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domingo, 16 de febrero de 2014

TIEMPOS MODERNOS Y CAMBIO CLIMÁTICO



Llueve, llueve, llueve. Sigue lloviendo. Sin parar. Por horas, por días enteros. Los evacuados que tienen sus casas y pertenencias inundadas, los productores que perdieron cosechas enteras y los turistas que vieron pasar sus vacaciones a través de una ventana no necesitan que les repitan lo que rompe los ojos: este fue el tercer enero más lluvioso de Uruguay en los últimos 37 años. Y el primero si se toma en cuenta solo la zona al sur del río Negro. La primera quincena de febrero, para no quedar atrás, regaló más nubes y más tormentas. De muestra, un botón: en algunas localidades del país, en unas horas llegó a caer la misma cantidad de agua que suele caer en un mes.
"Febrero siempre es más variable. Pero esto ha sido totalmente atípico. Los veranos no se comportan así", asume Mario Bidegain, director de Climatología en la Dirección Nacional de Meteorología.
Los viejos pasillos de la institución están silenciosos, aunque en estos días no se habla de otra cosa que no sea el clima. Sentado en su escritorio, Bidegain no acusa tedio frente al tema que lo ha ocupado sin descanso las últimas semanas. Al contrario, se expresa con un énfasis que de pronto trasluce cierta perplejidad. Es que si bien los uruguayos estamos acostumbrados a la gran variabilidad del clima, esto de pasar de las olas de calor a las precipitaciones continuas, que las fotos de cielos con rayos y centellas se vuelvan costumbre o padecer 35 grados de calor en la mañana para tener frío al mediodía y volver a ver sol en la tarde, parece demasiado. ¿Qué está pasando?
"Es verdad. Las condiciones normales ya no son normales. Lo normal ahora es pasar de un extremo al otro. La climatología trabaja con promedios y es difícil hacerlo así, porque los promedios no son representativos. En el hemisferio norte ha habido una recurrencia de olas de frío en los últimos dos meses que llama la atención de los climatólogos porque no es usual que las haya con tanta persistencia. Hay registros de olas de frío pero no que duren tanto ni que haya tanta cantidad: se sale de una y a los dos días viene otra, como pasó con las olas de calor en diciembre en Uruguay. Llama la atención su extensión. ¿Qué está pasando? Uno no tiene todas las respuestas para esto. Pero sí a uno que tiene experiencia le llaman la atención estas variables del clima, y la transición de un extremo a otro sin estado intermedio", asegura.
Las preguntas, entonces, se vuelven obvias. ¿Están estos cambios relacionados con el calentamiento global? ¿Es parte del cambio climático del que tanto se viene hablando en las últimas décadas? ¿Debemos asumir que el clima seguirá dando sorpresas, comportándose de un modo extraño o al menos atípico? Y, sobre todo, ¿son estos fenómenos climatológicos responsabilidad del hombre? La respuesta, explican los que saben, es algo más compleja que un sí a secas.
A fines de enero, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por su sigla en inglés) -un panel conformado en 1988 a instancias de las Naciones Unidas para analizar la información científica sobre el tema, considerado la referencia oficial para los gobiernos de países miembros- divulgó la conclusión de su informe Cambio climático 2013: base de ciencia física. Una línea: el calentamiento global es indiscutible y la influencia humana en el clima es clara y evidente en la mayoría de las regiones del planeta. Así podría resumirse el trabajo de 1.500 páginas y más de 600 diagramas que sustentan la conclusión.
En la Facultad de Ciencias son apenas más cautos. "Consenso en ciencia es difícil obtener, siempre hay voces disonantes", explica Marcelo Barreiro, master en Física, doctor en Oceanografía y docente de Ciencias de la Atmósfera del Instituto de Física. Pero nadie duda del calentamiento ni del cambio climático. Dependiendo de la región del planeta, la temperatura ha aumentado entre 0,5 y 1 grado en los últimos cien años. La controversia refiere a cuánta responsabilidad le cabe al hombre por estos fenómenos. No obstante, Barreiro cita el informe del IPCC y señala que hay un 95% de probabilidad de que parte del calentamiento se deba a la acción humana. "La atribución siempre es porcentual; por eso algunos considerarán que se trata de variabilidad natural y que el hombre no tuvo nada que ver con esto. Ahora, ¿qué porcentaje del calentamiento observado es responsabilidad del hombre? Eso es mucho más difícil de determinar".
