En muchas zonas del planeta se están registrando aumentos del nivel del mar, olas de calor, inundaciones, incendios forestales, sequías y tormentas más frecuentes e intensas, según acaba de informar la Agencia Europea del Medio Ambiente (ver "El cambio climático plantea riesgos cada vez más graves"). Las pautas de lluvias están cambiando año a año, llueve más en las zonas tradicionalmente húmedas y menos en las áridas. El volumen de los glaciares y la cobertura de nieve están disminuyendo; nuestro país no es ajeno a estos cambios.
En el informe de esta agencia europea, publicado en enero de este año, se expresa que los impactos del cambio climático ya constituyen una amenaza para la biodiversidad terrestre y marina. Numerosas especies de animales y plantas están experimentando cambios en sus ciclos vitales.
Se prevé que esta tendencia aumente y se intensifique a menos que se tomen medidas de adaptación adecuadas. La propagación de ciertas especies de garrapatas, del mosquito tigre asiático y de otros portadores de enfermedades aumenta el riesgo de contraer la enfermedad de Lyme, la encefalitis transmitida por garrapatas, la infección por el virus del Nilo Occidental, el dengue, la fiebre chikungunya y la leishmaniasis.
Se prevé que esta tendencia aumente y se intensifique a menos que se tomen medidas de adaptación adecuadas. La propagación de ciertas especies de garrapatas, del mosquito tigre asiático y de otros portadores de enfermedades aumenta el riesgo de contraer la enfermedad de Lyme, la encefalitis transmitida por garrapatas, la infección por el virus del Nilo Occidental, el dengue, la fiebre chikungunya y la leishmaniasis.
Tampoco fue una buena noticia la suministrada por la NASA, quien nos hizo saber hace pocos días que enero del 2017 fue el tercer mes de enero más caluroso en los últimos 137 años, desde las primeras mediciones de registros y temperatura modernos.
La temperatura de enero 2017 fue casi un grado más calurosa que el promedio de todos los eneros de 1951 a 1980. El consenso científico explica este aumento de la temperatura y estos hechos dañinos para nuestra vida en la Tierra por el efecto nocivo de los gases de efecto invernadero provocados por la utilización de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas), fenómeno agravado por la deforestación y algunas prácticas agrícolas.
El Acuerdo de París, celebrado en diciembre del 2016 por 196 naciones, es decir, prácticamente todas, aspiraba a reducir estas emisiones contaminantes para preservar nuestro planeta. El problema es que ahora Estados Unidos, el segundo contaminador mundial (China es ya el primero), tiene un nuevo presidente que no muestra preocupación por estas cuestiones ambientales, y su gabinete tiende a negar las evidencias científicas y sigue así apostando al carbón, el petróleo y el gas, sin prestar mucha atención al papel que podrían jugar las nuevas energías renovables y limpias.
Donald Trump durante la campaña electoral había expresado: "El cambio climático es un concepto creado por los chinos para perjudicar a Estados Unidos". Si durante su mandato presidencial de cuatro años Estados Unidos debilita los esfuerzos comprometidos en las Naciones Unidas para abatir las emisiones contaminantes, corremos el riesgo de que en el futuro sea muy difícil evitar las grandes alteraciones climáticas con sus efectos perjudiciales.
Si el Congreso de los Estados Unidos acompaña las iniciativas ambientales de Trump y paraliza las medidas necesarias para reducir las emisiones, se agravará aún más la crisis climática global. En este escenario no será nada fácil para la humanidad recuperar el valioso tiempo perdido por esta irresponsabilidad ambiental.
FUENTE: Infobae (Argentina) , 23 / feb / 2017
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