El cambio climático ya es una realidad que incrementa los fenómenos meteorológicos extremos en todo el mundo y que en la Región se traduce en una mayor intensidad y frecuencia de tormentas de diferentes tipos y olas de calor. Así lo indican ambientalistas que creen que, frente a esta situación, no se está dando la respuesta adecuada: no sólo cuestionan los planes de contingencia que se aplican y cómo se aplican, sino también la falta de programas de adaptación para reducir los efectos de los fenómenos climáticos extremos.
“No se está entendiendo la magnitud del problema y localmente se dan respuestas parciales o no se hace nada, cuando lo que se necesita es una respuesta integral que no sólo involucre al Estado, sino también a las instituciones como los colegios profesionales y a la población”, dice, por caso, Horacio de Beláustegui, desde la Fundación Biósfera, que es veedora en representación de las organizaciones no gubernamentales de las cumbres de Cambio Climático.
Para los ambientalistas, la tormenta del último domingo, - definida como un ciclón extenso y poco frecuente por la doctora en Ciencias meteorológicas María Luisa Altinger- que se caracterizó por vientos de más de 140 kilómetros por hora, que derribó más de 600 árboles, dejó a miles de hogares sin luz y sin agua por varios días y produjo enormes daños y pérdidas en el sector hortícola, volvió a poner en evidencia la vulnerabilidad de la Ciudad frente a estos fenómenos potenciados por el calentamiento global.
Uno de los aspectos más preocupantes que quedaron expuestos, afirman, es la “falta de gestión del arbolado público”.
Desde Fundación Biósfera indican que la caída de más de 600 árboles se vincula a “podas mal hechas, adopción de especies inadecuadas, ejemplares enfermos y otros factores que determinan que el arbolado, que en buen estado puede actuar como barrera a los vientos, se convierta en otro elemento vulnerable y en una amenaza.
“No aprendimos nada del 2 de abril de 2013 y la ciudad sigue estando en una situación muy vulnerable” opinó el presidente de la entidad Horacio de Beláustegui.
Para el dirigente, un programa de adaptación a fenómenos meteorológicos potenciados por el cambio climático debería contemplar cambios en la infraestructura de las empresas de servicios -buscar alternativas cuando fuera posible, por caso, al cableado aéreo-, soluciones específicas para el transporte y cartelería en la vía pública indicando zonas de riesgo, vías de escape en sectores inundables y vulnerables y puntos de reunión seguros para disponer evacuaciones.
El análisis de los ambientalistas también apunta a la situación sufrida esta semana por el cordón hortícola. donde a los destrozos provocados por el viento, que generaron pérdidas millonarias, se sumó la prolongada falta de luz y agua para configurar lo que calificaron, en el sector, como “la peor crisis de la historia”.
Según los profesionales de Biósfera, la tormenta del domingo puso en evidencia la necesidad de adaptar la infraestructura de las quintas a los nuevos desafíos que plantea el clima.
“Los daños en muchas quintas fueron totales y no hubieran sido así con invernáculos con otra orientación o una construcción apropiada. Por otra parte la repetición de estos vientos no es el único problema que amenaza a los productores hortícolas, ya que nosotros venimos advirtiendo desde hace mucho tiempo que las olas de calor reducen la disponibilidad de agua en las napas y eso tarde o temprano va a afectar a las producciones”.
