En atajar "la mayor amenaza" que pesa sobre la
humanidad, el cambio climático, reside "la gran oportunidad para recuperar
el bienestar social arrebatado por el capitalismo salvaje y generar empleo de
calidad", como sostiene la activista Naomi Klein, que vuelve a remover
conciencias con su último libro.
Publicado en 20 idiomas, "Esto lo cambia todo. El capitalismo
contra el clima", tiene visos de convertirse, tras "No logo" y
"La doctrina del shock", en su tercer gran manual para desentrañar al
capitalismo desregulado como "una máquina generadora de desigualdad,
corrupción y, ahora también, de la crisis climática que amenaza el
planeta".
En una entrevista con EFEverde celebrada en Madrid, Klein
(Montreal, 1970), asegura que su visita para presentar el libro no es casual:
"España es uno de los países donde más división existe entre el poder
económico y la agenda climática. La crisis se ha usado como excusa para dejar
de lado los problemas ambientales".
Pese a su popularidad como una de las voces más relevantes del
movimiento antiglobalización, Klein es cercana y sencilla en las distancias
cortas y demuestra un gran conocimiento de la realidad española.
Sin ser preguntada por ello, critica el "desproporcionado
precio que los españoles pagan por la electricidad", y el "varapalo
que han recibido las renovables a cuenta de la crisis".
"Aquí, como en el resto del mundo, necesitamos un movimiento
de justicia climática fuerte que conecte con la realidad económica diaria y
rompa con la idea de que existe una competición entre la creación de empleo y
la respuesta al cambio climático".
"Oportunidad" es la palabra más repetida por Klein en 40
minutos de entrevista y en las 700 páginas de su último libro.
Está empeñada en que luchar contra el calentamiento puede ser una
"fuerza catalizadora": "Para generar el empleo y las viviendas
dignas con las que soñó Luther King; para que los indígenas, cuyas tierras
fueron arrebatadas para extraer recursos, puedan abrir grifos de agua dulce y
acceder a la energía con fuentes renovables; para recuperar los servicios
públicos...".
Lo primero que se requiere para restaurar "nuestras
democracias de la corrosiva influencia de las grandes empresas y los tratados
de libre comercio" es "la convergencia del movimiento social y el
ecologista".
Por eso en su libro trata de "construir puentes entre uno y
otro", porque están "condenados a confluir en tanto que las
soluciones que buscan se alcanzan por la misma vía".
Klein parte de la base de que los Gobiernos han sido incapaces de
declarar la crisis climática, porque las acciones requeridas para la reducción
de emisiones "amenazan a la elite minoritaria que domina la economía, la
política y la mayoría de los principales medios de comunicación" y, en
definitiva, "entran en conflicto con las bases del capitalismo
desregulado".
Sin embargo, los políticos no son los únicos que pueden declarar
una crisis; los ciudadanos cuentan "con sus propias herramientas para
hacerlo, lo que hace falta es que las usen".
A la hora de tomar el liderazgo para evitar "una catástrofe
climática" la ciudadanía debe evitar dos problemas que en el pasado
cometieron los ecologistas: "Contar con las empresas para resolver el
problema o hablar el lenguaje del neoliberalismo para buscar soluciones basadas
en el mercado".
"Les hemos dado demasiadas oportunidades para que hagan una
transición voluntaria. Los mercados de derechos de emisión son el ejemplo de un
incentivo para que cambien de modelo de negocio. Es el momento dejar de pensar
en la industria de los combustibles fósiles como compañero de viaje en este
proceso y verlos como contrincantes; ya no hay tiempo para estrecharles la mano
sino para presionarles".
Llegado al punto en el que la ciencia y la realidad muestran cada
día que ya no ha tiempo "para una transición lenta sino para cambios
radicales", Klein clama con rotundidad que "hay que asumir "el
conflicto de intereses" con la industria de los combustibles fósiles y
"que en la transformación del sistema energético habrá perdedores".
Aún así no hay porque llegar a ese punto: "Las empresas
pueden cambiar de modelo de negocio, pero no lo van a hacer hasta que las leyes
nacionales amenacen su manera de obtener beneficios".
Aunque el tiempo restante para solucionar la crisis climática es
mínimo, Klein concluye que "andamos sobrados de tecnologías verdes"
para ponerle remedio logrando en el camino "un sistema social más justo,
que responda de manera real a las necesidades del conjunto de ciudadanos".
FUENTE: La Vanguardia Vida, 26 / marzo / 2015
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