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domingo, 1 de marzo de 2015

CAPITALISMO Y CAMBIO CLIMÁTICO.





Capitalismo y cambio climático

JOAQUÍN RÁBAGO.  Hace algún tiempo, en una reunión de un consejo de redacción, se me ocurrió plantear la necesidad de dar más importancia en las páginas de la revista que teníamos entre manos al debate sobre "crecimiento y decrecimiento". 

Asistía a la reunión un reputado economista, que aprovechó su turno de palabra para afirmar el carácter ilimitado, según él, de los recursos del planeta y alabar acto seguido la capacidad humana para resolver cualquier problema que pudiera plantearse en un futuro. 

Conté lo sucedido a un amigo, de talante progresista, quien me dijo, no sin cierta sorna: "¿Acaso te sorprende que un economista, por muy de izquierdas que sea, no quiera renunciar al crecimiento para abrazar su contrario?". 

He pensado en esa fe ilimitada en el progreso que caracteriza también a buena parte de nuestra izquierda al leer unas declaraciones al semanario "Der Spiegel" de la periodista y ensayista canadiense Naomi Klein con motivo de la traducción a diversas lenguas de su último libro: "Esto lo cambia todo: el capitalismo contra el clima" (Ed. Paidós Ibérica). 

Klein es partidaria de un nuevo modelo que pasaría por renunciar a un consumo cada vez más irresponsable, en lo que coincide con algunos pioneros de ese movimiento ya fallecidos pero que siempre se leen con gran provecho como el filósofo austriaco Ivan Illich, el alemán Günther Anders, el francés de origen austriaco André Gorz, y -justo es decirlo- también algunos economistas como el rumano Nicholas Georgescu-Roegen o el francés Serge Latouche, acaso el más destacado proponente actual del "decrecimiento". 

Los humanos hemos sido acondicionados para vernos solo como consumidores, y cuando el consumo por el consumo es lo único que parece dar sentido a nuestras vidas, y además se extiende cada vez a más regiones del planeta, el resultado es un gasto desorbitado de energía, explica Klein. 

"El sistema económico que hemos creado es la causa del calentamiento del planeta, no es algo que yo me haya inventado. El sistema no funciona. Las diferencias de renta son excesivas, el desenfreno de las empresas energéticas tiene consecuencias fatales", agrega. 

De ahí que haya que "decidir qué valores son los importantes, cómo queremos vivir", porque es muy distinto que "la temperatura media del planeta suba solo dos grados o cuatro o cinco. Es todavía posible adoptar las decisiones correctas". 

Lo urgente, en cualquier caso, es renunciar al actual modelo de crecimiento, que solo conduce a mayor consumo y a más emisiones de CO2, y lo único que debería poder crecer, dice Klein, son las tecnologías verdes, los transportes públicos, las labores asistenciales, la educación o las artes. 

La autora canadiense niega que quiera abolir el mercado, pero explica que hace falta "mucha más estrategia, dirección y planificación, un nuevo equilibrio", todo lo cual está en conflicto con el "neoliberalismo", que es un sistema "obsesionado únicamente por el crecimiento". 

Klein desconfía de empresarios como el fundador de Virgin, Richard Branson, a quien califica de "cínico bastardo", por haber anunciado en un acto de la Iniciativa Global de Clinton que iba a invertir tres mil millones de dólares en la investigación de nuevas tecnologías verdes, mientras que desde 2006 ha comprado más de 160 nuevos aviones para sus diversas líneas aéreas, con lo cual las emisiones generadas se han incrementado en un 40 por ciento aproximadamente. 

Parte del problema, señala la autora de "No Logo", es que tanto la industria petrolera como la financiera son "industrias muy machistas". La idea norteamericana o australiana de que hay que descubrir una tierra infinita de recursos igualmente infinitos puede interpretarse, dice Klein, como "una historia de dominación, en la que la naturaleza hace el papel de mujer débil". 

Y "a todos esos "hombres alfa" les resulta doblemente difícil reconocer cuándo se equivocan", sentencia.

FUENTE: La Opinión, El correo de Zamora, 27 / feb / 2015

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