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lunes, 13 de febrero de 2017

URUGUAY: " AUNQUE SON CAUTOS, CIENTÍFICOS PREVÉN MÁS Y PEORES TEMPORALES".


Si bien sigue siendo noticia, cada vez resulta menos sorprendente: la furia del clima volvió a golpear al país. De la mano de los sucesivos temporales que han ocurrido en diferentes zonas, los uruguayos parecen resignados a tener que acostumbrarse a ver cada vez más seguido imágenes de árboles caídos, vidrios rotos y techos destrozados.

Mientras los barrios de la capital y otras zonas del interior vuelven a la normalidad luego de los fuertes vientos del domingo pasado, la única duda que surge es cuándo será el próximo.
¿Qué razones explican la innegable sucesión de temporales que en 2016 y en lo que va de 2017 ha ocurrido en Uruguay? Los expertos lucen algo incómodos a la hora de dar respuestas ante el fenómeno que ocurre ante sus ojos.

Por un lado, al igual que al resto de los uruguayos, les resulta muy claro que hay una mayor frecuencia de fenómenos climáticos destructivos. Pero al mismo tiempo, su formación científica no les permite sacar conclusiones determinantes para intentar contestar qué está sucediendo.
"Se necesitan períodos de 30 años para detectar una señal coherente y significativa", dijo a El Observador Mario Bidegain, uno de los asesores del Instituto Uruguayo de Meteorología (Inumet).

Esa visión cautelosa es compartida por otros expertos. Aún así, hay hechos reales y contundentes que ayudan a entender lo que está pasando. El 2016 quedó registrado en la historia como el año más caluroso desde que la humanidad tiene conocimiento. "Eso es algo real, concreto y científico", apuntó Bidegain.

Ante una atmósfera más cálida, lo que se debe esperar es una mayor frecuencia de tormentas. Y, además, que su poder destructivo sea mayor.
"Como percepción, yo diría que estamos observando un cambio en la frecuencia de este tipo de fenómenos, pero no lo puedo afirmar científicamente", sostuvo Bidegain.

El profesional, quien cuenta con una Maestría en Ciencias de la Atmósfera realizada en San Pablo, sospecha que posiblemente ese cambio tenga su causa en el cambio climático. Pero para saberlo a ciencia cierta habrá que esperar.

Además de la temperatura de la atmósfera, hay otro fenómeno medible para argumentar lo que está ocurriendo: el derretimiento de los glaciares, que provoca un aumento del nivel del mar.
El licenciado en Ciencias Meteorológicas Mario Caffera, grado 4 de la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República, dijo que nadie duda que eso se seguirá profundizando y explicó cuál es la consecuencia de ese fenómeno.

"En la costa los destrozos van a ser mayores porque se parte de un nivel del mar más alto que antes, y eso sí es científico. El nivel del mar va a seguir creciendo porque los glaciares se siguen derritiendo", afirmó el experto.

En su opinión, el país debe tomar medidas urgentes para evitar daños mayores, como por ejemplo adaptar su sistema de construcción al nuevo nivel de del mar.
Respecto al calentamiento global, Caffera explicó de manera muy gráfica por qué eso lleva a que haya más episodios adversos. Si el planeta se está calentando, tiene la imperiosa necesidad de ventilarse y el mecanismo para hacerlo son los temporales. "Tendría que haber más episodios de estos y más violentos".

Al margen de la explicación que pueda surgir, lo que está claro es que los temporales cada vez más frecuentes y destructivos llegaron para quedarse.
¿Eso es una consecuencia del tan comentado cambio climático? Es posible, aunque a nivel científico no hay todavía evidencia para afirmarlo en forma clara.

"El período de información que tenemos disponible es corto comparado con lo que deberíamos tener de 30 o 40 años para tener una señal clara y significativa de lo que puede ser cambio o no cambio", sostuvo al respecto Mario Bidegain.

Caffera, su colega, coincide con él. Dijo a El Observador que, aunque contundentes, los hechos ocurridos en los últimos meses no son suficientes como prueba. Los científicos deberán poner su paciencia a prueba.

El fuerte viento de 1923 y el inicio de obras para la rambla

"Esto nunca había pasado antes. Fue horrible". Los montevideanos no salían de su asombro ante los destrozos que los fuertes vientos habían provocado en la ciudad.

El 11 de julio de 1923, al otro día del temporal, no se hablaba de otra cosa. Esa jornada quedó para la historia y hasta el día de hoy los expertos en meteorología suelen comentarlo a raíz de lo que han leído sobre el hecho.

A modo de referencia, Mario Caffera, licenciado en Ciencias Meteorológicas sostuvo que fue "mucho peor" que el ocurrido el 23 de agosto de 2005, recordado por la cercanía en el tiempo y por su gran poder destructivo. Mario Bidegain, en tanto, recordó que como consecuencia de lo sucedido, en aquel momento las autoridades decidieron realizar una obra emblemática de Montevideo: la rambla sur.

"En esa época no estaba la rambla sur. A raíz de ese evento, se decidió su construcción. Hasta ese momento, Montevideo estaba expuesto al oleaje", sostuvo el experto.
Este ejemplo ayuda a analizar cómo cada generación ha visto con asombro las inclemencias del tiempo y siempre, sin excepciones, la opinión generalizada es que lo que les tocó a ellos es lo peor que jamás ocurrió.

Eso llega hasta el día de hoy con el dato curioso de que ninguna de las generaciones tuvo una base científica para realizar una afirmación tan contundente. "Muchas veces se afirma que es la peor época que hemos vivido, pero no hay una evidencia sólida, dijo al respecto Bidegain.
Una mirada histórica permite hallar emblemáticos temporales. El 7 de mayo de 1898, 16 de abril de 1914, el mencionado 10 de julio de 1923, el 5 de mayo de 1931, 25 de junio de 1932 y el 16 de julio de 1973 son los más famosos, según el texto Apuntes para una Climatología del Uruguay de la Facultad de Agronomía.

Lo novedad de los nuevos temporales es su inusual frecuencia, que antes no se veía.

FUENTE: El Observador , 13 / 02 / 2017

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