que sí",
dice Bidegain cuando se le pregunta si deberíamos acostumbrarnos a estos
fenómenos inusuales que vive el país. "El clima está excitado. La
atmósfera está forzada por los gases de efecto invernadero que el hombre ha
emitido desde la revolución industrial. Esos gases están reforzando el efecto
invernadero natural", añade.
En la
atmósfera existen gases -dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), óxido nitroso
(N20), entre otros- que absorben el calor que irradia la Tierra, reteniéndolo y
calentando tanto la propia atmósfera como la superficie terrestre. Sin ese
mecanismo, llamado "efecto invernadero natural", la temperatura del
planeta sería 33°C más baja que la actual. Pero a partir de la revolución
industrial, debido a la quema de combustibles fósiles, el aumento de la
deforestación y la expansión de las áreas cultivadas, el hombre ha hecho su
propia contribución emitiendo gases, sobre todo CO2 y CH4. Esto ha generado un
efecto invernadero intensificado, aumentando la temperatura global de la
Tierra.
El informe
del IPCC es claro: "Las emisiones continuas de gases de efecto invernadero
causarán un mayor calentamiento y nuevos cambios en todos los componentes del
sistema climático".
Los
científicos han hecho estudios de sensibilidad climática al respecto,
intentando responder cuánto aumentaría la temperatura del planeta si se duplica
la cantidad de CO2 que hay en la atmósfera respecto al valor que tenía en la
era preindustrial. En ese entonces, el nivel era de 280 ppm (partes por
millón). Hoy estamos en 400 ppm. ¿Qué pasaría si alcanzamos los 560 ppm?
"A menos que cambien muchas cosas, en algún momento vamos a llegar a esa
cifra. Y los modelos climáticos estiman que en ese caso, la temperatura de la
Tierra subiría entre 1,5 y 4,5 grados. Estamos hablando de un cambio
grande", explica Barreiro.
Las
proyecciones analizadas por el IPCC apuntan que para finales del siglo XXI es
probable que la temperatura global en superficie sea superior en 1,5°C a la del
período entre 1850 y 1900 en todos los escenarios considerados, excepto el que
comprende los niveles más bajos de gases de efecto invernadero y aerosoles; y
es probable que sea superior en 2°C en los dos escenarios que comprenden los
niveles más elevados. Asimismo, los expertos consideran en el informe "muy
probable que las olas de calor ocurran con mayor frecuencia y duren más".
Conforme se vaya calentando la Tierra, se prevé que las actuales regiones
húmedas recibirán más lluvia, y las regiones secas, menos, con excepciones.
El gobierno
uruguayo está tomando apuntes de esta situación. "El IPCC asesora con una
visión científica reconocida, y dice bien claro que está altamente demostrado
que la intensidad y la periodicidad de los efectos extremos tiene que ver con
los efectos del cambio climático, debido al aumento de la concentración de
gases de efecto invernadero. Ese aumento se correlaciona con el aumento de la
temperatura, que también está demostrado. En base a ese informe es que Uruguay
se hace eco de esto, porque en definitiva es la referencia para los compromisos
que los países van a adoptar en el siguiente protocolo (al de Kyoto), que se
hará en 2015", dice Luis Santos, director de la División de Cambio
Climático de la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama).
Esta
división, que nació como unidad autónoma en 1994 y recientemente se integró a
la estructura ministerial, tiene como objetivo cumplir los compromisos asumidos
por el país frente a las Naciones Unidas y realizar un inventario periódico de
la cantidad de gases de efecto invernadero que se emiten (ver recuadro).
"Para
nosotros el cambio climático está íntimamente relacionado a la gestión
ambiental, por eso lo incorporamos en todo nivel de análisis", sostiene
por su parte el director de la Dinama, Jorge Rucks. Frente a la pregunta de si
cree que los eventos extremos de estas semanas en Uruguay tienen relación con el
cambio climático, el jerarca se muestra prudente. "Somos muy cuidadosos de
no emitir juicios apresurados, sino de trabajar sobre la base de los avances
del conocimiento científico. Para nosotros es fundamental ir viendo cómo, a
partir de la conjunción de información de distintas partes del mundo, el IPCC
muestra una visión global de base científica que nos dice qué está
pasando".