De la misma manera, asegura que hablar de esta incidencia en una región particular es complejo. "En cuanto a cuáles fueron los cambios observados en Latinoamérica o en Uruguay, es mucho más difícil observar si es debido a la acción humana o si es debido a la variabilidad natural. A medida que achicás el área de interés, la incertidumbre aumenta. En los últimos 80 años, la temperatura en Uruguay aumentó entre 0,5 y 1 grado y las precipitaciones se incrementaron entre 10% y 20%. Ahora, ¿qué parte de esto es debido a la acción humana? Es muy difícil de responder porque es una región muy chiquita. En Montevideo puede haber aumentado la temperatura en los últimos 50 años, pero también aumentó la ciudad, entonces está el efecto de la térmica por el concreto, está la polución. Eso no es cambio climático".
Asimismo, para hablar de cambios, es necesario volver sobre datos antiguos para poder comparar. Y en Uruguay solo hay información registrada, medida con instrumentos, a partir de 1900. Más atrás, solo se cuenta con estimaciones, hechas en reconstrucciones históricas a partir del estudio de anillos en los árboles o el análisis de sedimentos en lagos, por ejemplo.
EFECTO INVERNADERO.
"Si uno se embarca en la tesis del cambio climático, deberíamos suponer que sí", dice Bidegain cuando se le pregunta si deberíamos acostumbrarnos a estos fenómenos inusuales que vive el país. "El clima está excitado. La atmósfera está forzada por los gases de efecto invernadero que el hombre ha emitido desde la revolución industrial. Esos gases están reforzando el efecto invernadero natural", añade.
En la atmósfera existen gases -dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), óxido nitroso (N20), entre otros- que absorben el calor que irradia la Tierra, reteniéndolo y calentando tanto la propia atmósfera como la superficie terrestre. Sin ese mecanismo, llamado "efecto invernadero natural", la temperatura del planeta sería 33°C más baja que la actual. Pero a partir de la revolución industrial, debido a la quema de combustibles fósiles, el aumento de la deforestación y la expansión de las áreas cultivadas, el hombre ha hecho su propia contribución emitiendo gases, sobre todo CO2 y CH4. Esto ha generado un efecto invernadero intensificado, aumentando la temperatura global de la Tierra.
El informe del IPCC es claro: "Las emisiones continuas de gases de efecto invernadero causarán un mayor calentamiento y nuevos cambios en todos los componentes del sistema climático".
Los científicos han hecho estudios de sensibilidad climática al respecto, intentando responder cuánto aumentaría la temperatura del planeta si se duplica la cantidad de CO2 que hay en la atmósfera respecto al valor que tenía en la era preindustrial. En ese entonces, el nivel era de 280 ppm (partes por millón). Hoy estamos en 400 ppm. ¿Qué pasaría si alcanzamos los 560 ppm? "A menos que cambien muchas cosas, en algún momento vamos a llegar a esa cifra. Y los modelos climáticos estiman que en ese caso, la temperatura de la Tierra subiría entre 1,5 y 4,5 grados. Estamos hablando de un cambio grande", explica Barreiro.
Las proyecciones analizadas por el IPCC apuntan que para finales del siglo XXI es probable que la temperatura global en superficie sea superior en 1,5°C a la del período entre 1850 y 1900 en todos los escenarios considerados, excepto el que comprende los niveles más bajos de gases de efecto invernadero y aerosoles; y es probable que sea superior en 2°C en los dos escenarios que comprenden los niveles más elevados. Asimismo, los expertos consideran en el informe "muy probable que las olas de calor ocurran con mayor frecuencia y duren más". Conforme se vaya calentando la Tierra, se prevé que las actuales regiones húmedas recibirán más lluvia, y las regiones secas, menos, con excepciones.
El gobierno uruguayo está tomando apuntes de esta situación. "El IPCC asesora con una visión científica reconocida, y dice bien claro que está altamente demostrado que la intensidad y la periodicidad de los efectos extremos tiene que ver con los efectos del cambio climático, debido al aumento de la concentración de gases de efecto invernadero. Ese aumento se correlaciona con el aumento de la temperatura, que también está demostrado. En base a ese informe es que Uruguay se hace eco de esto, porque en definitiva es la referencia para los compromisos que los países van a adoptar en el siguiente protocolo (al de Kyoto), que se hará en 2015", dice Luis Santos, director de la División de Cambio Climático de la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama).