Para De Beláustegui, “es necesario entender que estos fenómenos van a seguir ocurriendo y para adaptarnos y mitigar los daños hay que modificar cosas de la vida diaria. Y este es un trabajo en el que debe comprometerse el estado, pero también se tiene que involucrar a las instituciones y a la ciudadanía para que cuente con información y sepa qué hacer ante una emergencia, cosa que hoy no sabe y tampoco sabe a quién recurrir”.
ciudades resilientes
El concepto de ciudad resiliente gana cada vez más fuerza en el mundo: durante una reciente visita a la Ciudad de La Plata, donde ofreció una charla en dependencias de la Universidad, la directora asociada del Servicio Geológico de Estados Unidos para el Cambio Climático y Uso del Suelo, Virginia Bucket, reconocida por haber sido una de las principales autoras del tercer, cuarto y quinto informe de Evaluación del Panel Intercontinental para el Cambio Climático (IPCC), institución galardonada con el premio Nóbel, destacó que el cambio climático ya produce un incremento de los fenómenos meteorológicos extremo en todo el mundo, sobre todo en áreas costeras y subrayó la importancia que los especialistas dan a un factor que consideran fundamental para contrarrestar los efectos de este fenómeno: la adaptación, que conlleva cambios de conducta para reducir los efectos adversos y aprovechar los positivos de las transformaciones.
Lo ilustró con un ejemplo: en Estados Unidos se diseñaron kits para ayudar a las ciudades en las estrategias de adaptación. Esos kits incluyen el análisis de tendencias climáticas y su proyección a futuro, la evaluación de la propia vulnerabilidad y la investigación de alternativas para reducir los efectos negativos y aprovechar los positivo.
En la Argentina, la ciudad que hizo punta en este terreno fue Santa Fe. Después de la inundación de 2003 que dejó el saldo de 23 muertos y más de 30.000 evacuados ingresó a la Red Global de Ciudades Resilientes impulsado por la Fundación Rockefeller bajo pautas de la Organización de las Naciones Unidas.
Andrea Valsagna, directora de resilencia de Santa Fe en el marco de la red, dice que a partir de la implementación del programa, si bien tuvieron nuevos episodios de fenómenos meteorológicos extremos y hasta una frecuencia mayor de crecidas, el número de evacuados se fue reduciendo, hasta pasar de los 30.000 del 2003 a 900 en el último episodio, ocurrido en 2015.
Valsagna dice que el protocolo incluye, además de los planes de contingencia, los monitoreos de las variables climáticas y una aceitada comunicación de lo que pasa con el clima a la población, permanentes campañas educativas en asambleas vecinales y en escuelas, donde se trabaja sobre todo con chicos de cuarto y quinto grado.
En las zonas más vulnerables de la ciudad, que se apunta a ir convirtiendo paulatinamente en áreas de recreo, evitando que se formen allí nuevos asentamientos, se instaló cartelería que indica vías de evacuación en caso de inundación y otra que muestra cuáles son los puntos de encuentro en el barrio en caso de emergencias.
“Se trabaja con las instituciones que servirán como medio de evacuación y también se instauró un Día de la reducción de riesgos en los que se hacen trabajos puntuales de limpieza y se informa, al tiempo que permanentemente se van actualizando los planes de contingencia”, dice la funcionaria.
Los protocolos incluyen la planificación de la construcción en la ciudad y la realización de obras hidráulicas.
“Nada de esto implica una solución definitiva al problema, pero permite reducir los riesgos”, dice Valsagna, quien indicó además que autoridades santafesinas mantuvieron reuniones con sus pares de La Plata y de la Provicia en la que transmitieron estas experiencias.
Mientras tanto, desde la Municipalidad platense se indicó a este diario que “se está avanzando con los pasos necesarios para convertir a La Plata en ciudad resiliente llevándose adelante distintos trabajos para cumplir los diez puntos fundamentales que forman parte del programa que brinda la Organización de las Naciones Unidas”.
Según indicó Fernando Carlos, subsecretario de Atención de Riesgo resaltó que los puntos más desarrollados son “el sistema de alerta temprana, el plan general de emergencia (sector público, privado y asociaciones civiles), la capacitación en escuelas y las diferentes obras que se están realizando. Son los mismos puntos que Santa Fe y seguimos avanzando en nuestra tarea para incluir a los vecinos y avanzar hacia una ciudad protegida”.
FUENTE: La Ciudad, La Plata , 12 / 02 / 2017
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