Sin embargo,
Rucks no duda en admitir que Uruguay atraviesa un proceso de cambio climático
"que de alguna manera agudiza los procesos de variabilidad climática que
tradicionalmente ha tenido" y que en ese marco "es previsible y
probable que se den fenómenos como los que se están dando". En este
escenario, agrega, el gobierno debe trabajar en medidas de prevención y
adaptación para el futuro. "Hay que prever que se van a seguir dando estos
eventos, que ya se dieron en el pasado, no con la misma intensidad o en la
misma forma. El país debe ordenarse frente al manejo de esta información".
El argumento
de que episodios extremos similares han sucedido en el pasado se repite entre
los escépticos del cambio climático. "Siempre pasó, no es nuevo",
dicen. Y, en cierta medida, es cierto. El tema es que no son cuestiones
excluyentes. "No se puede poner esa dicotomía. Es verdad que siempre hubo
olas de calor, sequías, inundaciones. La pregunta es si cambió la frecuencia de
ese tipo de eventos. Pero para hablar de frecuencia, hay que hablar de períodos
largos de tiempo. Y para eso se necesita una buena base de datos diaria. No se
puede sustentar el análisis en cinco o diez años. En esta región la
variabilidad climática es muy grande", insiste Barreiro.
Y a la vez
opina que relacionar un evento puntual al cambio climático es arriesgado.
"El clima, por definición, es una cuestión estadística: es el promedio de
la temperatura y la precipitación durante un período de tiempo, de 40 años o
más. No podés decir `este fenómeno es debido al cambio climático`. Lo que
podrías decir es cuál es la probabilidad de que este evento extremo ocurra en
una situación de cambio climático versus una situación de no cambio climático.
Uno no puede asociar un evento extremo a cambio climático, uno puede asociar
probabilidades de ocurrencia de un evento determinado bajo cierta
estadística".
Por lo
pronto, Bidegain cree que marzo dará un respiro, sin grandes anomalías, al
menos desde el punto de vista del fenómeno de El Niño, que está en fase neutra.
Y también pronostica que el resto del verano y el inicio del otoño serán
cálidos, con temperaturas por encima de lo normal hasta abril. Como para
entibiar un poco los ánimos y olvidar por un rato el calentamiento nacional.
Este verano, no se puede culpar de las lluvias a El Niño
El fenómeno
de El Niño es el calentamiento que ocurre esporádicamente en el océano Pacífico
ecuatorial. Cuando, por el contrario, la superficie del agua está fría, se
habla de La Niña. Ambas fases, que repercuten tanto en temperatura como en
precipitaciones, afectan a Uruguay. "La fase cálida aumenta las lluvias en
el país a finales de la primavera o principios del verano. Por eso puede
confundir. Pero este año no tiene nada que ver, porque estamos en una fase
neutra: no tiene efectos a nivel global", explica el director de
Climatología, Mario Bidegain.
Tomando en
cuenta las últimas cuatro décadas, solo hubo dos eneros más lluviosos que éste:
el de 1988 y el de 1998. Pero en ambos años hubo fenómeno de El Niño, el cual
provoca que en Uruguay llueva más al norte del río Negro, señala el docente
Marcelo Barreiro. "Este 2014 pasó al revés: llovió mucho al sur del río
Negro, y el norte estuvo cerca del promedio, un poco por encima en algunas
zonas. Si se toman solo las lluvias al sur del río Negro, entonces enero 2014
es el más lluvioso. Sí, ha sido un verano atípico. Ahora, si eso está
relacionado o no al cambio climático, no se puede determinar".