Esta división, que nació como unidad autónoma en 1994 y recientemente se integró a la estructura ministerial, tiene como objetivo cumplir los compromisos asumidos por el país frente a las Naciones Unidas y realizar un inventario periódico de la cantidad de gases de efecto invernadero que se emiten (ver recuadro).
"Para nosotros el cambio climático está íntimamente relacionado a la gestión ambiental, por eso lo incorporamos en todo nivel de análisis", sostiene por su parte el director de la Dinama, Jorge Rucks. Frente a la pregunta de si cree que los eventos extremos de estas semanas en Uruguay tienen relación con el cambio climático, el jerarca se muestra prudente. "Somos muy cuidadosos de no emitir juicios apresurados, sino de trabajar sobre la base de los avances del conocimiento científico. Para nosotros es fundamental ir viendo cómo, a partir de la conjunción de información de distintas partes del mundo, el IPCC muestra una visión global de base científica que nos dice qué está pasando".
Sin embargo, Rucks no duda en admitir que Uruguay atraviesa un proceso de cambio climático "que de alguna manera agudiza los procesos de variabilidad climática que tradicionalmente ha tenido" y que en ese marco "es previsible y probable que se den fenómenos como los que se están dando". En este escenario, agrega, el gobierno debe trabajar en medidas de prevención y adaptación para el futuro. "Hay que prever que se van a seguir dando estos eventos, que ya se dieron en el pasado, no con la misma intensidad o en la misma forma. El país debe ordenarse frente al manejo de esta información".
El argumento de que episodios extremos similares han sucedido en el pasado se repite entre los escépticos del cambio climático. "Siempre pasó, no es nuevo", dicen. Y, en cierta medida, es cierto. El tema es que no son cuestiones excluyentes. "No se puede poner esa dicotomía. Es verdad que siempre hubo olas de calor, sequías, inundaciones. La pregunta es si cambió la frecuencia de ese tipo de eventos. Pero para hablar de frecuencia, hay que hablar de períodos largos de tiempo. Y para eso se necesita una buena base de datos diaria. No se puede sustentar el análisis en cinco o diez años. En esta región la variabilidad climática es muy grande", insiste Barreiro.
Y a la vez opina que relacionar un evento puntual al cambio climático es arriesgado. "El clima, por definición, es una cuestión estadística: es el promedio de la temperatura y la precipitación durante un período de tiempo, de 40 años o más. No podés decir `este fenómeno es debido al cambio climático`. Lo que podrías decir es cuál es la probabilidad de que este evento extremo ocurra en una situación de cambio climático versus una situación de no cambio climático. Uno no puede asociar un evento extremo a cambio climático, uno puede asociar probabilidades de ocurrencia de un evento determinado bajo cierta estadística".
Por lo pronto, Bidegain cree que marzo dará un respiro, sin grandes anomalías, al menos desde el punto de vista del fenómeno de El Niño, que está en fase neutra. Y también pronostica que el resto del verano y el inicio del otoño serán cálidos, con temperaturas por encima de lo normal hasta abril. Como para entibiar un poco los ánimos y olvidar por un rato el calentamiento nacional.
Este verano, no se puede culpar de las lluvias a El Niño
El fenómeno de El Niño es el calentamiento que ocurre esporádicamente en el océano Pacífico ecuatorial. Cuando, por el contrario, la superficie del agua está fría, se habla de La Niña. Ambas fases, que repercuten tanto en temperatura como en precipitaciones, afectan a Uruguay. "La fase cálida aumenta las lluvias en el país a finales de la primavera o principios del verano. Por eso puede confundir. Pero este año no tiene nada que ver, porque estamos en una fase neutra: no tiene efectos a nivel global", explica el director de Climatología, Mario Bidegain.
Tomando en cuenta las últimas cuatro décadas, solo hubo dos eneros más lluviosos que éste: el de 1988 y el de 1998. Pero en ambos años hubo fenómeno de El Niño, el cual provoca que en Uruguay llueva más al norte del río Negro, señala el docente Marcelo Barreiro. "Este 2014 pasó al revés: llovió mucho al sur del río Negro, y el norte estuvo cerca del promedio, un poco por encima en algunas zonas. Si se toman solo las lluvias al sur del río Negro, entonces enero 2014 es el más lluvioso. Sí, ha sido un verano atípico. Ahora, si eso está relacionado o no al cambio climático, no se puede determinar".
