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lunes, 28 de marzo de 2016

NIñOS APRENDEN DE CAMBIO CLIMÁTICO POR MEDIO DEL ARTE.



A los ríos no hay que arrojar basuras y bolsas plásticas, porque las tortugas piensan que son alimento y se las comen. La naturaleza es vida y todos los humanos debemos cuidarla.
La concepción, contundente, fue hecha con seguridad y dominio en la palabra, pero sin perder el encanto y la naturalidad que tiene a sus cinco años. Él, Esteban Francisco Hernández Taborda, es uno de los 25 pequeños que participan en el proyecto ‘El efímero bosque del recuerdo’, concebido por la artista cucuteña Grecia Quintero.

La iniciativa, que busca que los niños aprendan sobre cambio climático y el impacto que se está causando al planeta, por medio de prácticas artísticas, fue la ganadora de la convocatoria del Fondo Acción, a la que se postularon 150 propuestas de todo el país.

“Me enteré de la convocatoria por una bióloga amiga. Luego de revisar las bases me di cuenta que se ajustaba a una idea que venía madurando y participé, con la fortuna de ser la ganadora. Fondo Acción nos da un estímulo para ejecutar el proyecto en sus diferentes fases”.
Grecia, con sencillez y soltura, cuenta que desde hace varios años ha venido trabajando con la tierra y el agua, buscando la reconciliación de estos elementos.

“Uno de mis intereses artísticos ha estado puesto en la tierra –el origen y el arraigo–. Por medio de performance (interpretar ideas a través del cuerpo), he dado a conocer el proceso”.

Aprender jugando

‘El efímero bosque del recuerdo’ tiene una duración de cinco meses y actualmente está en el segundo mes.

Para la selección se hizo la convocatoria a través de Facebook y al proyecto se vincularon 25 niños, que acuden todos los sábados al Museo Centenario Norte de Santander y Ciudad de Cúcuta, donde se cumple el proceso formativo.

La parte pedagógica contempla actividades en música, artesanías, pintura y charlas dirigidas, en las que por medio de las manifestaciones artísticas, los niños aprenden qué es el cambio climático y por qué es importante adoptar prácticas amigables con la Tierra.

“Iniciamos con una sensibilización sonora, por tanto la música y las vibraciones lo unen todo. Eso, unido a terapias de sonido, yoga y ejercicios de respiración; conectan a los niños y les despierta sus sentidos”.

A la par, los menores han aprendido a elaborar materas y huertas caseras, en las que conocen cual es el proceso para que una planta crezca y de fruto.
Una de las actividades que más ha gustado entre los pequeños, fue la elaboración del instrumento musical ocarina, a partir del contacto con la arcilla, material que abunda en la región.

“Las bolas de arcilla las dividimos a la mitad con un hilo y como si estuviéramos comiendo ‘nucita’, con un palo le sacamos todo lo de adentro. La ocarina la tengo en mi casa y me divierto haciéndola sonar, al tiempo que recuerdo la importancia de proteger la Tierra”, cuenta Esteban Francisco.

En abril, se cumplirán talleres de dibujo y se empezarán a producir videos, elaborados por los menores, como parte del producto final del proyecto.

Los resultados

Grecia Quintero cuenta que la presencia de los papás en los talleres ha enriquecido el ejercicio. “Los niños comparten saberes con los padres y crean fuertes lazos afectivos que facilitan el aprendizaje y que se replique en los hogares el cuidado del medio ambiente”.

La parte final del proyecto contempla la realización de videos, los cuales serán proyectados sobre paredes de agua en el Malecón, el 28 de junio de este año.

“Crearemos una intervención urbana con 20 muros de hielo que servirán de soporte para la proyección de videos animados, cuadro a cuadro, realizados por los niños. La secuencia del video muestra el nacimiento y crecimiento de árboles, permitiendo observar y habitar un bosque de hielo que al derretirse desaparece, igual que desapareceremos nosotros sin el agua”, argumenta Grecia.

Para obtener este resultado, los niños, durante la formación pedagógica en el Museo Centenario, aprenden técnicas para recolectar agua lluvia y reutilizarla.

Además, participan en charlas y rondas en las que debaten sobre como aportar desde sus escuelas y colegios para que la vida en el planeta se alargue.

Esteban Francisco junto con su mamá Talia Hernández, dicen que en su casa para bañarse almacenan el agua en baldes y solo utilizan la necesaria. “Así aportamos nosotros y así pueden aportar las personas, de todos depende la salud de la Tierra”.

Mágica experiencia 

La cucuteña Grecia Quintero Salazar, gestora del proyecto, es maestra en Bellas Artes de la Universidad Industrial de Santander (UIS).

“El ‘Efímero bosque del recuerdo’ ha sido una experiencia mágica. El trabajo con niños me recuerda mi niñez y es asombroso ver como los chicos tienen una agilidad y una sensibilidad por los temas artísticos y ambientales”.

En el arte, Grecia está inmersa desde pequeña y el gusto se lo debe a su papá. “En mi familia siempre hubo una influencia a estos temas y eso me encanta”.

La cucuteña agradeció a las directivas del Museo Centenario Norte de Santander y Ciudad de Cúcuta, por abrirles las puertas para dictar allí los talleres.

Así mismo, referenció a Héctor Galvis y Javier Sguerra, como parte del equipo que ejecuta el proyecto.
FUENTE:  La opinión , *Eduardo Rozo Jaimes | eduardo.rozo@laopinion.com.co  ,  27 / 03 /2016

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