El planeta se seguirá calentando
Antes de que
el ser humano emitiera gases de efecto invernadero, el valor del dióxido de
carbono era de 280 ppm (partes por millón). En la actualidad, con la
contribución humana, el nivel subió a 400 ppm. "Este incremento es lo que
aumentó la temperatura media de la Tierra, aumentaron las lluvias en algunas
regiones y las disminuyó en otras", explica el investigador Marcelo
Barreiro. No obstante, si se viaja al pasado millones de años, se encuentran
etapas de la Tierra mucho más cálidas que ésta. Tres millones de años atrás, en
la era geológica conocida como Plioceno, la concentración de CO2 era similar a
la de hoy, de 400 ppm. "Las simulaciones por computadora que se han hecho
dicen que el clima era dos o tres grados mayor que el que tenemos, comparado
con la época pre-industrial", apunta Barreiro. El tema es que esta vez las
causas son artificiales y el aumento del CO2 es muy rápido. "El clima
todavía no está en equilibrio con eso que estamos volcando a la atmósfera. Aun
si paráramos hoy la emisión y dejáramos todo como está, el planeta se va a
seguir calentando, porque todavía no logró ajustarse a la concentración que
existe hoy".
Menos gases de Uruguay
Durante los
últimos 20 años, Uruguay ha inventariado la cantidad de gases de efecto
invernadero que absorbe y emite, tal como todos los países firmantes se
comprometieron a hacer en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre
Cambio Climático de 1994. ¿Cuál ha sido la lectura de estos datos? "El
país ha disminuido los gases de efecto invernadero por sus actividades de
absorción. Su contribución es muy menor no solo desde el punto de vista
absoluto sino también relativo", asegura el ingeniero Luis Santos,
director de la División de Cambio Climático de la Dinama. Algunas de las claves
para esta disminución son el uso de energías renovables, que ayuda a no quemar
tantos combustibles fósiles, y el crecimiento de la forestación, que colabora
con la absorción de los gases.
Santos
puntualiza además que Uruguay va por su cuarta comunicación nacional del
inventario, cuando la mayoría de los países en desarrollo recién están
presentando su tercer reporte.
El director
de la Dinama, Jorge Rucks, sostiene a su vez que en los últimos años ha notado
una fuerte concientización del tema por parte de las instituciones en los
distintos niveles de gobierno, las cuales incorporan la adaptación al cambio
climático dentro de sus políticas. "Está lejos de querer decir que el tema
está en la conciencia del conjunto de la población. Pero se ha incorporado, de
forma lenta y segura, dentro de las políticas de reacción. Evidentemente, los
procesos de adaptación son lentos, necesitan recursos, capacidades técnicas, y
no se resuelven de un día para otro. No es que el día que se cambia la
conciencia se acaban los problemas. Ese día se da un paso adelante",
añade.
En ese
proceso es que en 2009 se creó el Sistema Nacional de Respuesta al Cambio
Climático y la Variabilidad. Se trata de un instrumento para la articulación
interinstitucional sobre el tema. "A partir de este sistema se implementó
un plan que identifica las distintas responsabilidades de cada institución para
llevarlo adelante. Desde su creación, se ha reunido con grupos de trabajo,
asesores. Y a partir de su funcionamiento uno ve cómo incorporan la dimensión
de la respuesta al cambio climático las distintas dependencias", grafica
Rucks.
Un bloqueo que trajo mucha agua
¿Por qué ha
llovido tanto este verano? Por culpa de un bloqueo atmosférico, repite el
director de Climatología Mario Bidegain como de memoria, frente a la pregunta
que ha respondido sin cesar en las últimas semanas. La lluvia fue provocada por
un "sistema frontal" -esto es, la unión de dos masas de aire de
distinta temperatura: una cálida y otra fría- que quedó como varado arriba de
Uruguay, sin poder desplazarse, a causa de un bloqueo. Si hubiese seguido su
curso natural, debió continuar al noreste, permitiendo que las lluvias llegaran
a Brasil.
"La zona
frontal quedó sobre el Río de la Plata, provocando precipitaciones continuas
sobre Buenos Aires y el sur de Uruguay, hasta que el bloqueo atmosférico se
debilite", señala Bidegain. ¿Está el bloqueo relacionado con el cambio
climático?
"Es una
buena pregunta pero no tenemos respuesta, aunque no hay que descartarlo. Por
qué ese bloqueo se da en el Río de la Plata y por qué es tan persistente en el
tiempo, no se puede descartar que sea debido a una presión atmosférica por el
calentamiento global. Es una posibilidad", razona.
FUENTE: El País, Montevideo, 16/ 02/ 2014
No hay comentarios.:
Publicar un comentario