El planeta se seguirá calentando
Antes de que el ser humano emitiera gases de efecto invernadero, el valor del dióxido de carbono era de 280 ppm (partes por millón). En la actualidad, con la contribución humana, el nivel subió a 400 ppm. "Este incremento es lo que aumentó la temperatura media de la Tierra, aumentaron las lluvias en algunas regiones y las disminuyó en otras", explica el investigador Marcelo Barreiro. No obstante, si se viaja al pasado millones de años, se encuentran etapas de la Tierra mucho más cálidas que ésta. Tres millones de años atrás, en la era geológica conocida como Plioceno, la concentración de CO2 era similar a la de hoy, de 400 ppm. "Las simulaciones por computadora que se han hecho dicen que el clima era dos o tres grados mayor que el que tenemos, comparado con la época pre-industrial", apunta Barreiro. El tema es que esta vez las causas son artificiales y el aumento del CO2 es muy rápido. "El clima todavía no está en equilibrio con eso que estamos volcando a la atmósfera. Aun si paráramos hoy la emisión y dejáramos todo como está, el planeta se va a seguir calentando, porque todavía no logró ajustarse a la concentración que existe hoy".
Menos gases de Uruguay
Durante los últimos 20 años, Uruguay ha inventariado la cantidad de gases de efecto invernadero que absorbe y emite, tal como todos los países firmantes se comprometieron a hacer en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático de 1994. ¿Cuál ha sido la lectura de estos datos? "El país ha disminuido los gases de efecto invernadero por sus actividades de absorción. Su contribución es muy menor no solo desde el punto de vista absoluto sino también relativo", asegura el ingeniero Luis Santos, director de la División de Cambio Climático de la Dinama. Algunas de las claves para esta disminución son el uso de energías renovables, que ayuda a no quemar tantos combustibles fósiles, y el crecimiento de la forestación, que colabora con la absorción de los gases.
Santos puntualiza además que Uruguay va por su cuarta comunicación nacional del inventario, cuando la mayoría de los países en desarrollo recién están presentando su tercer reporte.
El director de la Dinama, Jorge Rucks, sostiene a su vez que en los últimos años ha notado una fuerte concientización del tema por parte de las instituciones en los distintos niveles de gobierno, las cuales incorporan la adaptación al cambio climático dentro de sus políticas. "Está lejos de querer decir que el tema está en la conciencia del conjunto de la población. Pero se ha incorporado, de forma lenta y segura, dentro de las políticas de reacción. Evidentemente, los procesos de adaptación son lentos, necesitan recursos, capacidades técnicas, y no se resuelven de un día para otro. No es que el día que se cambia la conciencia se acaban los problemas. Ese día se da un paso adelante", añade.
En ese proceso es que en 2009 se creó el Sistema Nacional de Respuesta al Cambio Climático y la Variabilidad. Se trata de un instrumento para la articulación interinstitucional sobre el tema. "A partir de este sistema se implementó un plan que identifica las distintas responsabilidades de cada institución para llevarlo adelante. Desde su creación, se ha reunido con grupos de trabajo, asesores. Y a partir de su funcionamiento uno ve cómo incorporan la dimensión de la respuesta al cambio climático las distintas dependencias", grafica Rucks.
Un bloqueo que trajo mucha agua
¿Por qué ha llovido tanto este verano? Por culpa de un bloqueo atmosférico, repite el director de Climatología Mario Bidegain como de memoria, frente a la pregunta que ha respondido sin cesar en las últimas semanas. La lluvia fue provocada por un "sistema frontal" -esto es, la unión de dos masas de aire de distinta temperatura: una cálida y otra fría- que quedó como varado arriba de Uruguay, sin poder desplazarse, a causa de un bloqueo. Si hubiese seguido su curso natural, debió continuar al noreste, permitiendo que las lluvias llegaran a Brasil.
"La zona frontal quedó sobre el Río de la Plata, provocando precipitaciones continuas sobre Buenos Aires y el sur de Uruguay, hasta que el bloqueo atmosférico se debilite", señala Bidegain. ¿Está el bloqueo relacionado con el cambio climático?
"Es una buena pregunta pero no tenemos respuesta, aunque no hay que descartarlo. Por qué ese bloqueo se da en el Río de la Plata y por qué es tan persistente en el tiempo, no se puede descartar que sea debido a una presión atmosférica por el calentamiento global. Es una posibilidad", razona.
 FUENTE: El País, Montevideo, 16/ 02/ 2014

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